Entre la fascinación, el temor y el vértigo ante un futuro cada vez más incierto. Así vive la industria musical el auge de la inteligencia artificial, que ya es capaz de replicar la modulación y entonación vocal de cualquier artista. Hace unos días nos sorprendíamos con un dúo entre Drake y The Weeknd generado por un software que se viralizó en internet. Y a la banda británica Breeze le dio por probar con esta tecnología cómo sonaría en la actualidad un nuevo disco de Oasis con la voz simulada de Liam Gallagher, con tanto éxito que hasta el polémico vocalista dio por buena la 'resurrección' de su exgrupo.
Lo cierto es que en los últimos meses se ha desarrollado tanto la IA que cualquier usuario con unos conocimientos básicos puede crear un tema nuevo con la voz de un cantante popular. En TikTok ya hemos oído a Rihanna versionar 'Cuff it' de Beyonce, a Ariana Grande cantando 'Passionfruit' de Drake o a Kanye West haciendo suya 'Love yourself' de Justin Bieber.
Todo es posible ahí fuera, y sin necesidad de pedir permiso, pero el problema es que se están generando contenidos sin el consentimiento de aquellos cuya voz se está plagiando, algo que inquieta tanto a artistas como a las grandes discográficas que les representan. Pese a las muchas cláusulas de cesión de derechos que atiborran cualquier contrato discográfico, lo cierto es que nadie había pensado en el uso de copias de entrenamiento de modelos de IA. Hasta ahora.
Universal Music ya ha reclamado a las grandes plataformas musicales de 'streaming' -entre ellas Spotify y Apple Music- que no permitan a las compañías de IA acceder sin permisos a su catálogo de música para entrenar sus algoritmos generativos. "No dudaremos en tomar medidas para defender nuestros derechos y los de nuestros artistas", aseguraron en un correo al que accedió 'Financial Times'.
Por su parte, las empresas de IA defienden que, mientras el material original no sea reproducido ni distribuido, su uso como inspiración entra dentro del dominio público. La canción de Drake y The Weeknd que publicó el usuario de TikTok Ghostwriter 977 acumuló en poco tiempo más de 7 millones de visualizaciones y después saltó a Spotify y Apple Music, antes de ser retirada de todas las plataformas. Pero el motivo fue el uso no autorizado de un sampler original del rapero Future. Si no, seguiría circulando porque técnicamente la voz no tiene copyright.
El impacto de la IA en la música va incluso más allá de los generadores de voces sintéticas. Google ha desarrollado un modelo de lenguaje, denominado MusicLM, capaz de generar música a partir de descripciones de texto. Y herramientas como ChatGPT también han demostrado ser capaces de escribir canciones adoptando el estilo de un determinado artista, por mucho que a Nick Cave el resultado le parezca "una burla grotesca de lo que significa ser humano".
Hay otros artistas que, sin embargo, sí están encantados con la inteligencia artificial. La cantante indie Grimes ha dicho en Twitter que es "genial estar fusionada con una máquina y me gusta la idea abrir el arte y eliminar los derechos de autor". Además, dice estar dispuesta a dividir "el 50 por ciento de las regalías en cualquier canción exitosa generada por IA que use mi voz. El mismo trato que haría con cualquier artista con el que colabore. Siéntete libre de usar mi voz sin sanción. No tengo discográfica ni ataduras legales”.
Quizás la clave del entusiasmo de Grimes esté precisamente en eso, que no está atada a una discográfica, pero sí tiene razón en defender el uso de la tecnología como una oportunidad creativa, como, por otra parte, se ha hecho siempre. ¿O acaso gente como Kraftwerk o Bowie no se aprovecharon en su momento de los adelantos tecnológicos para llevar un paso más allá la música popular? Lo que está claro es que la industria musical se enfrenta a un importante reto y la clave está si será capaz de adaptarse a un mundo moldeado por la IA generativa.