"Me duele mucho llegar hasta aquí para aclararlo todo, pero a mí no me van a parar hasta que me muera". El guitarrista Eduardo Rodríguez Rodway es el último superviviente de Triana, la banda más icónica del rock andaluz, que está dedicando sus últimos años a proteger el legado del grupo contra quien él considera que son unos impostores.
Y es que Triana sigue en activo. Pero ninguno de sus tres integrantes pertenece a la formación original. El camino hasta aquí es una historia de éxito, tragedia, necesidad y oportunidad. Y aunque se esté de parte de unos o de otros, ningún litigio (y Rodríguez Rodway lleva dos años enredado en juicios) podrá erosionar el poder casi místico de la música de Triana. El mito sigue vivo. Los derechos de autor también.
Al productor discográfico Gonzalo García Pelayo le intrigó Triana por el título de una de sus canciones, 'Bulerías 5x8'. "El buen rock es una intersección mágica de tiempo y espacio, el tiempo explica que escuchan a Pink Floyd pero su espacio era Andalucía", recuerda. Triana fundían la tradición del folclore sevillano con los aires de modernidad que entraban ya sin que nadie pudiera impedirlo a principios de los 70.
En 1975 editaron su primer disco, titulado 'Triana' pero conocido popularmente como 'El patio' porque en la portada diseñada por el pintor Máximo Moreno los tres integrantes de la banda aparecen en uno de esos patios en torno a los cuales se hacía vida en el barrio sevillano que les daba hogar y nombre.
El cantante Jesús de la Rosa, el guitarrista Eduardo Rodríguez Rodway y el batería Juan José Palacios "Tele" coincidían en sus influencias de rock progresivo (Caravan, Procol Harum, Traffic, King Crimson) y de los nuevos flamencos como Camarón, Enrique Morente o Paco de Lucía. Triana consiguió atraer al público joven al flamenco, hasta el punto de alcanzar el número 1 de Los 40 principales en 1980 con 'Tu frialdad'.
Los conciertos de Triana eran una experiencia casi religiosa para los asistentes. Sus melodías sinfónicas grandilocuentes, sus letras sobre la libertad ("Queremos elegir, sin que nadie diga más, el rumbo que lleva a la orilla de la libertad", cantaban en '¡Ya está bien!') y la poesía con la que evocaban viajes de LSD ("Nos reunimos allí y todo comenzó a surgir, como un sueño", en 'En el lago') creaban un trance espiritual entre el público.
"Sus letras y sus músicas tenían un componente místico" recordaba el productor, "al estilo sevillano, claro: una canción te llevaba a la Semana Santa y otra a la Feria de Abril. Se consumía mucho LSD y Jesús de la Rosa retrataba sus viajes. Nadie en el rock en España ha llegado tan adentro como ellos. Fuera de él, quizá solo Camarón alcanzó lugares tan profundos. A mucha gente sus letras le abrieron el sentido de la vida. Sus conciertos eran una orgatoria". La voz de Jesús de la Rosa atravesaba a sus feligreses con semejante intensidad que, al apagarse tan pronto, Triana se convirtió inevitablemente en un mito.
Los últimos dos discos de la banda, 'Un mal sueño' (1981) y 'Llegó el día' (1983) se acercaron más al pop/rock (con alguna canción disco incluso) y tuvieron menos repercusión que 'Un encuentro' (1980), su mayor superventas. La Movida empezaba a invadir las calles y la nueva modernidad era el batiburrillo de pop, punk y electrónica de Nacha Pop, Pegamoides o Paraíso.
Pero Gonzalo García Pelayo también achaca este declive a "la democracia" entre sus integrantes: "Cuando vieron el dinero que daban los derechos de autor, todos quisieron componer. Y Jesús, siempre generoso, aceptó". La calidad de los discos se resintió ante la participación en la composición de "Tele" y Rodríguez Rodway.
Triana actuó en un concierto solidario en San Sebastián por las víctimas de las inundaciones del País Vasco en el otoño de 1983. A su regreso, cada uno iba en un coche distinto y a la altura de Burgos el Citroën BX de Jesús de la Rosa chocó contra una furgoneta que venía en sentido contrario. El accidente no parecía grave en principio.
Él mismo entró por su propio pie en la residencia sanitaria General Yagüe. Su mujer viajó a Burgos pero, en vista de que no revestía mucha gravedad, regresó a Madrid para estar con el bebé de la pareja, nacido 20 días antes.
Pero De la Rosa empezó a empeorar. Los médicos descubrieron una lesión en la tráquea, provocada por el cinturón de seguridad, que el cantante no quiso tratarse por temor a que le afectase a la voz. Finalmente los médicos le convencieron de operarse, con la condición de que su representante estuviera presente. Pero no había tiempo.
Ante la insistencia del cirujano y la dificultad que notaba al respirar, De la Rosa accedió a la operación. De camino al quirófano la tráquea se rompió del todo y el cantante falleció en la madrugada del 14 de octubre de 1983. Tenía 35 años. Con la muerte de Jesús de la Rosa moría también Triana. O eso parecía.
Como el batería del grupo, "Tele", había registrado el nombre "Triana" en el registro de la propiedad intelectual en 1974 (con el consentimiento de sus dos compañeros), pudo utilizarlo de manera comercial cuando decidió reanudar la banda en 1994. Él era el único miembro original, porque Eduardo Rodríguez Rodway estaba retirado desde 1987, así que reclutó a nuevos músicos: Juan Reina y Luis Cobos.
A Rodríguez Rodway no le pareció bien que "Tele" retomase Triana, pero entendió que se debía a una necesidad económica para mantener a su familia. Así que decidió pasar por alto que "Tele" incumpliese el pacto (no legal, sino fraternal) que los tres miembros originales habían hecho.
Así lo contaba en El País Rodríguez Rodway el año pasado: "Un día, en Granada, Jesús nos dijo a Tele y a mí: 'Oye, si alguno muere en el empeño de nuestra música se termina Triana'. Los tres asentimos. Nos dimos un abrazo y eso fue un pacto de honor. Yo lo he cumplido; Tele, no, falló. No respetó el pacto de honor que hicimos los tres".
La nueva Triana editó varios discos y ofreció conciertos hasta la muerte de "Tele" en 2002, provocada por un aneurisma. Fue entonces cuando este drama musical se convirtió en un thriller judicial.
En 2007, cinco años después de la muerte de "Tele", Juan Reina decidió continuar con Triana. Legalmente el nombre de la banda pasaba a los herederos de "Tele", así que su viuda le dio permiso para utilizarlo. Ella seguiría recibiendo un porcentaje de los beneficios y delegaba toda la gestión del grupo en Juan Reina, quien llegó a editar un disco nuevo en 2008, 'Un camino por andar'.
"Cuando Tele muere teníamos firmados 47 conciertos y él fallece en el primero” ha explicado Reina en El País, "la viuda y su abogado me pidieron por favor que hiciese los conciertos porque necesitaban el dinero. Les dije: 'Yo me subo al escenario, pero en el momento que escuche un abucheo me bajo y no toco más con Triana'. Eso no ha pasado jamás".
Como último integrante original de Triana que quedaba vivo, Eduardo Rodríguez Rodway sentía que esta nueva formación, ya sin "Tele", no tenía ni razón de ser ni derecho a utilizar el legado de Triana. "Yo consentí a regañadientes mientras Tele estaba vivo que siguiera como Triana, porque pensé 'Tiene que comer' y bueno... Consentí. Pero estaba totalmente en contra. Una vez muerto Tele, como él registró el nombre a espaldas mías, la viuda aprovechó de buenas a primeras para sacar un grupo que se llama Triana. Les dije que pararan porque si no les ponía una demanda. Porque esto es un legado, no es un nombre. Y el único legitimario soy yo".
Así que cuando el grupo organizó una gira de conciertos en 2016 Rodríguez Rodway emprendió una operación de descrédito que consistía en criticar a Reina en los medios de comunicación y en avisar a los ayuntamientos (Sevilla, Carboneras, Salamanca) que lo contratasen para sus fiestas y verbenas que estaban contratando a unos impostores.
En julio de 2016 Rodríguez Rodway publicó un texto en su página de Facebook, del que varios medios de comunicación se han hecho eco, en el que llamaba al nuevo Triana "Los mangurrinos" los calificaba de "estafadores", "impostores" y "vampiros". El guitarrista concedió entrevistas en diversas radios donde los llamaba "usurpadores", "mercenarios" y "mercachifles". Esta polémica llegó a repercutir en las giras del grupo. De hacer 30 o 40 conciertos al año, asegura Reina, pasaron a conformarse con 15 ó 20.
En 2020 Rodríguez Rodway decidió emprender acciones legales. Le pedía a Reina 180000 euros (12000 por cada uno de los 15 últimos años) en concepto de derechos de autor. Acusa a Reina de utilizar "el patrimonio intelectual y el legado cultural" de la banda. Reina se defendió argumentando que la viuda de "Tele", única dueña del nombre del grupo, le autorizaba a utilizarlo, que él es un asalariado ("llevo 27 años en el grupo y percibiendo, como cada uno de los músicos que componen Triana, entre 10 y 15000 euros por temporada", explica) y que Rodríguez Rodway no podía impedirle versionar las canciones de Triana. La mayoría de las del repertorio, de hecho, estaban compuestas por Jesús de la Rosa. No había ninguna de Rodríguez Rodway. "Los temas más emblemáticos son de Jesús de la Rosa y los compuestos por Eduardo Rodríguez Rodway, desgraciadamente, no lo eran tanto", zanja Reina.
El guitarrista tiene 75 años y no piensa rendirse. Aunque en enero fue condenado a pagar 9000 euros por los insultos que profirió contra Juan Reina (por tratarse de "un ataque directo al honor" según la sentencia, "que no se justifica ni se ampara por la libertad de expresión"), la causa por el derecho a usar el nombre "Triana" sigue abierta. Rodríguez Rodway vive en Los caños de meca (Cádiz), con la comodidad de haber invertido bien el dinero que ganó con el grupo, y aunque no puede tocar la guitarra por la artrosis tiene energía de sobra para seguir litigando.