Fondos de inversión cotizados, una alternativa al plan de pensiones para la jubilación
Alberto Álvarez
Los fondos cotizados permiten seguir tu inversión a golpe de click.Getty Images
Puedes recuperar la inversión en cualquier momento
Están ligados a un índice bursátil
Indicados para inversores propensos al riesgo
Los planes de pensiones privados están de capa caída. Las aportaciones han caído un 32% en 2022 debido al cambio en la fiscalidad. En 2019 te podías desgravar hasta 8.000 euros, en 2021 el límite bajó a los 2.500, y en 2022, a los 1.500 euros. El principal atractivo de este producto se desvaneció, y ahora los ahorradores buscan nuevos destinos para invertir su dinero de cara a la jubilación. Los fondos de inversión cotizados pueden ser una buena alternativa. Te contamos en qué consisten, sus ventajas y sus inconvenientes.
"El aumento de la inflación provoca que el dinero que tenemos ahorrado pierda valor. Esto, añadido a la pérdida de beneficios fiscales de los últimos años, hace que los planes de pensiones no sean suficientes hoy por hoy, y es importante complementarlos con vehículos que ofrezcan una rentabilidad más alta y permitan hacer frente a la inflación. Una opción interesante son los fondos de inversión cotizados", explica Adrián Amorín, country manager para España de Scalable Capital.
Qué son
Los fondos cotizados o ETF, como se conocen por las siglas en inglés de Exchange Traded Funds, son vehículos de inversión colectiva que están a caballo entre los fondos de inversión y las acciones. De los primeros, tienen la ventaja de la diversificación de la cartera; de las segundas, la liquidez de poder comprarse y venderse en bolsa durante la sesión.
Se llaman así porque replican un índice bursátil, el Ibex 35, por ejemplo, de manera que los activos que componen la cartera serán los mismos que aquellos que componen el índice que cotiza en la bolsa.
Ventajas
Estos fondos ofrecen algunas ventajas frente a los fondos de pensiones tradicionales.
Son más rentables. Los planes de pensiones asegurados ofrecen un porcentaje mínimo de retorno. La media de los últimos 25 años es del 3%, según Inverco. Sin embargo, la rentabilidad del Ibex 35 en esos años está por encima del 4%.
Pagan menos comisiones. Los planes de pensiones aplican dos comisiones: la comisión de gestión que cobra la entidad gestora y la comisión de depósito que perciben las sociedades depositarias. Estas no pueden superar el 1,70% del capital ahorrado. Con los ETF las comisiones dependen del fondo seleccionado, pero son notablemente inferiores: por lo general, entre un 1% y un 1,5% más bajas.
Se pueden recuperar fácilmente. Las aportaciones al plan de pensiones pueden realizarse en cualquier momento y con la cantidad que se quiera, y los ETF permiten que modifiquemos la cantidad de dinero o pausemos las aportaciones cuando queramos. La principal diferencia entre ambos es la liquidez: normalmente, el dinero aportado a un plan de pensiones solo se puede recuperar en el momento de la jubilación, mientras la inversión en un ETF se puede recuperar en cualquier momento.
No se penaliza su retirada. Los planes de pensiones tienen una penalización tributaria cuando se retira el dinero antes de lo estipulado. Si se rescata todo el importe de una sola vez se asume una retención del 21%, mientras que si se desea cobrarlo mes a mes, como una renta, los impuestos a abonar varían en función de la edad: entre el 40% para menores de 40 años y el 8% para mayores de 70. Sin embargo, al recuperar el dinero invertido en un ETF no existe ningún tipo de penalización.
Se puede invertir poco. Los fondos cotizados suelen tener importes mínimos de inversión reducidos, por lo que es posible acceder a ellos con pequeños capitales.
Como todo vehículo de inversión, los fondos cotizados tienen sus inconvenientes y es imprescindible leerse el folleto de condiciones antes de tomar una decisión, y ponerse en manos de un experto.
Tienen un tratamiento fiscal análogo al de una acción. De esta forma, no tienen retención en el momento de la venta, pero, a diferencia de los fondos de inversión, no permiten realizar traspasos con diferimiento fiscal. Si un inversor está interesado en cambiar de un ETF a otro, debe vender las participaciones del primero y adquirir las del segundo en el mercado, tributando los importes de la operación como ganancias o pérdidas patrimoniales. En los fondos de inversión tradicionales, los traspasos están exentos de tributación.
Gastos más elevados. Aunque las comisiones de gestión y depósito son menores que las de los fondos tradicionales, el inversor debe soportar los gastos a favor del intermediario en el que estén depositadas las participaciones (compra-venta, administración y depósito, cobro de dividendos, traspaso...). Este coste añadido podría incidir de forma significativa en la rentabilidad final de la inversión.
No se pueden adquirir ETF estadounidenses y canadienses, que figuran entre los más líquidos y baratos del mercado, por la normativa europea Mifid II.
Riesgo considerable. Para la CNMV los ETF "suelen ser fondos de renta variable, excepto aquellos que replican índices de renta fija, por lo que en general presentan una volatilidad elevada y resultan adecuados para inversores propensos al riesgo".
Para Adrián Amorín, "se trata de un riesgo controlado. El plan de pensiones tiene un nivel de riesgo inicial basado en la edad y el horizonte de inversión hasta la jubilación. Con el tiempo, se reduce la exposición a activos de riesgo y aumenta la inversión en renta fija. Pero a menor nivel de riesgo, también la rentabilidad es menor. En el caso del plan de ahorro con ETF, el nivel de riesgo dependerá del producto seleccionado, pero si está bien diversificado puede tener un nivel de riesgo menor a largo plazo que otros productos de inversión y, al mismo tiempo, ayudarnos a tener mejores rendimientos", explica el experto.
Buscar consejo
Dada la extensa variedad de fondos cotizados en el mercado, a la hora de elegir uno de ellos debemos tener en cuenta el tipo de activo (renta fija, renta variable…), el subtipo (deuda pública, deuda corporativa, acciones…), el área geográfica (Europa, Estados Unidos, Japón…), el índice subyacente (Eurostoxx 50, S&P500…) y la divisa de cotización (euro, dólar…).
Al igual que en cualquier otra decisión de inversión, es imprescindible consultar el folleto informativo que debe detallar la política de inversión del ETF, las comisiones que aplican o perfil de riesgo. Y si no estás muy ducho en el mundo de la inversión, lo mejor es ponerse en manos de especialistas.