Todos lo hemos notado e incluso ha salido en alguna conversación en la que nos dábamos cuenta de que no éramos los únicos que se habían percatado, productos que cada vez reducen más su tamaño pero su precio queda prácticamente intacto. Esos helados cada vez más pequeños, las bolsas de patatas fritas más vacías o incluso el bote de detergente que en los últimos años ha ido menguando su tamaño y te da para menos lavadoras. No es un efecto óptico ni nada por el estilo y tiene nombre: reduflación, una mezcla entre reducción e inflación, término conocido en el mundo anglosajón como 'shrinkflation'.
Para muchos esto no es más que una estrategia de marketing de muchas empresas que, en vez de aumentar sus precios, reducen los envases o la cantidad en el interior de ellos de manera que pase lo más desapercibido posible a ojos del consumidor que pagará lo mismo o un precio similar por una cantidad menor a la que obtenía tiempo atrás. Para que se note lo menos posible, la ya conocida como reduflación suele hacerse cuando el producto sufre un cambio de diseño o de imagen, ya que en esos casos es más complicado que el consumidor se percate de la variación de tamaño o de cantidad.
Periodistas de la BBC han estado varios años estudiando este fenómeno mientras analizaban 19 productos, cada uno de un fabricante diferente y, tras años siguiéndoles la pista, 18 de ellos habían tenido reducciones de tamaño o cantidad. Según recoge el medio británico, empresas como Nestlé han alegado que en ocasiones han reducido el peso de sus productos con el objetivo de disminuir las calorías que contiene, o también para equipar el proceso de producción en diferentes países.
De vuelta a la investigación de la BBC, los periodistas se fijaron en dos variables, el precio por 100 gramos y el precio que se pagaba en caja por el producto, vislumbrando como nueve de los 19 productos habían tenido reducciones de precio, pero esta bajada no siempre fue proporcional a la reducción del contenido interior del envase.
En Estados Unidos Edgar Dworsky, un exfiscal y defensor del consumidor, lleva años detrás de este tipo de casos. "Los consumidores tienden a ser conscientes de los precios, pero no conscientes del peso. Pueden darse cuenta si están acostumbrados a pagar 2'99$ por bote de zumo de naranja y sube a 3'19$, pero si el recipiente reduce su peso, probablemente no se den cuenta", dijo a NPR.
Al mismo tiempo, los grandes rollos de papel de cocina o higiénico que prometen durar más que uno normal lo hacen, pero por un precio mucho mayor que finalmente no termina compensando tanto como se cree. Al igual que una caja de cereales más alta no tiene que traer mayor cantidad, puede que en su interior la bolsa tenga una gran cantidad de aire o que el ancho del envase se haya visto reducido. De esta manera, esos variaciones que produce la reduflación terminan teniendo consecuencias en la economía familiar que paga lo mismo por una cantidad menor a la que recibía anteriormente.
Pero el consumidor no es tonto y, pese a que las marcas y fabricantes intentan que los cambios pasen totalmente desapercibidos, muchos compradores han realizado quejas públicas en sus redes sociales debido a la reducción de tamaño de su producto favorito sin que ello conlleve también una bajada de precio correspondiente. Recientemente un usuario de Twitter comentaba que los helados almendrados que acostumbra a comprar cada vez son más pequeños, recibiendo la aprobación de otros tantos internautas.