Así logró Triana revolucionar el rock andaluz en los 70

La década de los 70 fue una época de grandes transformaciones sociales y políticas en España, y uno de los movimientos culturales que emergió con fuerza durante esos años fue el rock andaluz. Dentro de este movimiento, la banda Triana se consolidó como un referente indiscutible, marcando un antes y un después en la historia de la música española. 

Fundada en 1974 en Sevilla, originalmente se trataba de un quinteto, pero pronto se convertía en trío tras las salidas tempranas de Dolores Montoya y Manuel Molina, dejando solos a Jesús de la Rosa (voz y teclados), Eduardo Rodríguez Rodway (guitarra) y Juan José Palacios “Tele” (batería). Estos tres artistas lograron fusionar de manera única el flamenco con el rock progresivo, creando un sonido que rompía las fronteras tradicionales y que capturó el espíritu de una generación que anhelaba libertad y cambio.

El origen del rock andaluz

El contexto de la creación de Triana como grupo musical fue clave para su éxito. España se encontraba en los últimos años de la dictadura de Franco, un periodo caracterizado por la represión política y la censura. En este contexto, los jóvenes buscaban nuevas formas de expresión, y la música se convirtió en un refugio a través del que podían canalizar sus emociones. El flamenco, como símbolo cultural andaluz, ya era una expresión de identidad arraigada en la región, pero Triana decidió innovar al fusionarlo con el rock progresivo y el psicodélico, géneros dominados por bandas internacionales como Pink Floyd y King Crimson.

Triana comenzó su carrera profesional con el lanzamiento de su primer álbum en 1975, titulado "El Patio", que aunque inicialmente no fue un éxito comercial, con el tiempo se convirtió en una referencia fundamental en el rock español. En este disco, se pueden encontrar temas icónicos como “Abre la puerta” y “En el lago”, que combinan la profundidad emocional del flamenco con la complejidad instrumental del rock progresivo. Gonzalo García-Pelayo, productor de la banda, ayudó a pulir ese sonido distintivo que hizo que el grupo se ganara rápidamente un público fiel, especialmente entre los jóvenes que buscaban un sonido que vibrara al mismo son que sus deseos de cambio.

La trilogía clásica y su impacto

Después del lanzamiento de "El Patio", Triana continuó desarrollando su propuesta musical con un par de álbumes que definirían la esencia del rock andaluz. Su segundo disco, "Hijos del Agobio" (1977), es considerado uno de los más influyentes de su carrera, ya que refleja claramente las tensiones políticas de la época, justo en los inicios de la Transición Española. En canciones como “Rumor” y “¡Ya está bien!”, la banda critica la opresión y clama por libertad, lo que conectó profundamente con el clima político y social del momento.

El tercer álbum, "Sombra y Luz" (1979), llevó a Triana a explorar terrenos más experimentales. Aquí, la banda integró elementos de jazz y amplió su paleta sonora, con un mayor protagonismo de la guitarra eléctrica. Este disco se considera el punto culminante de la banda en términos de creatividad, pero también marca el inicio de un sonido más accesible, que se materializó en sus siguientes trabajos. Triana comenzaba a abrirse a un público más amplio, pero sin perder la esencia progresiva que los caracterizaba.

La consagración y la tragedia

Para 1980, Triana ya había vendido más de medio millón de discos, una hazaña impresionante en el panorama musical español de la época. El single “Tu Frialdad”, de su cuarto álbum, titulado "Un encuentro", llegó al número uno de las listas de éxitos, consolidando a la banda como una de las más populares en España. Sin embargo, esta etapa de éxito también trajo consigo un sonido más cercano al pop-rock, lo que marcó una transición hacia un estilo más comercial, como atestiguó en 1981 su penúltimo disco, “Un mal sueño”, que resultó más cercano al pop.

El último paso de Triana se dio en 1983 con el sexto disco, “Llegó el día”, solo unos meses antes de que un trágico accidente de tráfico segará la vida de Jesús de la Rosa, cantante y  alma creativa del grupo, poniendo con ello fin a la primera etapa de Triana. La pérdida de su líder fue un golpe devastador no solo para sus compañeros de banda, sino también para el panorama musical español, que vio cómo una de sus voces más originales se apagaba de manera prematura. Hasta entonces el grupo había amasado más de cuatro millones de discos vendidos.

El legado y una reencarnación controvertida

Aunque la banda original se disolvió tras la muerte de Jesús de la Rosa, el impacto de Triana en el rock andaluz y en la música española en general fue duradero. Su capacidad para fusionar el flamenco con las corrientes progresivas internacionales abrió nuevas posibilidades para músicos en todo el país. A lo largo de los años, Triana ha sido citada como una influencia clave por bandas posteriores y artistas del nuevo flamenco, como Ketama.

En los años 90, Juan José Palacios "Tele" intentó revivir la banda bajo el nombre de Triana, aunque con una formación diferente, lo que generó controversia entre los seguidores más puristas. A pesar de las críticas, la nueva versión de la banda publicó un par de nuevos discos, hasta la muerte de “Tele” en 2002, aunque nunca logró igualar el éxito de la formación original.

Triana fue más que una banda de rock; fue una expresión cultural de una Andalucía en plena transformación, que logró combinar la tradición con la modernidad, el arte con la protesta. La influencia de Jesús de la Rosa y sus compañeros sigue viva hoy en día, no solo en los músicos que siguieron su camino, sino también en el público que sigue disfrutando de su música cinco décadas después.