La cerveza es una de las bebidas más populares del mundo. Y no es para menos. Esta bebida fermentada es un imprescindible de las cenas y quedadas con amigos, un refrescante aliado en los calurosos días de verano y un fiel compañero de esos ratitos de calma en el sofá, cuando podemos ver una película con nuestra pareja o disfrutar de un buen partido de fútbol.
Su amplia variedad de sabores (las hay con sabor a cereza, a castañas, a frambuesas, a mango e incluso podemos encontrar alguna estrambótica cerveza de calabaza y vainilla o ajo negro, entre otras muchas combinaciones) ha expandido sus fronteras a un buen número de consumidores que rechazaban la receta original y ha abierto las puertas a que los aficionados a la birra de toda la vida busquen nuevas experiencias culinarias y disfruten aun más, si cabe, de una pinta bien fresca.
La búsqueda de nuevos tipos de cerveza puede hacer que más de uno tenga una pequeña colección de botellines guardada en la nevera, ya sea porque se ha ido de viaje a algún país y ha encontrado una variedad que no conocía o porque ha encontrado un sabor exquisito en un supermercado que no suele frecuentar y ha querido abastecerse bien de cara al futuro. A saber. El caso es que tener guardadas varias cervezas en la nevera puede despertarnos dudas acerca de su caducidad y si hay una fecha en la que deben consumirse antes de que se conviertan en una bomba contra nuestro estómago. ¿La hay?
La respuesta es que no: las cervezas no tienen fecha de caducidad. A pesar de que muchas botellas de cerveza tienen grabada una fecha, esta no hace referencia a su caducidad, sino a la fecha de consumo preferente.
Esta fecha difiere de la de caducidad en que no marca el momento en el que un producto dejará de ser consumible, sino que establece el momento en el que los fabricantes recomiendan consumirlo, principalmente por cuestiones de calidad.
La inclusión de este tipo de información en las botellas de cerveza viene de una normativa europea aprobada en el año 2000 en la que se exigía que la fecha de consumo preferente apareciese en todas las botellas de cerveza, pero tomar un botellín que haya pasado ya su fecha de consumo preferente no nos hará ningún mal.
Al contrario, siempre que la cerveza se conserve bien cerrada, protegida del calor y la luz, no perderá calidad y, en algunos casos, es probable que su sabor aumente y gane un mayor carácter. Vamos, que si el botellín te dice que tenías que haberlo bebido hace un mes, ni te preocupes, porque no es perjudicial.
Eso sí: se corre el riesgo de que su sabor, en lugar de evolucionar a mejor, evolucione a peor, y se convierta en una bebida mucho más plana, así que, para evitar decepciones, lo mejor es no olvidar demasiados botellines en la nevera.
En este sentido, conviene recordar que las cervezas con menor graduación, suelen tener una fecha de consumo preferente de cuatro meses, a partir de los cuales puede agregarse algún matiz, tanto positivo como negativo, a su sabor. En el caso de las cervezas de alta graduación, es decir, aquellas de con más de 9º grados, la fecha de consumo preferente es mayor y pueden mantener todas sus cualidades durante un año entero. En ambos casos, aun así, si las cervezas se conservan en la nevera a una temperatura constante, estos tiempos pueden llegar a duplicarse.