Hace 50 años que Simon & Garfunkel se separaron cuando eran el grupo más exitoso del mundo. El motivo, en pocas palabras, es que no podían ni verse: su rivalidad artística acabó devorando la amistad que los unía desde niños. Esa tensión surgía exactamente del mismo lugar que su éxito, los talentos de uno complementaban las carencias del otro, las canciones compasivas de Paul Simon conectaban con el espíritu de todo el que las oyese gracias a la voz de Art Garfunkel. "Ambos envidiaban el rol del otro en el equipo" explicó su manager Mort Lewis, "Paul pensaba que el público veía a Artie como la estrella porque era el vocalista principal e incluso algunos creerían que Artie componía las canciones. Pero Artie sabía que Paul era el autor de las canciones y por tanto controlaba el futuro del grupo. No creo que llegase a superar jamás lo que ocurrió con Tom & Jerry". Garfunkel confirmaría su rencor: "Nunca lo he olvidado. Nunca lo perdonaré". Para comprender esta enemistad, por tanto, hay que empezar por Tom & Jerry.
Paul Simon y Art Garfunkel se conocieron a los 11 años cuando coincidieron en una representación de Alicia en el país de las maravillas en el colegio. Paul hacía del conejo blanco, Art del gato de Cheshire. Entre sus aficiones comunes estaba la música y la necesidad de atención: "Solíamos difundir rumores de que nos habíamos enfadado" recordaría Garfunkel, "queríamos que la gente en la escuela hablase sobre nosotros, que dijesen '¿habéis oído que Artie y Paul ya no se hablan?'. Creíamos que era una noticia de interés". Era 1952 y los dos amigos estaban a punto de ver su adolescencia, como el resto de la nación, sacudida por el rock & roll.
Cuando tenían 15 años grabaron Hey Schoolgirl bajo el nombre artístico Tom & Jerry porque, incluso en el Nueva York de finales de los 50, dos adolescentes judíos cantando rock & roll no habrían sido aceptados por el gran público (mayoritariamente cristiano). Y entonces fue cuando Simon acometió esa traición que Garfunkel jamás le perdonó: firmó un contrato paralelo para editar canciones en solitario, dejándole claro que en cualquier momento podría coger su talento como compositor y llevárselo a otra parte. El dúo se separó y no volvió a mediar palabra hasta que cinco años después, en 1963, se reencontraron tras licenciarse en la universidad y retomaron su colaboración, ahora bajo el nombre Kane & Garr. El productor Tom Wilson, que después sería el guía de Bob Dylan en su transición del folk al rock, les consiguió una audición para la discográfica Columbia. En cuanto los ejecutivos escucharon The Sound of Silence les hicieron un contrato. Pero la crítica y el público ignoraron aquel primer disco, Wednesday Morning 3 AM, y los dos cantantes volvieron a irse cada uno por su lado.
Sin embargo The Sound of Silence demostró que la música de Simon & Garfunkel tiene una cualidad inexplicable: vida propia. Los estudiantes de la universidad de Boston empezaron a escuchar la canción, durante sus vacaciones de verano la pidieron en sus radios locales y The Sound of Silence empezó a crecer. Wilson la remezcló para darle una textura más rockera, lo cual horrorizó a Simon (ni siquiera le habían avisado) mientras la canción escalaba hasta el número 1. Enseguida Simon & Garfunkel se convirtieron en un símbolo nacional. "Las cosas le iban bien a Estados Unidos" explicaría Art, "Habíamos ganado la Segunda Guerra Mundial. Éramos ricos. Fuimos benévolos. Fuimos solidarios, con el Plan Marshall. Al igual que Dios me dio a mí una voz para cantar, América le dio al mundo occidental los medios para recuperarse". En 1969 Mrs Robinson, el tema principal de 'El graduado' que ni siquiera estaba terminada cuando la grabaron (de ahí los “doo-doo-doo”), se convirtió en la primera canción de rock & roll en ganar el Grammy a mejor grabación del año. Y en 1970 Bridge Over Troubled Water fue el disco más vendido del año. Y volvió a serlo en 1971. Y en 1972. Acabó convertido en el disco más vendido de la historia, con récords inigualables como las 285 semanas (cinco años) que se pasó en el top 100 de Reino Unido, pero también sería el último disco de Simon & Garfunkel. Precisamente la canción que da título al álbum explica por qué.
La amistad del dúo con el director de El graduado, Mike Nichols, los llevó a aparecer como actores en Trampa 22. Pero el papel de Simon fue eliminado del montaje final mientras que Garfunkel firmaba para participar en la siguiente película de Nichols, Conocimiento carnal, lo cual retrasaría la grabación de Bridge Over Troubled Water. “[Garfunkel] sabía que me iba a parecer mal, pero lo hizo de todas formas. Mike le dijo que iba a ser una gran estrella de cine y Artie no pudo decirle que no. Después me dijo que no entendía por qué me importaba tanto, que podría rodar durante cinco o seis meses mientras yo componía las canciones del disco y al final él vendría para grabarlas. Que le jodan. Ni de coña. Y lo cierto es que creo que si Artie se hubiera convertido en una estrella de cine me habría abandonado. En vez de ser el tío que canta las canciones de Paul Simon sería Art Garfunkel, una gran estrella por sí mismo, y eso me llevó a concluir que yo podía ser el tío que escribía las canciones y también el que las cantaba. No necesitaba a Artie”.
El tema Bridge Over Troubled Water es un himno que hoy sigue haciendo que cualquiera que la escuche se sienta menos solo. Simon compuso la melodía en 20 minutos, los dos primeros versos en dos horas y añadió el tercero ("sigue navegando, pájaro de plata") cuando vio a su mujer Peggy descubriendo sus primeras canas ante el espejo. Pero al llegar del rodaje de Conocimiento carnal, Garfunkel se mostró decepcionado con la canción. Su compañero tuvo que convencerle de que la grabase. No ha dejado de arrepentirse desde entonces.
"En 1977 [siete años después de separarse] invité a Paul a cantar en el último concierto de mi gira. Pero se enfadó porque le saqué para un dueto antes de la canción final, que era Bridge Over Troubled Water. Se cabreó, probablemente con razón, porque mi ego necesitaba reclamar el show como mío después de cantar juntos" admitiría Garfunkel. La reacción del público cada vez que cantaba esa canción, a medio camino entre el trance íntimo y la euforia colectiva, irritaba a su compositor, quien veía cómo el mundo encontraba alivio para sus tristezas en una canción que casi nadie sabía que había compuesto él. “Recuerdo que durante una sesión de fotos Artie me dijo 'pase lo que pase, siempre seré más alto que tú' [Simon mide 1,60]. Supongo que me dolió lo suficiente como para seguir acordándome 60 años más tarde” confesó Simon hace unos meses.
El cantante ha reconocido sufrir depresiones a causa “de mi estatura, de no tener la voz que quiero, el aspecto que quiero o la relación que quiero”. Y Garfunkel era mejor que él en las tres primeras frustraciones. Pero a la vez Simon tenía el talento prodigioso para la música, lo cual amargaba a Garfunkel. “Una de las cosas que más me disgustaba era que yo mismo estaba de acuerdo con algunas de las críticas que se hacían contra nosotros” admitiría Paul Simon, “como lo de ser demasiado dulces. Eso es por el gusto de Artie. Y no tiene nada de malo, pero yo no quería seguir por ese sonido”. “¿Cómo puedes abandonar cuando estás en la cima del mundo?” preguntaba Art Garfunkel hace poco en voz alta, “¿Qué problema tienes, imbécil? Soy yo quien tendría que haber descansado de Paul, me ponía de los nervios. Tiene complejo de Napoleón. En el instituto me daba lástima por su estatura y, como compensación, le ofreció mi cariño y mi amistad. Y esa compensación ha creado un monstruo”.
Lo cierto es que Paul Simon salió adelante en solitario con dos Grammys a mejor álbum del año (Still Crazy After All These Years en 1976 y Graceland en 1986) y honores como el de la revista Time, que lo incluyó en su lista de “Las 100 personas que han dado forma a nuestro mundo”. Desde su separación, Simon solo se ha reunido con Garfunkel en tres ocasiones. En 1980 (meses después de que la novia de Garfunkel se suicidase llevándolo a una depresión que le duró varios años) dieron un concierto gratuito en Central Park para animar a los neoyorquinos ante la crisis, que con una asistencia de 500.000 personas fue en su día el evento musical más multitudinario de la historia. De ahí salió una gira, pero no se dirigían la palabra fuera del escenario. En 1993 volvieron a salir de gira pero no habían superado sus inseguridades: cuando un crítico alabó a Simon pero describió a Garfunkel como "uno de los muchos colaboradores de fondo y corista” de Simon el dúo se lió a puñetazos y, según el manager de Simon Joseph Rascoff, "si llega a haber un cuchillo uno de los dos lo habría usado”. En uno de los conciertos siguientes, Simon se equivocó en la letra de The Boxer y aturdió a Garfunkel durante un par de segundos. Así que después, en Feelin' Groovy, Garfunkel dejó de cantar a propósito para confundir a su compañero y, al bajar del escenario, le dijo "has intentado dejarme como un idiota en The Boxer, así que quería que vieras lo que se siente".
Desde entonces, Simon & Garfunkel se ha ido reuniendo esporádicamente para eventos especiales pero nunca han vuelto a ser amigos. "Es que no nos llevamos bien", resumió Simon en una de las múltiples ocasiones en las que le preguntaron si volvería a tocar con él, "no es divertido. Si fuera divertido diría 'venga, vamos a juntarnos de vez en cuando para cantar las viejas canciones'. Pero para estar en una situación tensa prefiero tocar en otras áreas musicales. Así que no va a pasar nunca. Y ya está". El compositor reconoce que sintió alivio al no tener nunca que hacer otro álbum después del hito que fue Bridge Over Troubled Water, porque solo habría conseguido decepcionar a todo el mundo. Simon se retiró de los escenarios en 2018, con 77 años, mientras que Garfunkel sigue en activo tras recuperar su voz y sale a caminar cada día. Y cuando Art Garfunkel sale a pasear no se sabe cuándo volverá: entre 1983 y 1997 recorrió Estados Unidos de costa a costa y entre 1998 y 2015 atravesó Europa desde Irlanda hasta Estambul. No será el genio musical del dúo, pero sin duda es su espíritu. Tanto él como Paul Simon tenían cualidades sobrenaturales y, al final, acabaron vulgarizándolas por algo tan mundano como los egos. Cosas de mortales.