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Este año se cumple una década de la muerte de Steve Jobs, el fundador de Apple que en octubre de 2011 nos dejó a causa de un extraño cáncer de páncreas que padecía desde 2004. Desde entonces, su figura ha sido el centro de varios libros y biopics que han puesto de manifiesto la importancia que ha tenido dentro del mundo de la tecnología y que han servido para elevar su estatus hasta convertirlo en una especie de hombre de culto para miles de personas.
Está claro que las ideas y productos de Steve Jobs han jugado un papel importante en el desarrollo de la industria. Tanto es así que, tras su muerte, muchos se preocuparon por el futuro del gigante de la manzana mordida. Sin embargo, diez años más tarde, Apple ha sabido mantenerse como una de las empresas más importantes del sector, y lo ha hecho no por el recuerdo de su fundador, sino por la labor de su sucesor, un hombre mucho menos mediático que, sin embargo, ha sabido ganarse el favor de la compañía y el mercado: Tim Cook.
A pesar de que Apple es una de las marcas más conocidas del mercado y de que él es el nombre más visible de la compañía, desde el momento en el que ocupó el cargo de su antecesor Tim Cook ha sabido mantenerse al margen de los focos.
Tal y como él mismo admitía en un artículo de 2014 publicado en la revista Businessweek en el que revelaba su orientación sexual, Cook ha intentado preservar su privacidad en todo momento, alejándose de los focos y dejando que la atención pública recaiga sobre sus productos y lo que ofrecen a sus clientes.
Sin embargo, a pesar de su personalidad discreta y reservada, hay varios detalles de su vida que podemos conocer. Nacido en 1960 en el seno de una familia humilde de Mobile, Alabama, Tim Cook se unió a Apple en marzo de 1998, tras haberse licenciado en ingeniería industrial por la Universidad de Auburn en 1982 y de haber trabajado en IBM, donde permaneció durante doce años, y Compaq, donde ocupaba el puesto de vicepresidente en el momento en el que Steve Jobs decidió ficharle.
En el momento en el que se incorporó a la firma de Cupertino, Apple se encontraba al borde del desastre. Tal y como él mismo confesó durante el discurso de graduación que dio en su alma máter en 2010, en esa época todo su entorno le aconsejó que se quedase en Compaq, ya que era la opción más segura para su futuro. Incluso llegaron a decirle que sería una locura cambiar de empresa. Sin embargo, tras reunirse con Steve Jobs, lo tuvo claro: creía que la compañía de la manzana estaba haciendo cosas distintas al resto de la industria y, en vez de escuchar a la lógica, decidió seguir su intuición.
Tim Cook entró a formar parte de Apple ocupando el puesto de vicepresidente senior de operaciones a nivel mundial, cargo que desempeñó hasta que lo nombraron jefe de operaciones de la compañía en 2007.
Durante esta primera etapa, Cook logró reducir los costes de la compañía y mejorar sus finanzas a base de ajustar la cadena de producción y los pedidos a la demanda real de sus clientes. Gracias a esto, la compañía pudo convertirse en una de las empresas más eficientes del mundo, por lo que no es de extrañar que en agosto de 2011 Steve Jobs decidiese confiarle a él los mandos de su empresa. Antes, de hecho, ya había lidiado con el liderazgo de Apple en dos ocasiones, mientras Jobs se trataba del cáncer pancreático que acabaría con su vida.
En estos diez años al mando de Apple, Tim Cook ha demostrado su valía como líder, ofreciendo productos de calidad y manteniendo una logística sostenible que le han permitido seguir en lo más alto del sector tecnológico. Además, ha mejorado el compromiso social de la compañía, apostando por iniciativas medioambientales y defendiendo abiertamente los derechos de los homosexuales.