Hubo un tiempo, a finales de los ochenta y principios de los noventa, en que todo el mundo en la industria de la música tenía cara de emoji sonriente. Se vendían discos por millones, las giras eran una máquina de hacer dinero y las discográficas celebraban sus famosas convenciones anuales a cuerpo de rey a la vez que pagaban viajes transoceánicos de una semana a los periodistas a veces solo para ver un concierto. Antes de que la confluencia de varios factores (la proliferación de discos piratas y descargas ilegales, la crisis del modelo de negocio) desinflara la eufórica burbuja, trabajar en el pop y el rock era sinónimo de pasarlo muy bien.
Ese clima festivo tuvo su reflejo en la propia producción artística, y una hornada de grupos que basaban su propuesta en el humor, a veces ácido, a veces naïf, tomó el mercado. Los Inhumanos, The Refrescos, Aerolíneas Federales, Zapato Veloz y, por supuesto, Toreros Muertos y No Me Pises Que Llevo Chanclas inundaron la radio de surrealismo y buen humor.
En 2021 no se dan las mismas condiciones favorables: apenas se venden discos, nos hemos visto golpeados por una dura pandemia y en las redes sociales prima la acritud. Pero a pesar de ello, o puede que a causa de ello, los pioneros Toreros Muertos (que se dieron a conocer en 1985 con el single "Yo no me llamo Javier") y sus en cierto modo discípulos No Me Pises Que Llevo Chanclas (que en 1989 acuñaron el término "agropop") han decidido retomar los hábitos y ponerse de nuevo en ruta en una cruzada conjunta por la risa. Incluso han grabado un tema a medias, 'Agüita agropop' (un delirante popurrí de 'Mi agüita amarilla', de Toreres Muertos, y varios temas de los Chanclas, ensamblados con tanto arte que las letras de unos parecen réplicas a las de los otros) que firman con el apropiadísimo nombre de Toreros con Chanclas. Ver el vídeo, rodado en Zahara de los Atunes, produce un efecto Prozac instantáneo.
Como es de suponer, tratar de mantener una charla seria de Pablo Carbonell (59) y Pepe Begines (54), líderes del combo madrileño y del sevillano, respectivamente, es tan difícil como hacer reír a un tertuliano político. La dinámica que rige la conversación es la siguiente: Carbonell lleva sus respuestas por derroteros inimaginables, a veces a años luz del asunto sobre el que versaba la pregunta; a continuación, Begines intenta reconducir el tema, pero sintiéndose absolutamente incapaz, termina departiendo con Pablo sobre cuestiones de la más diversa índole.
Indudablemente, el mal humor imperante estos días ha influido en su decisión de juntarse. "Como somos dados a tocar música para hacer disfrutar a la gente, imagino que hacía mucha falta. A nosotros nos ha espoleado eso", confirma Begines. "Ciertamente la pandemia nos ha hecho replantearnos el mundo a todos -prosigue Carbonell—, y nosotros hemos optado por el cachondeo a calzón sacado. Como cada día estoy más serio, me he unido al único tío que es más payaso que yo en el panorama musical: mi hermano Pepe. Con lo cual vamos a poner no miel sobre hojuelas, sino risa sobre risa. Es un acto de cubismo humorístico".
Con sus canciones, que definen como "vacunas anti-mal rollo", pretenden devolver las cosas a su estado natural de alegría. "Vamos a internar normalizar el carácter de la gente. Y sobre todo, divertir y divertirnos. Que se vende hoy muy caro", incide el sevillano. "No lo hemos hecho antes porque nos separaron al nacer y hace poco unos investigadores guatemaltecos han descubierto que somos hermanos. Y ahora los siameses atacan", explica Carbonell.
No recuerdan exactamente dónde y cuándo se conocieron: "Debió de ser una noche, a altas horas de la madrugada…", señala Pablo Carbonell. En Toreros Muertos, que surgieron unos años antes que los Chanclas, Pepe Begines encontró un espejo de sus inquietudes artísticas. "Siempre abogo por la música sin complejos. Pero parece que porque la hagamos con humor, la crítica ha de ser negativa". Choca ese prejuicio, teniendo en cuenta que en ambas formaciones hay excelentes músicos y, de hecho, Begines prepara una versión flamenca de la ópera rock Jesucristo Superstar.
La pequeña diferencia de edad entre uno y otro no ha abortado la colaboración. "Generacionalmente Pepe me parecía muy pequeño, pero como se ha estropeado mucho, y yo he pegado un frenazo biológico, ahora tenemos la misma edad y podemos trabajar de tú a tú, sin mi mirada condescendiente", bromea Pablo. "Hablamos el mismo lenguaje y somos del mismo equipo", zanja su compinche.
Es una realidad que en los últimos años han dejado de aparecer bandas predispuestas al gamberrismo sonoro: los nuevos grupos, y los no tan nuevos, se toman la música muy en serio, actitud que ni Carbonell y Begines comparten. Atención a la explicación del primero: "Ahora toda la industria musical está en manos del gobierno, y no hay nada que aterrorice más a los que mandan que el humor. Métete conmigo, pero no me hagas un chiste". Begines no se queda atrás: "Creo que también ha pasado porque no hay tutoriales para esto. Los hay para tocar la guitarra como Joe Satriani, pero para hacer música de buen rollo hay que llevarlo dentro".
La sobriedad con que afrontan la música los jóvenes lleva a preguntarse: ¿la gente de 50 se divierte mejor? "Hoy los grupos salen al escenario muy desmotivados, quizá les sacan sangre antes. Los más jóvenes consideran que pasarlo bien en un escenario es una falta de respeto, y nosotros ya hemos pasado ese complejo", expone el cantante de Toreros Muertos. "Hay papeletas para que los mayores se diviertan mejor", apunta Begines. "Es gente que sale dos noches al año, o diez, y lo disfruta como algo especial".
Pablo Carbonell: "Los chavales de ahora me dan un poco de pena. Ven pornografía a partir de los nueve años, y eso puede crear unos traumas muy fuertes. Eso crea unas necesidades colmadas muy pronto. ¡Yo no me desvirgué hasta los 17 años!". Pepe Begines: "La abundancia genera aburrimiento. Me acuerdo de que cuando iba a la feria de pequeño, beber una Coca-Cola era algo extraordinario. Con la música pasa un poco lo mismo.
A la música se dedicaban quienes pasaban una criba familiar, quienes tenían verdadera pasión. Ahora es lo contrario: el padre le compra una guitarra por Reyes, después el ampli y por último lo presenta a un concurso en televisión; eso crea inflación musical". "Y tristeza. Los veo desmotivados. Pero es lógico, no es culpa de ellos", replica Pablo. "Hasta los sordos quieren ser músicos", responde Pepe. Pablo: "Hasta los grandes artistas se han pasado al reguetón. Nos quieren a todos cortados por el mismo patrón. Hoy no habría pasada nada con un grupo como Kaka Deluxe. La disidencia está prohibida".
La hegemonía de lo políticamente correcto ha cambiado la faz del humor. Carbonell y Begines, como tantos otros profesionales que abordan de una forma u otra la comicidad, se lo piensan muy mucho a la hora de abordar ciertos temas. "Los Chanclas no podríamos haber salido ahora. Un tema como “Bolillón”, que habla de la marihuana, estaría vetado por todos lados. Es un sainete, no hace ninguna apología; pero habría dado igual".
El verso "Tu madre lava la vajilla con mi agüita amarilla", de los Toreros, han optado por cambiarlo. "Nos ha parecido que, en el contexto actual de empoderamiento y de lenguaje inclusivo, estaba desfasado… Ahora es el padre el que lava la vajilla", dice Carbonell. "Es la realidad. Ahora es el padre el que lava la vajilla", tercia Begines. A lo que Pablo contesta: "Nuestro primer hit va a ser “Friego los platos”. Yo uso Fairy, ¿y tú, Pepe? Pero aun así me quedan roñosos". De momento ya hay dos conciertos confirmados de la gira de estos dos ilustres histriones: el 27 de noviembre en Los Palacios (Sevilla) y el 15 de enero en Madrid. Se ruega dejar a la puerta la mala onda.