La crisis energética ha despertado el interés por nuevos sistemas de calefacción. Ante el aumento de las facturas, son muchos los que han empezado a explorar las posibilidades del mercado, donde podemos encontrar varias alternativas al gas natural.
Una de las más interesantes y novedosas es el suelo radiante, un sistema de climatización que funciona a través de un circuito de tuberías o cables instalado bajo el suelo de la vivienda, es decir, sobre el pavimento.
Este sistema de calefacción puede ser de dos tipos: eléctrico o por agua caliente. Tal y como apuntan desde Selectra, el suelo radiante por agua caliente es aquel que funciona gracias al agua caliente sanitaria, que circula a través de un circuito de tuberías instalado bajo el pavimento, mientras que el suelo radiante eléctrico funciona a través del suministro eléctrico y gracias a un cable conector que se distribuye por toda la superficie e irradia calor de manera homogénea.
A la hora de decantarnos por una de estas dos opciones, hay dos aspectos que debemos tener en cuenta: el consumo medio y la inversión. El suelo radiante por agua, según señalan desde Selectra, se caracteriza por tener un consumo de energía muy reducido, mientras que su instalación requiere de una importante inversión. Por su parte, el suelo radiante eléctrico tiene un coste de inversión más reducido, pero un mayor consumo energético, por lo que las facturas serán mayores.
El suelo radiante se ha convertido en una buena alternativa a los sistemas de calefacción tradicionales. Sin embargo, antes de contratarlo es importante que tengamos en cuenta que este producto ofrece tanto ventajas como desventajas.
Desde un punto de vista positivo, el suelo radiante se caracteriza por tener un bajo consumo energético, especialmente en la versión que utiliza agua caliente, ya que su consumo puede llegar a ser un 20% más bajo que el de otros sistemas de calefacción. Además, tienen un alto rendimiento y pueden distribuir el calor de forma homogénea por toda la vivienda, eliminando las diferencias entre las zonas más frías del hogar y las más caras. De igual manera, estos sistemas cuentan con la ventaja estética de ser completamente invisibles, ya que circulan por debajo del suelo, por lo que podremos incluirlos fácilmente en nuestros planes de diseño.
Desde un punto de vista negativo, el principal inconveniente que tiene el suelo radiante es su precio, pues esta solución requiere una inversión inicial mucho más cara que otros sistemas. De hecho, se calcula que el precio medio de la instalación oscila entre los 40 y 50 euros, aunque todo dependerá de la dimensión de la vivienda y de si se utilizará únicamente para generar calor o para generar también frío. Además, para su instalación es preciso tener muchos conocimientos técnicos y levantar todo el pavimento de la vivienda, por lo que puede llevar su tiempo.
El suelo radiante tampoco se adapta bien a los cambios bruscos de temperatura en el exterior y pueden generar problemas de condensación, por lo que es aconsejable no utilizarlos en zonas geográficas que tengan una gran humedad. Sea como sea, antes de decantarnos o no por el suelo radiante, es importante que valoremos todas las soluciones y que analicemos cuál podría ayudarnos más a ahorrar.