Hablar de Joao Carlos Martins es hablar de emoción, superación, música. No importa la edad, los problemas físicos, ni si quiera la debilidad mental: para Martins, veterano pianista brasileño de 80 años y prolífico intérprete de Johann Sebastian Bach, la música es un bálsamo de curación en medio de una tormenta. Su historia comprende un sinfín de problemas físicos pero también un alto grado de resiliencia, que le ha llevado a superar todas las trabas que la vida le ha ido poniendo a lo largo de su vida. Recientemente le hemos vuelto a ver tocando, visiblemente emocionado, después de todo un calvario de larga duración que en más de una ocasión le llevó a pensar que lo dejaría todo para siempre.
Martins sufrió un accidente de tráfico en 1965 que limitó el movimiento de sus manos. Desde entonces, tocar a dos manos se hizo cada vez más difícil. Era habitual verle tocando con una mano (aunque el sonido evocaba una obra completa, como si no hubiera ningún problema). Se fueron sucediendo las cirugías y todo se complicó aún más cuando pasados los años le diagnosticaron una enfermedad cerebral degenerativa. En 2012, el neurocirujano Paulo Niemeyer le operó el cerebro y consiguió volver a poner operativa su mano izquierda después de 10 años, como él mismo relata en su cuenta de Instagram.
Tocó durante cuatro meses a su mejor nivel a una mano, "como en los viejos tiempos", pero terminó por reconocer que no siguió los consejos de su doctor, lo que le llevó a pasar todos los límites y pasar "todos los límites". Acabó, una vez más, perjudicado por los problemas de salud que acarreaba desde hacía años y volvió a dejar de lado el piano, su gran pasión, para recuperar la movilidad de una mano que parecía decirle adiós a sus esperanzas de volver a ser el pianista y director que un día fue.
Pero todo cambió a principios de 2020. Gracias a unos guantes biónicos mecánicos que le permitieron abrir la mano y extender los dedos, Martins volvió a sentir sus manos y con ello regresó al piano, pudiendo interpretar las obras a dos manos, como debe hacerlo un pianista. En un vídeo recientemente compartido en su cuenta oficial de Instagram, la emoción que emana de la obra se traslada directamente a su rostro, donde las lágrimas están a punto de saltarle mientras interpreta a uno de sus compositores más admirados, Johann Sebastian Bach.
La emoción y la felicidad se juntan en la partitura y las 88 teclas de su piano gracias a la tecnología, que le ha permitido afrontar la última etapa de su vida haciendo lo que más ama. Lejos quedan todas las horas de quirófano, las esperas del médico, su etapa como director y los acontecimientos que le han marcado para siempre y que una vez le imposibilitaron practicar su pasión. Ahora, recupera el tiempo perdido desde su casa en Brasil, donde como podemos ver, sigue muy ligado a la música. 'Obrigado' por la inspiración, maestro.