El método Avión para hacerse millonario: la intrahistoria del pueblo gallego que hizo fortuna en México
Esta pequeña localidad orensana alcanza en verano una de las rentas per cápita más elevadas de España gracias al regreso de aquellos que cruzaron el Atlántico el siglo pasado
Entrevistamos a Alberto Dacasa, empresario mexicano con raíces en esta tierra y autor de 'El método Avión', el manual que recoge el camino hacia el éxito de esta gente
Los primeros hombres que embarcaron iban con las manos vacías, huyendo de unas condiciones extremas de miseria. Confiaron en sí mismos y se hicieron sabios en el difícil arte de las ventas.
Avión (Orense) en agosto es una fiesta mexicana. Suena a mariachis, sabe a picante y se brinda con tequila y margarita. Es explosión de guacamole, color y tradición, la morriña resuelta de quienes regresan a la terra y ese "quérote" que cuando lo dice quien llega de cruzar el charco suena aún más bonito. Por sus calles se abren paso Ferrari, Lamborghini o Rolls Royce y, a un lado y a otro del camino, algún viejo hórreo subsiste entre las fastuosas mansiones de sus veraneantes. Casi todos son mexicanos descendientes de gallegos que hace más hicieron las Américas en busca de prosperidad.
En las terrazas del pueblo, una plácida partida de dominó puede enfrentar a Olegario Vázquez Raña, uno de los empresarios más acaudalados de México, con cualquier otro paisano del pueblo. Tampoco sería extraño ver por aquí a uno de sus más célebres invitados, Carlos Slim, el duodécimo hombre más rico del mundo. Cuando el verano toca a su fin, Avión recupera su normalidad. Sin sus casi 4.000 veraneantes, la población se queda en los 1.738 habitantes habituales, gentes humildes que, en la mayoría de los casos, se apaña con una modesta jubilación.
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El fenómeno podría resultar el decorado viviente para una nueva secuela de 'El secreto', la película basada en el superventas de Rhonda Byrne y Santo Grial de la autoayuda. "Aquí no hay trampa ni cartón, sino la sabiduría de un pueblo valiente que a finales del siglo XIX decidió plantar cara al hambre", nos explica Alberto Dacasa, un empresario de 50 años nacido en México en el seno de una de las familias que emigraron a México. Tan maravillado está con el modo en que aquellos hombres rurales y casi analfabetos llegaron a construir imperios de la nada, que ha recogido en un libro el camino al éxito que fueron trazando y transmitiendo de una generación a otra. La obra lleva por título 'El método Avión' y sus beneficios van destinados a Mensajeros de la Paz, la fundación del padre Ángel.
Travesías en tercera clase que duraban más de un mes
"Hablamos de finales del siglo XIX. En Avión apenas había ganadería y la tierra no daba alimento. En medio de la hambruna, alguien oyó hablar de México y de la posibilidad de tomar uno de los transatlánticos. La travesía duraba algo más de un mes, pero algunos no lo dudaron", explica Dacasa. Gracias a la generosidad del pueblo, consiguieron un boleto en tercera clase que les dejaba endeudados y, por tanto, anulaba la opción de volver sin ahorros. Las escasas noticias que iban llegando a Avión animaron a otros paisanos a embarcarse. "Empezaban trabajando de sol a sol y sobreviviendo con lo justísimo y necesario, porque su sueño era el éxito. No había vuelta atrás. Entonces crearon una cadena de gente que llegaba de Avión por pura necesidad, pero persiguiendo un sueño. Se animaban, se ayudaban y copiaban entre sí sus fórmulas de éxito".
Dacasa, padre de tres hijos, pertenece a la tercera generación de emigrantes que aprovechaban su tiempo libre para vender todo tipo de artículos de puerta a puerta. "Con los ahorros -dice- montaban sus primeros negocios, al principio muy modestos y sellados con un simple apretón de manos. También fundaron las primeras sociedades empresariales". A su bisabuelo, Domingo, le pudo la morriña y regresó a Avión en cuanto consideró que tenía el dinero suficiente para vivir de forma desahogada. Su padre, Ángel, tomó el transatlántico a finales de los años 50. Después de trabajar un tiempo en una tienda de muebles, abrió su propio negocio y se casó con otra gallega, Ofelia.
El éxito real exige empezar desde abajo
Habla con emoción de aquellos años, de la morriña persistente, del afán por mantener las costumbres gallegas o de las cartas que llegaban desde Avión y se leían en voz alta. Cuando Dacasa nació, ya había locutorios telefónicos que facilitaban la comunicación y la posición económica familiar le permitió estudiar en Estados Unidos y España. Sin embargo, había calado en él ese espíritu emprendedor que describe en el libro y la vena empresarial se impuso a la estudiantil. Y no le fue mal. "El éxito real exige empezar desde abajo. Por eso, empecé en la lavandería del hotel de un empresario de Avión y en año y medio ya era gerente de sus dos hoteles".
Casi de un modo espontáneo, aplicó las mismas reglas de sus antecesores y hoy posee un conglomerado de negocios de diferentes sectores, siguiendo aquello que le enseñó su padre de no poner nunca los huevos en una misma canasta. La idea de recoger en un libro la sabiduría de los hombres de Avión tiene también una historia entrañable: "Hace años falleció inesperadamente uno de mis empleados, padre de dos hijos. Y entonces me planteé qué pasaría con mis hijos si esto me ocurriese a mí, quién les guiaría. Empecé a escribir una serie de anotaciones en unas libretas por si yo les faltara, para que a ellos les valiesen en sus vidas. En ellas resumía las lecciones de mi padre, de mis abuelos, de mi bisabuelo, y de otros vecinos que habían conseguido llegar muy alto. Un amigo me propuso editarlas en un libro para que ese conocimiento pudiese llegar a más gente. Así nació el método Avión".
Las trece enseñanzas de aquellos indianos
En su libro, Dacasa anima a seguir esos pasos de los emigrantes gallegos que cruzaron el Atlántico sin nada más en los bolsillos que su firme voluntad de prosperar y crear riqueza para su gente. Lo que él promete es "libertad financiera y éxito personal" siguiendo esa misma ruta que él organiza en trece escalas, cada una con un logro que conduce al siguiente punto en el camino. Esto es exactamente lo que hicieron:
- Soñaron a lo grande, poniéndose metas complicadas.
- Aplicaron buenos hábitos y valores, como la honestidad, la puntualidad o la legalidad.
- Fijaron unas metas muy claras y bien definidas, con fechas, plazos y objetivos.
- Previeron los obstáculos con los que toparían.
- Una vez pensada la idea, se pusieron en acción para materializar sus pensamientos.
- Aprendieron a encontrar oportunidades de venta y descubrieron por qué un mismo producto en diferentes manos tenía un éxito distinto.
- También fracasaron, pero el error les llevó a un nivel superior de conocimiento y fortaleza.
- Abandonar nunca fue una opción. Había que volver con las manos llenas de prosperidad para los suyos.
- Aprendieron de los demás, crearon una red de contactos y sacaron provecho.
- Diversificaron practicando el viejo refrán de no poner todos los huevos en la misma canasta.
- Una vez alcanzado el éxito, volvieron a disfrutar de su tiempo y de su gente.
- Decidieron que el tiempo invertido bien merecía un premio y supieron que tenían todo para ser felices.
- Dejaron legado a su familia, a su entorno y a la sociedad. Se empeñaron en dejar un mundo un poquito mejor que el que se encontraron.