Christina Rosenvinge se encuentra embarcada desde hace más de un año en la gira de celebración por las tres décadas de un disco que cambió las tornas del pop español. Si 'Que me parta un rayo' fue inmensamente popular en España, el lazo que construyó con Latinoamérica es indestructible. Precisamente a punto de tocar en Chile, la artista ha hablado con un diario de ese país sobre lo que significa para ella seguir girando y haciendo música a una edad (y en un género, el rock) en los que la industria tiende a relegar a las mujeres al olvido.
Libros, obras de teatro, películas y claro, conciertos. A sus casi 60 años, Christina Rosenvinge irradia energía. En realidad lleva haciéndolo desde los 80, cuando era apenas una adolescente que, chas, apareció a nuestro lado con su larguirucha figura de hada del norte. Transitó de puntillas por la Movida y recaló en un pop más edulcorado con Alex y Christina. Pero no sería hasta 1992 cuando daría un golpe de timón (el primero de varios, en realidad) a su carrera con el disco 'Que me parta un rayo', firmado por Cristina y Los Subterráneos. "Eran canciones que hablaban de cosas de las que no se estaban hablando en el rock porque prácticamente no había artistas femeninas -le ha dicho esta semana a La Tercera- . El punto de vista femenino, y ya no te digo feminista, faltaba casi por completo en la música”.
Han pasado tres décadas y aunque el proceso de cambio se ha acelerado, hay aún barreras por derribar, como el edadismo en la industria musical, particularmente en géneros como el pop o el rock en los que la tiranía de la imagen suele distorsionar la obra de muchas artistas, o la percepción que se tiene de ellas. En realidad es a ese lado salvaje del patriarcado que ha sobrevivido Rosenvinge hasta convertirse en un referente.
“Me ha costado muchos años llegar a aceptarlo, porque efectivamente me causaba mucho pudor -dice en la entrevista-. Yo pensaba que la gente, las mujeres, habrían hecho lo que hicieron estando yo o no, pero al final me lo han hecho llegar en forma de testimonio muchas veces". Rosenvinge también se ha referido al doble rasero con el que se sanciona el paso del tiempo entre hombres y mujeres. "Creo que también es por el hecho de haber demostrado que se podía hacer todo esto, y seguir mostrándolo. Porque tampoco hay muchas mujeres que pasen los 50 años con la guitarra eléctrica colgada. Una frontera que los hombres pasan tranquilamente", ha señalado.
En efecto, mientras o hombres se lanzan loas con categorías como 'viejos dinosaurios del rock', 'incombustibles', 'jefes', etc. No existen el mismo espíritu celebratoria para las artistas veteranas del género. Rosenvinge ha sido, por ejemplo, una madre del rock: "Dentro de poco voy a cumplir 60 años y esencialmente no ha cambiado nada en mi estilo de vida. Mis hijos han crecido mientras yo hacía esto y quiero decir que incluso ahora creo que es importante demostrar que esto es una forma de vida posible. Y que hay mucho talento femenino por desarrollar, por descubrir”.
Por eso, fiel a su camino, la artista celebra especialmente que los chicos más jóvenes estén cambiando su manera de percibir la música, (y a través de ella, el mundo): "Me da mucha alegría cuando me encuentro con un chico de 25 años que sigue mi música. Siempre son chicos muy especiales, con una cierta sensibilidad, que no encajan tanto en el grupo de los maromos que van al fútbol", señala.