Mantener una temperatura fresca, nunca superior a los 21 grados, ayuda a mantener a raya la factura de la luz
"¿Ponemos la calefacción?" es la pregunta que muchos se hacen estos días; la clave es cómo hacerlo sin disparar el consumo
Más de uno lo ha pensado en estos días, sobre todo en las casas con calefacción individual. ¿Ponemos la calefacción? El otoño comienza a traer lluvia y frío, y muchas familias se están planteando cómo caldear la vivienda sin arruinarse, algo difícil con una inflación rampante y el coste de la energía. La pobreza energética acecha, pero hay formar de evitarla con una gestión eficiente de nuestros suministros.
El ahorro en los hogares españoles crece hasta el 21,2% de su renta en el segundo trimestre
La primera recomendación para ahorrar en la factura energética desde los primeros días de frío es ajustar la temperatura en el interior de la vivienda con una temperatura adecuada, pero siempre fresca. Aunque los grados ideales siempre dependen de cada persona, la temperatura ideal oscila entre los 19 y 21 grados. A la hora de dormir, incluso un poco menos.
Esto no solo es bueno para la factura de la luz o el gas, sino también para la salud. El calor es un proinflamatorio natural; por tanto, mantenernos frescos hace que todos nuestro organismo se encuetre mejor y nuestro sistema inmune no sufra.
En cuanto a la economía doméstica, hay que saber que cada grado implica un incremento del 7% en el consumo. En un piso de 90 metros cuadrados significa seis euros más cada mes por cada grado de temperatura. Según los datos del comparador Selectra, se puede ahorrar hasta un 25% apagando o bajando la calefacción una hora antes de irnos a dormir, o bajándola 4 grados si estamos fuera de casa durante más de dos horas.
Usar bien la calefacción es una manera de controlar el gasto energético, hay más recomendaciones que pueden ser clave para ahorrar en consumo energético durante los meses más fríos del año:
Aprovechar las horas de luz natural para evitar el encendido de lámparas.
Adquirir electrodomésticos con la etiqueta de eficiencia energética A+ o superior. Consumen un 50% menos de energía.
Usar la lavadora a temperaturas bajas. En torno a 30 grados es suficiente.
Poner el lavavajillas solo cuando esté lleno y preferiblemente en programas 'eco' de ahorro de energía.
Limitar el consumo de dispositivos electrónicos. No dejar los electrodomésticos enchufados por defecto supone una bajada importante en el consumo anual de luz.
Bombillas: hasta un 80% menos
Pero lo que de verdad nos puede hacer ahorrar en la factura de la luz es el cambio de bombillas. Las LED consumen un 80% menos que las tradicionales, por lo que su sustitucion es muy aconsejable. Además, los expertos aconsejan otra serie de tips:
Utilizar bombillas LED en la mayor parte de la casa con detectores de presencia. Dependiendo de dónde estemos, un pasillo o un comedor con luz natural, se puede instalar un sistema de control para regular la intensidad lumínica en función de la luminosidad exterior.
La regla de los 15 minutos. Como norma general, hay que apagar las luces que no se estén utilizando. Pese a que las bombillas fluorescentes y las LED no requieren tanta atención, tampoco pueden dejarse encendidas siempre. Los expertos hablan aquí de la regla de los 15 minutos: si no se va a entrar en ese espacio en un cuarto de hora, mejor apagar todo lo que esté encendido.
Diversificar las bombillas según el espacio. En zonas menos transitadas de la vivienda como garages o trasteros, un fluorescente da el servicio perfecto porque son áreas donde no se pasa mucho tiempo y no se plantea la cuestión de tener que apagar o encender con frecuencia.