Charles Feeney dedicó toda su vida a cumplir su sueño: convertirse en multimillonario para poder donarlo todo antes de morir. Y lo logró. El magnate estadounidense, cofundador de las tiendas Duty Free, ha fallecido a los 92 años en un humilde apartamento alquilado junto a su esposa en San Francisco. Antes había regalado de manera anónima una fortuna de más de 8.000 millones de dólares a todo tipo de causas, principalmente en sanidad, educación, infraestructuras y derechos humanos. Según 'Forbes', nadie tan rico ha donado tanto de su fortuna mientras vivía. Para Bill Gates y Warren Buffett ha sido un ejemplo a seguir: "Debería ser el héroe de todo el mundo”.
Nacido en Nueva Jersey en 1931, hijo de una enfermera y un trabajador del sector de seguros, Feeney no tardó en abrirse camino como emprendedor. Tras graduarse cofundó una red de tiendas de venta de bienes libres de impuestos -licores, tabaco, perfumes- a turistas. Se convirtió en Duty Free Shoppers, uno de los mayores minoristas del mundo en su sector. Después se expandió a tiendas, hoteles y resorts. El dinero y el lujo se acumulaban y empezó a preguntarse si se merecía tanto. Decidió que no y comenzó a repartir su dinero de forma anónima.
"No puedo pensar en un uso de la riqueza más gratificante y apropiado que dar mientras uno está vivo", contaba Feeney. ¿Y por qué en secreto? "Porque no tienes que explicar a la gente por qué lo estás haciendo”. Algunas de las donaciones que hizo a través de su fundación Atlantic Philanthropies fueron para infraestructura en Vietnam, universidades en Irlanda y centros médicos dedicados a encontrar curas para el cáncer y las enfermedades cardiovasculares en República de Irlanda, Cuba o Sudáfrica.
La fundación cerró en 2020 cuando cumplió su misión de donar los 8.000 del patrimonio de Feeney, que sólo se quedó con dos millones para su jubilación y la de su mujer Helga. El magnate aplicó la frugalidad también a su estilo de vida: un reloj de 10 dólares, bolsas de plástico a modo de maletín de trabajo y vuelos en clase turista son algunos ejemplos.
En 2012, en una entrevista a Forbes cuando le catalogaban como el 'James Bond de la filantropía', por sus donaciones bajo el radar, el empresario se definía afirmando que "soy feliz cuando lo que hago es ayudar a la gente y no necesito más motivos para hacer algo". Feeney sí puede descansar en paz.