El pasado 27 de mayo, la cantante de música popular de la que más se habló en España no fue Karol G; tampoco Shakira. Fue Samantha Fox. Un mes antes, el 26 de abril, medios de todo tipo dedicaron amplio espacio al concierto Locos por la Música, que reunió en el estadio Santiago Bernabéu a Cómplices, Rafa Sánchez, Seguridad Social, Los Rebeldes, Javier Andreu, La Guardia y muchos otros veteranos. Este verano, esas mismas bandas llenan un día sí y otro también carpas y auditorios de todo el país. Algo está sucediendo con la música de los ochenta y noventa, y se debe no solo a que el público la demande; una serie de profesionales de la industria se está encargando de que este revival funcione.
Hablamos de promotores de conciertos y mánagers que trabajan para que este inopinado interés por el pop y el rock del pasado se mantenga vivo e, incluso, crezca. Sin ellos, por más que los aficionados se murieran de ganas de ver a estos artistas en directo, el fenómeno que referimos no se produciría. Han visto el interés que suscitan, y han puesto a estos grupos de nuevo en el candelero.
Felipe Menéndez es el director general de Sharemusic!, promotora que organiza festivales como Love the 90s, Love the Twenties o Discoteca de los 80, el evento que traerá a Samantha Fox, Alphaville, Bananarama, C. C. Catch, F. R. David, Ryan Paris, Iván y otras estrellas del pop bailable de antaño al WiZink Center de Madrid el 26 de abril de 2025. El festival se anunció casi un año antes de su celebración, y con la misma prontitud se pusieron a la venta las entradas, que de algunas modalidades (Preferente y VIP Experience) ya están agotadas. “Samantha Fox no es Celine Dion —concede—, pero representa bien lo que está pasando”.
Lo describe así: “El indie logró aglutinar a gente joven y más mayor, pero luego no ha habido otras músicas que conquisten a nadie. Hay una carencia creativa absoluta. El reggaetón no va a enganchar a gente de 50 años. El indie lo logró, pero todos los festivales eran iguales. El público quiere escuchar los hits. Hay una nueva forma de escuchar, de playlist, con las canciones de siempre y las que nos han removido en algún momento de nuestras vidas, porque las de ahora no nos provocan nada. En nuestros festivales vas a escuchar todos los himnos de una generación en un solo día. Es la playlist de tu vida. El nivel de disfrute es permanente”. Aun así, rechaza el enfoque nostálgico: “Hay que celebrar la vida ahora” explica. “De lo que se trata es de disfrutar de la música de ayer hoy. Por eso nuestro claim es: ‘Vuelve al lugar donde eres feliz’, no ‘donde eras feliz”.
Sharemusic! inició su actividad hace veinte años, al principio como pequeña promotora musical y agencia de comunicación. Su primer proyecto fue la fiesta Panic, en la discoteca Fabrik; después de veintidós años de andadura, sigue celebrándose. En 2016 la empresa creó una comunidad de redes sociales llamada “Yo salía de fiesta en los noventa”, con ánimo de aglutinar a gente que, de hecho, salía de fiesta en los noventa. Llegaron a contar sus seguidores por varios millones en todo el mundo. “Eso fue creando un caldo de cultivo”, dice Menéndez. “Gracias a aprender qué le gustaba a la gente, dijimos: ‘Vamos a crear un festival”.
Atribuye el boom remember a un componente generacional: “Nuestros hijos han crecido, hemos dejado atrás su crianza, tal vez nos sentimos más desahogados económicamente y estamos deseando volver a sacar la cabeza y respirar, seguir disfrutando… Podemos permitirnos gastarnos 100 euros un fin de semana. No salimos mucho, pero cuando salimos queremos ir a una cosa que esté guay, que cumpla una serie de requisitos más allá de la experiencia musical”. Y añade: “Por eso nos preocupamos de que la gente tenga un buen servicio de bar, de baños… Es más un fenómeno social y de experiencia que meramente musical. Vamos a vender casi 500.000 entradas este año”.
Su fórmula consiste en rescatar nombres míticos que tuvieron su momento de gloria hace treinta o cuarenta años y presentarlos rodeados de la última tecnología. “Algunos artistas habían desconectado de la profesión y trabajaban en un Mercadona”, revela. Actualmente, gracias esta tendencia según Menéndez, “está pasando en todo el mundo”, los músicos de este perfil están solicitadísimos. “Hasta hace poco —señala—, que no pudiéramos tener a un artista concreto era muy difícil; hoy se ha hecho más complicado, porque los reclaman de todos lados. Sobre todo los del dance: no paran de actuar, y sus cachés se han disparado. OBK antes del Love de 90s hacía seis bolos al año; ahora hace más de cincuenta. No fue solo gracias a Love the 90s, pero sí supuso un paso más en ese proceso”.
“Lo que hacemos —prosigue— es elevar al artista del pasado apostando por nuestras producciones actuales. Hacemos un show de vanguardia: lo último en tecnología con música de antes. Todo está estratégicamente pensado y sincronizado. La gente entra en una experiencia que la absorbe, que musicalmente es brutal… Es una corriente que beneficia a todos”. En sus inicios, Love the 90s se limitaba a la música dance; dado el renovado entusiasmo que generan los grupos de pop, decidieron crear un escenario solo para bandas de este estilo. “Cuando el festival llega a un tope, la única manera de crecer era abrirnos al pop”.
Es esta corriente, que alcanza proporciones de industria, afloran otros dinamizadores, como la promotora Locos por la Música, organizadora del macroconcierto del Bernabéu y otros de similar aunque más reducido elenco que tienen lugar en diferentes ciudades españolas este verano o el crucero Locos por el Mediterráneo, que del 13 al 24 de octubre se celebrará a bordo del Costa Smeralda; o la oficina de management Doscondos Producciones, dirigida por el curtido Manolito Sánchez, que potencia las carreras de OBK, Rafa Sánchez, Cómplices y Amistades Peligrosas, entre otros. También despunta la figura de David Camacho, mánager de La Guardia, La Frontera, Javier Ojeda (Danza Invisible) y Burning, impulsor del formato Rock & roll star.
Constituido hace once años, y todavía en ruta, Rock & roll star es un concierto en el que La Guardia, Javier Andreu (La Frontera) y Javier Ojeda se juntan para cantar sus seis o siete canciones más conocidas con una misma banda de apoyo, que es La Guardia. “Se me ocurrió sinceramente —dice Camacho, de 52 años— porque vi que un concierto largo necesitaba color, y el cliente no podía contratar dos o tres grupos. Al mismo tiempo, cada grupo tiene una serie de canciones con las que la gente se desgañita. Pensé: ‘Si todo esto lo concentramos…’. Por eso decidimos centrarnos en esos seis o siete temas, que hayan sido singles”.
La historia de Camacho es bastante peculiar. Durante años se dedicó a otra industria muy diferente: la del plástico. Amigo personal de Manuel España, cantante y líder de La Guardia, ambos se reencontraron en marzo de 2005 cuando Camacho asistió a un concierto de la banda granadina. “Al día siguiente, que era domingo, comimos juntos, y el lunes llegamos a la conclusión de que La Guardia necesitaba un mánager con savia nueva. Y yo siento pasión por el grupo”. Lo primero que hizo fue financiar un disco del grupo, Sobre ruedas (2007), el cual, una vez grabado, se vendió a la discográfica Vale Music. “A raíz de eso volvimos a salir en medios”, dice. El sencillo “Un día redondo” se utilizó como sintonía de una serie de Canal Sur.
“Hicimos una labor de campo de mucho trabajo, mucho bocata y mucha furgo, y empezamos a generar conciertos por toda España”, continúa. “Y un concierto saca otro. Las redes sociales no estaban tan extendidas como ahora y solo te enterabas por los carteles y la agenda de la web. Pero la pasión y la confianza de Manuel hacia nosotros hicieron que volvieran con fuerza”. Visto el éxito, otros artistas, como los antes citados, llamaron a la puerta de su empresa, Diagonal Producciones. “Y a partir de ahí creamos una oficina con artistas que me encantan. La sensación no es de estar trabajando, sino de levantarte cada mañana a hacer cosas con músicos que has estado escuchando toda la vida”.
En noviembre de 2023, La Guardia celebró sus cuarenta años en la música con un concierto en La Sala del WiZink Center de Madrid. Una vez más, Camacho creyó oportuno ofrecer a los espectadores un plus; en este caso, la participación de David Summers (Hombres G), Javier Andreu y Carlos Segarra (Los Rebeldes). No fue necesario anunciar su presencia. “Se vendió todo sin que la gente supiera que iba a haber artistas invitados”, dice. “Se ha creado una competencia sana y, a la vez, se demuestra que la unión hace la fuerza”.
Pocos podían presagiar en los ochenta que estos grupos seguirían viviendo noches de gloria en el entonces lejano 2024. La atracción que ejercen sobre el público maduro y la sabia gestión de estos y otros emprendedores lo han hecho posible. “Hubo un momento en que la misma carencia de su música generó expectativas”, arguye. “Pero nadie se imaginaba que los grupos fueran a volver con tal fuerza. Empiezan a hacer conciertos, al público se le pone la piel de gallina y la bola crece”. Y añade: “Además, no fallan en directo: lo dan todo y eso el público lo agradece horrores”.