Sus expresivos ojos transmiten la fuerza de quien no deja de soñar y el regocijo de creer cada vez más en sí misma. Eva Isanta (Ceuta, 1971) ha decidido que, en lugar de esperar a que las cosas ocurran, tiene la edad perfecta para conseguir que realmente pasen y apunta bien alto: William Shakespeare. Se dejó pasar el papel de la joven Ofelia enamorada del príncipe, en 'Hamlet', y ahora se ha propuesto que no morirá sin antes interpretar a Lady MacBeth. Solo una actriz con su versatilidad podría aspirar a meterse en el alma de dos personajes que, aún siendo delirantes, encarnan cualidades tan dispares. Belleza, ingenuidad, sumisión y bondad, en Ofelia. Y perversión, astucia y rebeldía en Lady MacBeth, uno de los personajes femeninos más infames de la literatura. Su confesión sirve de pista para iniciar el retrato de una mujer que ama su trabajo y ha desarrollado múltiples recursos para abarcar cualquier palo de la interpretación en cine, teatro o televisión. Cualquiera que sea el personaje, se impone a sí misma adentrarse en su alma, vivir sus emociones y tratar de entender sus contradicciones.
Aunque nos hemos acostumbrado a verla en su papel de Maite Figueroa en 'La que se avecina', su carrera es muy prolífica. A la televisión le agradece la estabilidad que le ha dado profesionalmente; al teatro, esa intensidad del aquí y ahora; al cine, su magia. A la vida, la ocasión que le brinda cada día. Se siente una privilegiada porque le siguen llegando proyectos. Recibe a Uppers en una de esas pausas entre función y función de ‘Trigo sucio’, la última comedia de David Mamet que protagoniza junto a Nancho Novo bajo la dirección de Juan Carlos Rubio. Estrenada también en Londres con John Malkovich a la cabeza del reparto, esta obra teatral sube a escena el escándalo de Harvey Weinstein. Juan Carlos Rubio ha puesto el foco en la mirada femenina, lo que hace que Eva vibre sobre las tablas.
Igual que a tu personaje, Maite Figueroa, a la mujer se le exige mostrarse cada vez más fuerte, más sabia, más perfecta. ¿Cuánto va a durar esta milonga?
Tenemos que modificar ese mito de la superwoman. Las mujeres somos muy capaces de muchas cosas, pero no podemos con todo. Sobre todo, tenemos mucha inteligencia emocional y una generosidad que nos da nuestra biología. El hecho de tener un bebé dentro, de darle vida, de parirlo y de acunarlo, eso ya nos hace especialmente generosas como animal, pero no podemos con todo.
¿Te cuesta pedir ayuda?
Estoy aprendiendo ahora que pedir ayuda no nos hace más débiles, sino mucho más fuertes. Estaría muy bien repartir responsabilidades con los hombres y con el resto del planeta. No tenemos que ser la madre de todo el mundo ni de nuestras parejas, solo de nuestros hijos y enseñarles a que sean autosuficientes. Creer que podemos con todo hace que nos quebremos muy a menudo. Toca reivindicar la mujer fuerte, pero que admita su fragilidad en un momento de quiebra.
¿Lidiarías con un Amador en tu vida real?
A estas alturas del partido, me daría bastante pereza. No tendría paciencia para estar aguantando un Amador. Hay muchas cosas de él que me gustan porque es un personaje patoso, gracioso y que juega desde el niño. Toda esa parte me gusta en un hombre, me gusta que sea a veces infantil y que juegue mucho, que saque su niño a relucir. Todo lo demás, como el egoísmo, no podría lidiar mucho, al menos a nivel de pareja. Seguramente como amigo lo llevaría mejor, para salir de fiesta.
Han pasado 14 años desde el estreno de 'La que se avecina', ¿Eva ha evolucionado con su personaje?
Cuando empecé era bastante más joven y mi hijo era muy pequeño. He evolucionado dándome cuenta de lo privilegiada que soy con un trabajo continuado que me ha permitido estabilidad y crecer muchísimo como actriz porque aprendemos haciendo. Ahora el trabajo en mi profesión, como en todo lo demás, está muy inestable. A mí esa estabilidad de la televisión me ha ayudado a madurar y en la piel de Maite he vivido aventuras maravillosas. Ella también ha tenido muchas evoluciones. Antes la juzgaba, pero ahora hablo de ella con muchísimo cariño y me divierte muchísimo. Es un personaje que me enseña cosas cada día.Tus registros, sobre todo en teatro y en televisión, son de lo más variado. ¿Los años te van apaciguando en cuanto a retos o sueños?Al contrario. Me quedan muchísimos personajes por hacer y mil retos. Me gustaría personajes díscolos, rebeldes y también personajes que hablaran de la fragilidad de la mujer y al mismo tiempo de la fortaleza. Personajes que cambiaran su entorno de alguna manera, que transformaran un poquito el mundo, que hicieran reír, llorar y emocionar. También algún tipo de heroína. Por encima de todos, mi mayor anhelo sería interpretar en teatro es Lady MacBeth. Espero no morirme sin interpretarlo, ya que Ofelia se me pasó. Si no lo consigo, estoy dispuesta a producírmelo.
¿Cómo marcan los 50 como actriz? ¿Son más una plusvalía o una lacra?
El paso del tiempo a cualquier mujer le marca. Si has elegido un camino de crecimiento y de evolución, la madurez te va dotando de más recursos, más inteligencia, más capacidad para perdonarte, perdonar y, en definitiva, ser más feliz. Así tendría que ser si fuésemos orientales o si la sociedad no nos marcara otros baremos. El problema es que para las mujeres el paso del tiempo socialmente no está tan bien visto, no se considera esa sabiduría y esa belleza madura, sino que piensan en todo lo que te pierdes o ya no puedes hacer.
En Hollywood la queja es constante. ¿Tampoco en España hay un lugar de calidad para la mujer mayor?
Poco. En realidad, pocos directores arriesgan. Necesitamos que se hable un poco más de nosotras. Como actriz, el paso del tiempo es muy definitorio. Si ya hay pocos personajes de mujeres jóvenes, imagínate de mayores. Es un universo que no sé a quién concierne, si a los productores, a la industria… A mí me interesan mucho los personajes de gente mayor y confío en que España capte a tiempo que existe público y siga el ejemplo de muchas series americanas. Abriría la puerta laboral a muchas mujeres.
No ocurre igual con la belleza madura masculina. Tiene mejor consideración.
Siempre se ha realzado y es verdad que hay mucha belleza en la madurez, pero también en la mujer. Los cánones de belleza empiezan a cambiar un poco y se aprecia lo que se sale del estereotipo. La edad te hace única y peculiar. Son los años pasando sobre tu cara, sobre tu cuerpo, sobre tu expresión, sobre tu mirada. Tendríamos que reivindicar eso. La menopausia es una maravilla de experiencia y todas vamos a pasar por ello. Cada vez más, hablo con mis amigas de la premenopausia. Son temas tabúes, pero interesan porque movilizan muchas cosas: hormonales, a nivel emocional, sentimental y de cambios en el cuerpo. Es un estadio de la mujer que te permite avanzar si la aceptas. Una mirada madura que transmite paz me interesa mucho más que el ímpetu de la juventud.
Imagínate que, por un instante, vuelves a los 20. ¿Rectificarías de algún modo tu trayecto?
No sería tan crédula (o sí), ni tan confiada, ni tan ingenua. La ingenuidad a veces es una virtud, pero en algunos momentos te hace un poco de daño. Sobre todo, sería más condescendiente conmigo misma en cuanto a físico y afán de perfeccionismo. Me relajaría bastante más e intentaría disfrutar. Si hubiera sabido lo que sé ahora, me daría cuenta de que el tiempo pasa muy deprisa y que cada instante hay que vivirlo como si fuera el último.
No dejamos de escuchar que la pandemia nos reubicará como seres humanos. ¿Será cierto?
Es un periodo de reflexión donde habrá gente que pueda abrir su mente y darse cuenta de lo que realmente es importante. Quiero creer que sí. Que el tiempo para estar con nosotros mismos y con nuestros seres queridos nos hace darnos cuenta de lo que tenemos y priorizar lo importante. También creo que cuando todo esto pase mucha gente se olvidará, nos olvidaremos, y volverán a salir nuestras esencias. Cada uno retomará su evolución desde el punto en que lo dejó. Pero me quedo con la esperanza. Las cosas pasan por algo y para algo.