En abril de 1972, Keith Richards tomó un avión de Los Ángeles a Suiza. Antes de embarcar, y según confiesa en su autobiografía, “me inyecté todo lo que pude”. En las horas siguientes, la heroína hizo su efecto. El guitarrista no recuerda lo que pasó a continuación; solo sabe lo que le contaron después: que logró llegar al hotel, pero en tan lamentable estado que de allí, y a bordo de una ambulancia, fue trasladado a una clínica, donde, en manos de un tal doctor Denber (“un hijo de puta poco fiable”), pasó los horrores del síndrome de abstinencia. Mientras eso ocurría, no muy lejos de allí, en otro hospital suizo, su pareja de entonces, Anita Pallenberg, estaba a punto de dar a luz a la hija de ambos, Angela. Cuando Richards empezó a encontrarse mejor, una tarde agarró su guitarra y, sentado en la cama, escribió “Angie”.
Publicado el 20 de agosto de 1973 como sencillo de avance del álbum Goats head soup (“Sopa de cabeza de cabra”), “Angie” es uno de los mayores éxitos en la kilométrica carrera de los Rolling Stones. Figura entre los ocho singles del grupo que han sido número uno de ventas en Estados Unidos (antes de “Angie” habían alcanzado la primera posición “Get off of my cloud”, en 1965; “(I can’t get no) Satisfaction”, también en 1965; “Paint it black”, en 1966; “Ruby Tuesday”, en 1967; “Honky tonk woman”, en 1969; y “Brown sugar”, en 1971; después de “Angie” solo conseguirían uno más: “Miss you”, en 1978). Según la web especializada en repertorios de conciertos Setlist.fm, “Angie” ocupa el puesto 21 entre las canciones que los Stones más veces han tocado en directo: 261 (hasta la fecha). Es la balada más célebre de un grupo que no es precisamente famoso por sus baladas, y una de las canciones de amor más hermosas y populares de la historia del rock. Por eso no es extraño que llevemos 50 años preguntándonos: ¿quién es Angie?
Dos son las mujeres a quienes tradicionalmente se ha atribuido la inspiración: una es Angela, hija de Keith Richards; la otra, Angela Barnett, primera esposa de David Bowie. El hecho de que Mick Jagger escribiera parte de la letra no ayuda a desentrañar el enredo, pues Richards pudo haber compuesto su parte con una mujer en mente y Jagger la suya pensando en otra. De lo que no cabe duda es que se trata de una canción que habla del final de una relación amorosa, lo que desbarataría la teoría de que está dedicada a una recién nacida; sin embargo, el guitarrista reconoce que la escribió muy poco antes de que Angela Richards viniera al mundo.
Para saber qué pinta en este berenjenal Angela Barnett —a la que conocían como Angie—, conviene repasar sus antecedentes. Conoció a David Bowie con 19 años y se casó con él a los 20, en 1970. En su autobiografía Backstage passes (1993), Angela describe su relación con el Duque Blanco como un “matrimonio abierto” y habla sin tapujos de los tríos y cuartetos que, juntos o por separado, se montaban en su casa o en hoteles, cuando Bowie estaba de gira. En 1971 tuvieron un hijo, Duncan Zowie Haywood Jones.
Bowie idolatraba a Jagger desde jovencito: cuando el primero era aún un chaval impresionable, el cantante de los Stones ya despuntaba como estrella consagrada y transgresora. Se conocieron en 1973, y, como cuenta Angela en su libro, “David se emocionó cuando el poderoso Mick le prestó atención por primera vez”. Surgió entre ellos un estrecho vínculo: “David y Mick se hicieron muy amigos rápidamente, y fue bastante divertido para el resto de nosotros. Siempre hablaban por teléfono como adolescentes”. Fue Angela quien destapó que los había encontrado juntos en la cama. Poco después, ella se enrolló con Jagger en el Hotel Plaza de Nueva York. Al principio se resistió a las insinuaciones del cantante, con la excusa de que era la esposa de su mejor amigo, pero “después de un rato pensé. Oh, qué diablos. ¿Por qué luchar? Que haga lo suyo y a ver qué pasa. Él fue a eso, y cooperé”, escribe en su libro.
“Descarté todo el asunto como un incidente tonto impulsado por el ego y las hormonas —añade—, y casi lo olvido, pero luego los Stones lanzaron ‘Angie’, con Mick cantándole esa letra lastimera a alguien con mi nombre, y tuve que preguntarme: ¿Nuestro encuentro breve y no consumado significó más para él de lo que jamás había imaginado?”. Ella misma se responde que no. En su opinión, la elección del título se debe solo a “la legendaria perspicacia” del tándem Jagger-Richards, que “usan todos los trucos para hacer que sus canciones se noten” y de quienes “estoy segura no hacen ascos a usar mi nombre con el único y simple propósito de causar admiración a los fans de los Stones”. En otras palabras: según Angela Bowie, Jagger y Richards habrían elegido el título de “Angie” para que todo el mundo pensara que la balada estaba dedicada a ella y eso impulsara la repercusión de la canción.
Si nos fijamos en las fechas, “Angie”, aunque publicada el 20 de agosto de 1973, se grabó en noviembre y diciembre de 1972 en Jamaica; por entonces, según el testimonio de Angela Bowie, ni ella ni su marido habían intimado todavía con el cantante de los Stones, por lo que la hipótesis de que sea ella la Angie de la canción quedaría, por tanto, desechada. Por si fuera poco, el propio Jagger lo desmintió, un poco harto ya del tema, en 2002: “He dicho cien millones de veces que no trata de Angela Bowie… Ni siquiera creo que conociera a Angela cuando escribí mi parte de la letra”. ¿Quizá es Angela quien ha contribuido a expandir el rumor de forma interesada? En el prólogo de su biografía explica que le habría gustado incluir la letra de “Angie”, pero la compañía editorial de la canción le denegó el permiso. “Mis razones para querer la letra de ‘Angie’ aquí se volverán bastante obvias cuando leas lo que tengo que decir sobre mis aventuras con Mick Jagger”, suelta a modo de spoiler.
La otra posible destinataria de la canción es Angela, la hija de Keith Richards: desde luego, mucha casualidad parece que en abril de 1972 Richards escribiera una canción titulada “Angie” y ese mismo mes naciera su hija, llamada igual. En 1993, y en una entrevista concedida para el libreto del disco de grandes éxitos Jump back, dijo: “La melodía básica y el título eran míos... Hacía poco que había nacido mi hija, cuyo nombre es Angela, y el nombre comenzaba a sonar en la casa. Me gusta escribir sobre mis bebés. Angie, además, se adapta a la melodía; quiero decir, no podrías cantar: ‘Maureen”.
¡Aclarado! ¿Aclarado? No… No, porque eso lo dijo Richards en 1993, pero en su autobiografía, Vida (2010), sostiene otra cosa. Es en ese libro donde revela que compuso la canción en una clínica de rehabilitación en Suiza, cuando Anita Pallenberg aún no había dado a luz: “Empecé a cantar: ‘Angie, Angie’. No era sobre nadie en particular. Un nombre cualquiera. Podría haber sido: ‘Ooooh, Diana”. Y añade que ni siquiera él y su pareja habían sopesado ese nombre cuando Anita estaba embarazada; según Richards, la elección se hizo cuando la niña ya había nacido. “No sabía que Angela iba a llamarse Angela cuando compuse ‘Angie’. En esa época no sabías el sexo del bebé hasta que nacía. De hecho, Anita le había puesto Dandelion. Angela fue el segundo nombre porque había nacido en un hospital católico y todos insistieron en ponerle un nombre más apropiado”. Efectivamente, la niña, hoy una mujer de 51 años, se llama Dandelion Angela, aunque lógicamente prefiere que la llamen Angela.
De modo que si el padre de la criatura —de ambas criaturas— asegura que no está dedicada a su hija, habrá que creerle. De lo más plausible parece la apreciación de la revista musical NME, que en un artículo de 2011 dedicado a relatar la historia de varios clásicos de los Rolling Stones, señala, a propósito de “Angie”: “Aunque se rumoreó que estaba inspirada en Angie Bowie, está inspirada en realidad en Marianne Faithfull después de que se terminase su relación con Jagger”. De este modo, y aceptando que el título es aleatorio, versos como: “No es hora de que nos despidamos, / Angie, todavía te amo. / Recuerda todas las noches que lloramos, / todos los sueños que tuvimos tan cerca”, cobrarían todo el sentido. Jagger y Faithfuil rompieron en mayo de 1970.
También hay quien aprovecha el nombre de otras Angies o Angelas famosas, un tanto al azar, para elaborar conjeturas que van de lo razonable a lo delirante. Entre las citadas están la actriz Angie Dickinson o incluso la excanciller alemana Angela Merkel, que tenía 18 añitos cuando se compuso la canción (todo lo más, la Merkel, en la cima de su carrera política, solía cerrar sus mítines con el audio de “Angie”, argumentando que los Rolling Stones son uno de sus grupos favoritos). Al menos una cosa está clara: cincuenta años después, “Angie” sigue emocionando con su delicado arreglo y una interpretación cargada de emoción —sintiendo cada palabra que canta— a cargo de Jagger.
Esta preciosa composición fue de las últimas de la edad de oro de los Stones, aquella que abarca álbumes históricos como The satanic majesties request (1967), Beggars banquet (1968), Let it bleed (1969), Sticky fingers (1971) o Exile on Main St. (1972). De hecho, para muchos, Goats head soup no está entre los mejores discos de la banda, y significa el inicio de su relativo declive; a partir de mediados de los setenta comenzaron a ser vistos como dinosaurios de la década anterior y a quedar eclipsados por la vorágine del punk y la nueva ola. Aunque, como todos sabemos, nada ha podido con ellos y siguen felizmente en activo.