Estos son los artículos más propensos a 'desaparecer' de las habitaciones de hotel
Los datos de una encuesta realizada por Passport-Photo Online lo confirman: el 87% de quienes pernoctan en hoteles han robado alguno de los objetos de su habitación
Entre los objetos más deseados, toallas, albornoces, paraguas y hasta la Biblia
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Todos hemos necesitado (o buscado) la comodidad de un hotel cuando tenemos que pasar tiempo fuera de casa, por un viaje de placer, por motivos de trabajo o para llevar una segunda vida (ejem, ejem). Es posible que tú también hayas cometido estos errores al realizar tu reserva.
El ritual de dormir en uno de estos lugares sagrados de descanso tiene muchos detalles que nos sabemos de memoria. Primero, registrarse en recepción y escuchar las palabras amables de quien confirma nuestra reserva; más tarde, la sensación confortable de saber que la numeración de nuestra habitación coincidirá con el piso del ascensor, las sábanas limpias, las toallas mullidas con olor a limón, el servicio de habitaciones en su clásico catálogo plastificado y nuestro cuarto, con particular firmamento de objetos familiares, desde la cama con un colchón decente al clásico escritorio con la lamparita metálica, el set de jabones y champús del baño o esas zapatillas que dan tantas ganas de… lo has adivinado: robar.
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Un altísimo porcentaje de quienes pasan la noche en un hotel ha pensado alguna vez en llevarse algo que no estaba permitido, o dicho y hecho: lo han escondido en el equipaje para sacarlo de contrabando al realizar el check out. Así lo ha demostrado la app Passport-Photo Online con una de sus encuestas.
¿Qué robamos más en los hoteles?
La encuesta de esta popular app para fotografiar documentos oficiales con datos biométricos se realizó a más de 1000 personas con el objetivo de mapear las intenciones de quienes ven en los lugares de pernocta una especie de barra libre para desatar sus fantasías cleptómanas: zapatillas, chanclas, albornoces, secadores, toallas, y tantos y tantos oscuros (y hoteleros) objetos de deseo.
El porcentaje de ‘raterillos de hotel’ es ciertamente alto: un 87% de los encuestados admitió haberse llevado algo sin permiso alguna vez. De ese pedazo de la tarta de ladronzuelos, el 27% confesó que hurtaba algo en todas y cada una de sus pernoctas, como si fuera parte del propio ritual de pasar la noche.
En cuanto a los objetos robados, lideran las toallas (35%), jaboneras (33%) y los geles y champús (32%), paraguas (31%) o biblias (30,5%), pero hay más en la selección que ofreció la app en su encuesta: revista, cesta, cojín, minialmohada, reposacabezas, pasta de dientes, abrebotellas….
Es amplia la batería de excusas que esgrimen quienes han escondido alguna vez un albornoz de nada en su maleta, una mezcla de autoengaño mesiánico, autoritarismo y una autoestima ciertamente alta mezclada con el placer culpable, como ese niño que todos llevamos dentro, el que le sisa dinero de la cartera a su madre.
“He pagado mucho por la habitación y me lo merezco” (30%), “Es por razones sentimentales” y “El hotel se lo puede permitir” (29%); “Me da un subidón de picardía” (26%), “Creo que tengo algo de cleptómano” (24%) y “Lo hago por la emoción" (18%), entre muchas otras excusas.
¿Quiénes roban más en los hoteles?
Otra revelación curiosa tiene que ver con la franja de edad de los encuestados. El dato desmonta cualquier prejuicio que pudiéramos tener al pensar en el tipo de público que comete la mayor parte de estos hurtos. El 91% de los nacidos después de 1894, los mayores de 35 años, admiten tener la mano un poco larga y haberse agenciado ‘un pequeño recuerdo’ (Te va a explotar la maleta con esos dos albornoces que has escondido debajo de tus blusas, Mari Carmen). El porcentaje desciende con la generación Z, aunque tampoco demasiado. El 80% de los encuestados en esa franja de edad reconoció también que había caído en la tentación de llevarse algún objeto prohibido.
En cuanto a los sexos, el mayor porcentaje de raterillos cae del lado de los hombres (89%), más propensos a caer en la tentación de olisquear ese albornoz suavísimo, celestial, con las iniciales bordadas, y hacer el truco del mago: ahora lo ves, ahora no lo ves. A ellas (84%) también les gusta esa sensación peligrosa tan gustosa de apropiarse sin permiso del objeto hotelero para sumarlo a su colección.