Paco Ortega habla menos de lo que sabe. Si contara, dice que el anecdotario dejaría la vastísima filmografía de Almodóvar a la altura de un anuncio super liviano. De momento, se ha tomado un tiempo para organizar su sabiduría como productor musical y resumirla en cien confidencias. El resultado, 'Los secretos del productor', un libro que le devuelve a la actualidad a sus 62 años.
Es intuitivo, rápido, amigo de lo ecléctico y del mestizaje y poseedor de un envidiable repertorio de licencias y referencias poéticas, sociales y musicales. Acapara todas esas cualidades que en su opinión debería tener todo productor musical, aunque su modestia le impida hacer alarde de ello. Realmente no se jacta ni de su talento, ni de sus 400 discos producidos, ni de haber trabajado con los mayores prodigios: Camarón, Niña Pastori, Mónica Molina, Pata Negra, Sabina, Paco de Lucía, El Cigala, Estrella Morente, Mariza, José Mercé, Manzanita, Paloma San Basilio, Lolita o Rosalía. Y la lista se queda corta. Su sello está también en algunas de esas magníficas composiciones que el tiempo ha convertido en himnos: 'La alegría de vivir', 'Sobreviviré', 'Tú me camelas', 'Calaíto' o 'Undebel'. De nuevo, la lista se queda chica.
No es extraño que, con tan sugerente título para su libro, el público quiera conocer algún chismorreo o enredo de esos que debían de formarse en los míticos estudios Musigrama, auténtico templo de la música ubicado en el corazón de Madrid. Se inauguraron en 1971 y Paco Ortega se hizo con su propiedad cuando los ingenieros de sonido Joaquín Cobos y Pepe Loeches, ya fallecido, se jubilaron. Aunque insiste en no soltar prenda, acaba relatando algunas anécdotas que nos hacen sospechar que más de una vez se ha tenido que poner severo para no convertir la sala de grabación en el camarote de los hermanos Marx. "Si quieres que algo salga bien, no puede haber ni una sola persona ajena en el interior", avanza.
Recuerda el caso de una diva de la ópera. "Detuve la grabación para hacerle una observación con respecto a la afinación y me dijo que le señalase exactamente dónde. En la segunda ocasión, se trataba de un problema rítmico y me hizo la misma pregunta. La tercera por un matiz de la interpretación y de nuevo me preguntó. Esta tirantez se debía a la presencia de un ejecutivo de la multinacional. Salió de la sala me dio un abrazo y me dijo: "Gracias Paco, ya no habrá más preguntas. Me pongo en tus manos".
Con la portuguesa Mariza, una de las cantantes de fado más populares y con mayor proyección internacional, vivió también un momento de tensión similar. "A cada indicación me replicaba con un porqué. Quiso medirme y, una vez que lo hizo, me besó y me dijo: pídeme lo que quieras. Yo le dije con sarcasmo que se quitase los tacones".
Ortega conoció a Niña Pastori en La Parrala, en Madrid, cuando aún era una niña. "Una noche, después una de sus actuaciones, su madre salió a mi encuentro para hablarme de su hija. Un tiempo después convencí a Alejandro Sanz para ir a verla a La Venta de Vargas y le propusimos grabar un disco". En enero de 1996 aparecía 'Entre dos puertas', un trabajo que colmaba con creces su sueño de editar un disco. Ella se convirtió en un fenómeno y su single, 'Tú me camelas', escrito por Ortega, tuvo un extraordinario éxito, a pesar de su reticencia inicial con esta canción. "No quería grabarla, pero acabó llamando así a su propia casa". En 1998 llegó 'Eres luz', otro álbum de nuevo producido por él del que se vendieron 250.000 copias.
Ortega no dudó en salir en defensa de Rosalía cuando los puristas del flamenco pusieron el grito en el cielo por su mestizaje. "En realidad -asegura-, la mezcolanza de estilos está en la esencia misma del flamenco y ha dado excelentes resultados en artistas como Camarón, con 'La leyenda del tiempo', o Enrique Morente y Lagartija Nick, con 'Omega'.
"Los artistas con mayor consideración son los que menos soberbia. José Mercé y Sabina, por ejemplo, tratan al productor como confidente, alguien con quien compartir sus pareceres". De Paco de Lucía menciona la grabación, junto a Camarón, de 'Romance de la Luna', en 1982. "Él estaba preocupado por lo que estaba tocando y me preguntaba constantemente si me parecía bien. Me sorprendía. La gente rica culturalmente y con muchísimo talento y un punto de genialidad es la más humilde al aceptar una observación por parte del productor". Por cierto, a Camarón le recuerda con admiración. "Era tímido, humilde, humano, único. Una leyenda".
Antes de dejar el resto de los secretos custodiados bajo llave en sus estudios Musigrama, Ortega nos revela algo más: "Me gustaría ser valiente y dirigir cine, pero siempre invento algo que me sirva de excusa para posponerlo. Me encantaría una película romántica o de situación, un par de cortos o un documental sobre flamenco. No me obsesiona. Mi gran sueño lo cumplo día a día: viviendo, creando, retirándome a mi casa de campo cuando me quiero relajar sin otra preocupación que pasear, tocar la guitarra y disfrutar el momento. Cuando muera, que sea de placer.