El parón obligatorio se extiende desde marzo para buena parte de los trabajadores del sector del espectáculo y los eventos. "Llevamos 198 días sin abrir”, cuentan a Uppers desde Industrial Copera, la mítica sala de conciertos granadida en activo desde los 90. Seis meses en los que las 30 personas de su plantilla han visto frenada de golpe toda actividad. "A las salas de conciertos ahora mismo no se nos permite abrir por decreto", explica su responsable de agenda y producción de conciertos, Silvia M. Ferri, que pertenece también al equipo directivo de ACESS (Asociación estatal de salas privadas de música en directo). "En Andalucía hay una normativa para otros espacios cerrados, como palacios de congresos o teatros, pero con una reducción de aforo a un máximo de 800. Pero para cualquiera que sea de más de 200 personas hay que pedir permiso a la Junta, que difícilmente los están concediendo". La suya es una de las diferentes realidades que afectan a alrededor de 700.000 familias que en España viven de este sector, en cálculos de Alerta Roja.
Indignados ante la falta de protección institucional y desesperados por la incertidumbre, se ha creado "desde una masa social que no pertenece a asociaciones y decide movilizarse y junto a asociaciones y trabajadores" esta plataforma de unificación sectorial de la industria del espectáculo y los eventos. Alerta Roja, explica al teléfono Pacolop, diseñador y técnico de iluminación con más de 30 años de experiencia, reclama "al Gobierno de España y a los ministerios responsables (Trabajo, Hacienda, Asuntos Económicos, Cultura y Deporte, e Industria, que tomen medidas para ayudar al sector ,que no lo dejen morir, que no haya fuga talento y que no se den cuenta de la falta que hace la cultura en nuestras calles cuando sea demasiado tarde".
Por eso este 17 de septiembre se lanzan a ellas a reclamarlo. La principal acción, una manifestación que se realizará de manera unificada en 28 ciudades españolas, cuenta ya con 30.000 personas con asistencia confirmada que vestirán de negro. Irán encabezadas por algunos de estos profesionales que empujarán flightcases y otros tantos que les seguirán detrás. "Todos vamos a trabajar igual. Es una movilización segura, en la que se guardarán las distancias de seguridad y se cumplirán protocolos; no hemos hecho un llamamiento masivo. Buscamos una protesta de calidad y no de cantidad. Queremos demostrar que la cultura es segura", recalca Pacolop.
Expertos en esto de organizar eventos, lo han planteado del mismo modo. "Es como si asistieras a un concierto. Con una solicitud de asistencia en la web que facilita tu entrada y señala un lugar y hora de inicio así como las indicaciones de seguridad y protocolos a seguir. Para ello es necesario aportar datos que luego faciliten la trazabilidad en caso de contagios. Se han hecho además subgrupos por colores que faciliten esta tarea".
Los listados para todas las ciudades llevan completos días, "hemos conseguido sold out", dice Paco. Pero el portavoz recuerda que hay otras formas de participar en la protesta: "En redes sociales se pueden compartir mensajes e imágenes con las etiquetas #alertaroja, #hacemoseventos y #apoyo17s. Quienes no puedan venir también pueden iluminar sus casas o poner señas rojas en sus balcones. Edificios públicos y privados van a encender sus luces de rojo, el WiZink en Madrid será uno de ellos".
"Otros servicios, como los transportes, van llenos a pesar de tratarse de espacios muchísimo más pequeños. Vas en un autobús con 60 personas, sentados unos al lado de otros pero no se permite hacer conciertos en salas en las que sí se respete la distancia de seguridad. Se está criminalizando y castigando mucho al sector de la cultura", reflexiona Miguel Martín, músico (Unidad y Armonía) y técnico de backline de bandas como Lagartija Nick o Los Planetas.
"Tenía alrededor de una veintena de fechas para trabajar cerradas con diferentes grupos y alquileres de backline previstos para varios festivales y eventos en Granada, Córdoba o Málaga. Todos se han ido suspendiendo conforme se acercaban las fechas. También iba a sacar disco en mayo y se fue al traste". Entre los profesionales las previsiones no son muy positivas: "La realidad es que este año prácticamente se da por perdido y, siendo optimistas, ya se verá cómo se salva el año que viene. Las promotoras no para de inventar sistemas y formatos nuevos para que este sector no muera", explica Martín.
Un panorama tan desolador como incomprensible para una industria que, en cálculos de Alerta Roja, mueve "unos 12.000 millones de euros al año, un 3,8% del PIB", dice Pacolop. Y que se siente desamparada: "A los trabajadores del espectáculo y los eventos no se nos reconoce como gremio. Igual que existe un gremio de tarotistas, debería considerársenos a nosotros".
“Se nos ha metido en el mismo saco que a los botellones o a las fiestas privadas clandestinas”, subraya Silvia M. Ferri de la sala de conciertos Industrial Copera. Y, como el músico Miguel Martín, hace alusión a dos polémicas campañas publicitarias que, reclaman, habrían contribuido a su desprestigio. #Estonoesunjuego, del Ministerio de Sanidad, y otra promovida por el Ayuntamiento de Murcia en la que se establecía una relación entre la pulsera de los festivales de música y la de ingresos hospitalarios. "Nuestra voluntad es seguir trabajando cumpliendo las medidas de seguridad y los protocolos, buscando la fórmula ya no para hacerlo rentable, sino para por lo menos para sobrevivir", dice Ferri.
Con las salas de conciertos cerradas de manera definitiva desde el 14 de agosto, la incertidumbre se acentúa: "Seis meses ya en los que hemos seguido pagando alquileres, suministros, seguros… Son todo pérdidas que te pueden llevar a la ruina". Acogidos a ERTE y a las ayudas para autónomos, reclaman con las movilizaciones de este 17 de septiembre otro tipo de ayudas o subvenciones específicas para el sector.
"Exigimos es un plan de rescate ya para las salas de conciertos, que estamos al límite, y un sello de calidad que nos identifique como espacios cultura, con nuestras programaciones nutrimos el tejido cultural de las ciudades donde estamos", piden desde Copera. Coincide el músico Miguel Martín: "Lo que hacemos son actividades culturales que además dan muchísimo trabajo a muchas personas. Si a este sector se le cortan las alas, pronto no habrá productos para consumir. Durante el confinamiento todos disfrutamos de cine, teatro, música y conciertos en plataformas digitales. Si el trabajo que realizamos no se apoya, los creadores no resistiremos el golpe".