Se puso a la venta hace más de dos años, pero la casa romana de Raffaella Carrà, como el dinosaurio de Monterroso, todavía sigue allí. Y un conocido portal inmobiliario que lo anuncia no se explica porque la propiedad, valorada en casi dos millones de euros, sigue sin venderse. El 'maxipiso' se encuentra en una exclusiva urbanización en la que Carrà tenía su residencia habitual durante sus últimos años de vida, y de ella fueron también vecinos (en la misma finca) los dos grandes amores de su vida: el productor Gianni Boncompagni y el coreógrafo Sergio Japino.
Situada en vía Nemea, en el barrio de Vigna Clara al norte de Roma, se trata de una "residencia de ensueño de casi 400 metros cuadrados" que cuenta con nueve dormitorios, cuatro baños, tres balcones y sauna. Lo que no sabemos es si la diva utilizaba, como cualquier hija de vecino (pudiente) los espacios comunes de la urba, que incluyen piscina y cancha de tenis. Según el portal que lo anuncia "además, los grandes ventanales proporcionan una inmensa luz natural al interior de tonos claros".
La inmobiliaria Engel & Volkers, encargada de las gestiones, puso la propiedad a la venta en 2022 por poco más de 2 millones de euros pero al parecer aún no se ha encontrado el comprador adecuado y ahora el precio ronda el millón 900 mil euros. Como se sabe, Carrà, que toda su vida fue una orgullosa votante comunista, solía tener gestos altruistas y repartir, más o menos, su fortuna entre niños que apadrinaba, donativos para infraestructura de uso público y demás actividades benéficas. La artista, sin embargo, mantuvo en propiedad tres grandes residencias, entre ellas una mansión en Monte Argentario, un balneario de la Toscana, que sí fue rápidamente vendida.
Lo que no ha trascendido es si la venta de estas propiedades será parte de la herencia que, se especula, habrían recibido tanto Sergio Japino, su ex pareja y compañero vital durante tres décadas, sus sobrinos Matteo y Federica Pelloni o incluso las hijas de su primer gran amor, Gianni Boncompagni, para quienes fue una figura maternal durante el tiempo que estuvieron juntos.
El piso que, de momento, nadie quiere comprar, consta también de "un gran recibidor da la bienvenida a los visitantes de la casa, a cuya derecha se encuentra la zona de noche, compuesta por un dormitorio principal y un cuarto de baño acabado en mármol con jacuzzi y sauna. A la izquierda del salón hay un cuarto de baño y un comedor doble. Continuando, hay una gran cocina comedor, con un montacargas que comunica directamente con el cuarto de plancha, un cuarto de baño de servicio, una habitación de invitados y un dormitorio doble con cuarto de baño".
Sobre las razón de que no se venda, un amigo de la propia Carrà, Giancarlo Magalli, daba la clave durante la presentación de un libro dedicado a la recordada artista y el problema no sería otro que la distribución. La diva habría reformado su casa conectando hasta cuatro pisos de la misma planta. "Esa casa es un tren -sostiene Magalli -, por eso no se puede vender. Hay cuatro apartamentos seguidos, es como vivir en un Tren de Alta Velocidad: uno de los apartamentos era mío, primero se lo alquilé y luego se lo vendí".