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Tres detalles que se ven en el 'making of' de la última canción de Sabina

El pub a media luz crepuscular, el silencioso barman, el vaso de whisky y el humo del cigarrillo, como si fuese el decorado de una película de cine negro clásico, ambientaban los versos confesionales del videoclip de 'El último vals', la canción más reciente de Joaquín Sabina, una (otra más) con sabor a epitafio, a auto homenaje, a despedida. Sobre todo porque aparecía acompañado por una pléyade de buenos amigos con los que tomarse la (pen)última ronda.

El cineasta Fernando León de Aranoa, que ya se había encargado del documental 'Sintiéndolo mucho', fue quien dirigió el vídeo y ahora ha compartido en su cuenta de Twitter unas imágenes del 'making of' que demuestran que el ambiente que reinaba detrás de las cámaras de ese último baile era el mismo que delante de ellas: mucha camaradería, muchos abrazos y muchas risas compartidas.

Jimena y sus hijas

Entre tanto convidado masculino a esa especie de celebración de toda una vida, destaca la presencia de su pareja, Jimena Coronado, y de sus hijas, Carmela y Rocío. De nacionalidad peruana, Jimena, de 55 años, conoció al flaco de Úbeda cuando hacía fotos para revistas y publicaciones de un diario de Lima, en diciembre de 1994, aunque no se casaron hasta el 2020.

Discreta y con una gran capacidad de trabajo, ha permanecido al lado de Sabina tanto en los buenos como en los malos momentos. El cantautor, camino de los 76 años, ha contado en alguna ocasión que es incapaz de dar un concierto si ella no va, y que si fue capaz de reponerse del ictus que sufrió en 2001 fue gracias a ella.

Sus dos hijas son fruto de la relación que mantuvo durante más de una década con Isabel Oliart. Ambas mantienen el primer apellido de su padre, Martínez, y las dos han permanecido siempre alejadas de los focos. La relación de Sabina con ellas no fue muy fluida cuando eran pequeñas por su (caótico) estilo de vida, pero con el paso del tiempo su vínculo se ha ido estrechando, hasta el punto de poder autodefinirse como un buen padre.

Serrat, una amistad eterna

De entre todos los colegas que pasan por la barra de 'El último vals', de Ricardo Darín a Alejo Stivel, pasando por Benjamín Prado, José Tomás, Andrés Calamaro, Luis García-Montero, Ariel Rot o Jorge Drexler, sin duda alguna el más significativo es Joan Manuel Serrat, con quien ha compartido una amistad que se ha trasladado a los discos y a los escenarios.

De hecho, el de Úbeda siempre ha considerado un privilegio poder considerarse amigo del 'Nano', ya retirado de los escenarios. "La vida a veces hace milagros y a mí siempre me ha parecido un milagro que el maestro de maestros, que es Serrat, cuyas canciones yo cantaba exiliado en Londres con 20 años, haya querido regalarme hacer tres giras conmigo", dijo en una entrevista televisiva.

Lágrimas de mármol

El 'behind the scenes' compartido por León de Aranoa se cierra con la imagen de Sabina a solas en la barra del bar, frente al vaso de whisky y el cenicero, secándose con los dedos un par de lágrimas furtivas. ¿Lágrimas de mármol quizás? “Si este va a ser, como él dice, el último videoclip de Joaquín Sabina, su último vals, no quedaba otra que salir a bailar con él. La canción tiene mucho de inventario, de despedida, de confesión", explicaba León de Aranoa sobre el rodaje.