Que quede claro: todo el mundo debería tener dinero suficiente como para pagar la luz y la calefacción de manera cómoda, sin apuros o problemas. Sin embargo, con la escalada que han sufrido los precios del gas y la electricidad en los últimos meses, este año es probable que muchas familias tengan problemas para abordar este gasto.
El pasado mes de noviembre, el precio de la luz alcanzó los 115,18 euros de media, la segunda cifra más cara de toda la historia según los cálculos de FACUA. A pesar de que el plan de choque que el Gobierno aprobó en septiembre para reducir la factura de la luz ha logrado contener la incesante subida, las cifras registradas siguen siendo de récord absoluto, y las previsiones de cara a finales de año no son demasiado optimistas.
De hecho, de acuerdo a los cálculos de FACUA, para que a finales de 2021 paguemos lo mismo que en 2018, tal y como preveía el Gobierno con sus medidas, deberá darse un escenario surrealista en el que las comercializadoras tendrían que devolverles 12 euros a los usuarios a finales del mes de diciembre. Es decir: la factura eléctrica de este duodécimo mes del año tendría que ser negativa. En lo que va de año, además, la media de las facturas del usuario medio se ha situado en 88,67 euros, un 14,9% más que en 2018.
Ante esta situación, y para evitar que el gasto se dispare durante el frío mes de diciembre, desde Idealista han recopilado una serie de alternativas que nos ayudarán a mantener la casa bien calentita reduciendo nuestro consumo.
La biomasa es una de las alternativas más socorridas cuando queremos calentar la casa sin poner la calefacción. En caso de no tener una chimenea tradicional, podemos optar por bio estufas o chimeneas independientes o de sobremesa. Estos aparatos funcionan solo con etanol, pueden utilizarse sin modificar la estructura arquitectónica de nuestra casa y gracias a su tecnología aislante no expulsan residuos de humo, por lo que podríamos utilizarlas sin preocuparnos por los malos olores.
Semejantes a las estufas de pellets, estos aparatos se caracterizan por funcionar también con otro tipo de materiales y por no expulsar gases tóxicos. Al principio, pueden suponer una gran inversión, pero, al no necesitar ni electricidad ni gas para su funcionamiento, este gasto se puede amortizar con el paso del tiempo.
Se trata de unas placas cerámicas que se instalan en las paredes y que dan calor gracias a la irradiación de infrarrojos. De fácil instalación, estos aparatos no emiten ruido o residuos y transforman el 95% de la potencia en radiación térmica, por lo que el consumo de energía que necesitan para funcionar será muy reducido.
Estos aparatos funcionan con bombas de calor que calientan el agua gracias al intercambio térmico con el exterior, lo que les permite crear calefacción en los meses de invierno, refrigeración en los meses de verano e incluso agua caliente durante todo el año sin emitir residuos o humo. Su consumo energético es reducido, ya que solo lo necesita para iniciar el motor. Su precio de instalación, si bien es más elevado que el de una caldera tradicional, también se puede compensar a largo plazo gracias al ahorro de energía que nos proporciona.
Este método se basa en la instalación de sondas que recogen el calor y lo llevan al vaporizador de la bomba térmica, donde se comprime y alcanza una elevada temperatura que se distribuye mediante el sistema de radiación del hogar, proporcionándole calor. Estos aparatos permiten ahorrar hasta un 75% frente a los sistemas tradicionales, ya que su uso de energía es mucho más barato, por lo que nos puede ayudar a reducir el importe de las facturas del mes.
Una opción para luchar contra el frío y mantener los dormitorios bien calentitos son las cortinas térmicas, unos aparatos que permiten aislar las puertas y ventanas para retener el calor. Además de estos aparatos, también existen otras alternativas semejantes, como las alfombras aislantes. Si los combinamos, podremos mantener la habitación en una temperatura muy agradable para no sufrir los males del frío invierno.