Cuántas cosas no ha contado Marisol. Pasó de ser la niña de España a una total desconocida para el mundo. Se alejó de la fama, los focos y la presión mediática para poder ser por fin la mujer que ella quería ser. Icónica, artista e inolvidable, así es Pepa Flores.
Es una de las caras del cine español por derecho propio, y por esa razón la Academia de Cine le entregaba el Goya de Honor en 2020, con una emocionada Amaia dedicándole una hermosa canción en su Málaga natal que tampoco consiguió que Pepa Flores se presentase. Acudieron sus tres hijas para recogerlo en su nombre, ya que la cantante y actriz se retiró de la vida pública en 1985, y no ha vuelto a aparecer desde entonces.
Para celebrar su importante trayectoria, la Academia vuelve a rendirle homenaje con una exposición: ‘Marisol: el resplandor de un mito’ podrá visitarse hasta el 29 de julio en la Academia de Cine de Madrid, y que recoge 39 fotografías tomadas por César Lucas a lo largo de una década, entre 1963 y 1973.
De la niña de ojos azules hipnotizantes a la adolescente que dijo "hasta aquí". La vida de Pepa Flores es un camino de luces y sombras, y aunque nunca ha podido hablar de forma clara y directa de su infancia robada, los abusos y utilización sexual de su imagen, es una realidad conocida por todos.
Una niña que vivió la explotación infantil en la etapa del franquismo, y que tuvo que madurar y crecer muy rápido y a la vez de forma silenciosa, para mantener esa imagen angelical que tanto se proyectaba de ella. Una mañana de septiembre de 1976, el país se despierta con el desnudo de Marisol en la portada de Interviú con un reportaje firmado por César Lucas. La polémica está servida.
Ese momento es solo uno de los muchos que acapararon las portadas de revistas nacionales con Marisol como protagonista. Parte de esa vida se puede ver en las fotos de reportajes para revistas de moda, portadas de discos, posados de viajes o de rodajes, algunas de ellas no publicadas en su día, que ilustran el magnetismo de Marisol y su evolución desde los 15 a poco más de 25 de años y que están en la exposición.
"Hay fotos que en su día no tenían valor y el tiempo se lo ha dado y viceversa", ha señalado Lucas, autor también de la foto de Marisol desnuda que se convirtió en un icono de la Transición y que no forma parte de esta muestra. Esa época Pepa Flores aún estaba unida en matrimonio con Carlos Goyanes. Fue cuatro años después de realizarse este book, ya estando Marisol unida a Gades, cuando estas fotos vieron la luz en Interviú.
Marisol acumulaba un éxito tras otro, con películas como 'Ha llegado un ángel', 'Tómbola' o 'Las 4 bodas de Marisol'. Pero ella solo soñaba con su barrio malagueño de la Victoria, donde nació en 1948, en una de esas corralas que relata Miguel Ángel Ortega Lucas en 'El cuento de Marisol; el sueño de Pepa Flores': "Con ropa tendida y olor a puchero en que todos se mezclan con todos y las madres llaman a gritos a los niños cuando oscurece".
Desde aquella entrevista con Vanity Fair, en la que Flores hablaba del lado más oscuro de su trayectoria (y de la que luego negó gran parte de sus duras declaraciones) todo cambió paulatinamente. Se hizo real unas sospechas tenebrosas que involucraban a menores del mundo del espectáculo.
Su carrera iba llegando a su fin, que se materializó en 1985, con la película 'Caso cerrado'. Aunque lejos de hacer honor al título del filme, muchos cabos han quedado sueltos en las razones que hicieron a Marisol alejarse para siempre de la televisión.
Ahora son sus hijas las que siguen su estela y protegen su imagen. Hijas también del bailarín Antonio Gades con el que celebró en 1982 una pintoresca boda civil, sin ninguna validez, que apadrinaron Fidel Castro y la bailarina Alicia Alonso. Con él Pepa vivió trece años de pasión y tuvo a Tamara, Celia y María. Aunque su relación con Gades se fue desinflando poco a poco.
Celia se dedica desde muy joven al mundo de la música y María, actriz y fotógrafa, está muy implicada en la Fundación Antonio Gades. La tercera, Tamara, es más anónima y estudió Psicología.
Por su parte, Pepa, ya con 74 años, vive alejada de los focos, disfrutando de sus nietos, perros, paseos y un amor fiel: el de Massimo Stecchini, con el que lleva desde 1988. Por fin, Pepa (la eterna Marisol) disfruta de la paz que se merece.