De buena gana se encerraría algún rato con llave en el camerino, presa de la timidez y huyendo de su fama, como hacía con 14 años, cuando ya triunfaba en el teatro de la mano de Miguel Narros. Confiesa en su cuenta de Instagram que es de naturaleza miedosa e insegura y que, si alguna vez pareció valiente, fue por pura inconsciencia de juventud. Dirá lo que quiera, pero realmente camina como si se elevase varios palmos sobre el suelo.
A punto del vértigo y con los nervios a flor de piel estará este otoño. Este fin de semana Ana Belén recoge el Premio Pop Eye de Honor en una gala presentada por el humorista Juan Carlos Ortega, en el teatro Alkázar de Plasencia. Y el día 22 de octubre recibirá el premio Rafael Azcona del Festival de Cine Octubre Corto de Arnedo y la organización ya ha avanzado las razones con una elogiosa reseña: "Irrepetible y celebrada, inimitable en su elegancia, sutil y celosa de su intimidad señalando su territorio y siempre rodeada de amigos que le recuerdan que no está sola, ha sabido pulsar las teclas de la emoción mutando entre la sensibilidad de la caricia y la fuerza arrolladora de la rabia".
El festival no ha escatimado halagos a la hora de acreditar el galardón: "Dueña de una intuición descomunal para dotar a sus personajes de una verdad radical y tangible, actriz en un constante salto sin red, arriesgada y generosa, musa de la libertad y dueña de una personalidad única y una honestidad brutal". Estas son las cosas que a ella le siguien provocando cierto azoramiento y con su legendaria timidez resume cómo se siente con una modesta frase: "Los premios hacen mucha ilusión, dan mucho gustito".
Debutó en la pantalla con 13 años, con la película 'Zampo y yo', y poco después en el teatro, con la obra cervantina 'Numancia'. En los 70 se fue haciendo imprescindible como actriz y cantante. La serie de televisión 'Fortunata y Jacinta' le dio la popularidad definitiva y, desde entonces, suma películas, discos, personajes teatrales, apariciones en televisión… Ahora triunfa en la televisión pública como fichaje estrella en 'Dúos increíbles', un programa en el que sigue dando momentazos junto a Agoney y en el que participa también su marido, Víctor Manuel.
Y todavía dice que siente nervios y miedo. ¿Miedo a qué? A no gustar, a no hacerlo bien, responde cada vez que le preguntan. Con sus marcadas clavículas y su voz de miel, Ana Belén se mantiene, a sus 71 años, tal y como la describió Francisco Umbral en 1984: "La cara que fue de fruta hoy es de ave, de femenino pájaro listísimo, más la blancura latiente de la boca, risa carnívora de mujer violenta y optimista… Los ojos de Ana, dos peces vivacísimos, dos veloces torcaces, dos unánimes cosas indignadas. La nariz inteligente, la boca para un amor muy claro. Y todo en un óvalo de rostro popular y sencillo, como de santa de barrio, óvalo agudizado ahora por la dieta, por el mordisco voraz de la imagen, que sólo quiere un varillaje de mujer para montar la estrella".
Esa era la época en la que su voz sonaba a todas horas en los taxis y transistores. Para el escritor fue su musa, su tentación de vivir, "la criatura que uno haya soñado más profunda y calladamente en estos años". Fue también la novia de una generación y la inspiración de Víctor Manuel cuando hacía "antifranquismo lírico y melancólico". Según Umbral, "la muchacha desnuda de cuando su cuerpo claro, de pezones oscuros, suponía una contestación a aquella España de cuello vuelto".
Sabina le puso letra y música a su biografía con la canción 'Pobrecita de mí'. Ahí aparece la niña de la calle del Oso del barrio madrileño de Lavapiés, donde nació y se crio, y también su boda en Gibraltar, en 1972, igual que Yoko Ono y John Lenon tres años antes. Con son cubano, Ana Belén le canta a su compadre Víctor Manuel aquello de "cuando creía que belleza, honradez y fantasía eran tres, corazón, primas hermanas". Víctor es su amor, su cómplice, su compañero de vida y padre de sus dos hijos, David y Marina San José, que han alegrado su vida con tres nietos.
En junio celebraron en Tánger el 50 aniversario de una vida en común y el idílico momento que atraviesa su historia de amor, como afirmó la artista en sus redes sociales junto a algunas imágenes del viaje. Sin Víctor -reconoce-, "la vida habría sido más pequeña, fea, menos divertida, menos fructífera". Dice que es tierra, como su madre. Soñador, pero calmado.
Con él se echó a la calle cuando tocó luchar por los derechos y libertades. Militaron durante un tiempo en el partido comunista, pegaron carteles anti OTAN en la Puerta de Sol y todavía siguen participando en algunas campañas callejeras con actores y rostros conocidos. A Umbral siempre le pareció que, "como vehículo de un determinado mensaje", traicionaba un poco por exceso de calidad o "de calité".
El matrimonio formó pandilla con Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina y Miguel Ríos y lanzaron su proyecto artístico 'El gusto es nuestro'. Su amistad continúa imperecedera, indestructible en sus ganas de seguir subiendo a un escenario para expresarse, comunicar, experimentar y para que se les quiera. Ana Belén impone su voz, su temperamento y una presencia que es única. Todavía luce transparencias elegante y con glamour, haciendo que las revistas de moda la reclamen como una de sus musas del estilo. Tiene motivos para decir que ella no es de echar la vista atrás, pero haga lo que haga, sigue siendo ella.