El pasado 29 de noviembre, Jack Dorsey, el cofundador y CEO de Twitter, anunció que dejaba su cargo como director ejecutivo de la red social del pajarito azul. Con un comunicado publicado en su perfil oficial de la red social, Dorsey, que en 2015 había sido nombrado CEO de la compañía, aclaró que la decisión había salido de sí mismo y habló de los motivos que le habían llevado a abandonar la empresa que había fundado hace casi 16 años.
“Después de casi 16 años con cargos en nuestra compañía... desde cofundador hasta CEO (consejero delegado), presidente, presidente ejecutivo, CEO en funciones y CEO... he decidido que ya es hora de irme”, declaró. “Se habla mucho sobre la importancia de que una compañía sea ‘dirigida por un fundador’. En última instancia, considero que eso es muy limitante y un punto fundamental de fracaso. He trabajado duro para asegurarme de que esta compañía pueda separarse de sus fundadores”, señaló, y volvió a insistir en la importancia de que una compañía pueda “mantenerse por sí misma, libre de la influencia o dirección de su fundador”.
En este comunicado, Dorsey también anunció que Parag Agrawal, el jefe tecnológico de la compañía en los últimos tres años, había sido elegido unánimemente como su sucesor por la junta directiva de la empresa. Además, el ex-CEO explicó que se quedaría en la empresa hasta mediados de mayo para ayudar a Agrawal con la transición, momento tras el cual la abandonaría.
Dorsey no es el único fundador que ha abandonado recientemente su compañía. A principios del pasado mes de febrero, Jeff Bezos, el hombre más rico del mundo, anunció por sorpresa que abandonaría su cargo como CEO del gigante electrónico en el tercer trimestre de 2021 para cederle el cargo a Andy Jassy, el director ejecutivo de Amazon Web Services. En 2019, Larry Page y Sergei Brin, los padres de Google, también dejaron sus cargos dentro de la compañía (Brin era el presidente y Page el CEO de Alphabet, la empresa nodriza de Google). Y Bill Gates, cofundador de Microsoft junto con el ya fallecido Paul Allen, abandonó la junta directiva de la empresa informática en 2020 para centrar su tiempo en las labores filantrópicas de la fundación que comparte con su ex-mujer, Melinda.
Los motivos detrás de estas salidas son variados, al menos por lo que han declarado sus propios protagonistas. En el caso de Bill Gates, como decíamos, la marcha se produjo para que se centrase en la filantropía. En el caso de Larry Page y Sergei Brin su decisión, en sus propias palabras, se produjo para simplificar la estructura administrativa de la empresa. Jeff Bezos, por su parte, abandona sus funciones para convertirse en el presidente ejecutivo de la compañía y poder dedicar más tiempo a sus pasiones y a su otro gran proyecto: Blue Origin, la empresa aeroespacial con la que quiere llevar al ser humano al espacio y que le llevó a él mismo más allá de la atmósfera el pasado mes de julio.
En el caso de Dorsey, si bien su comunicado apunta a la necesidad de que una empresa pueda valerse sin la presencia de su fundador, puede haber otro factor a tener en cuenta: su puesto como director ejecutivo de Square, una compañía de pagos a través del teléfono móvil. En los últimos años, han surgido varios críticos que se mostraban escépticos de la capacidad del empresario para dirigir dos empresas millonarias. De hecho, el año pasado, Paul Singer, el magnate detrás de Elliott Management Corporation y uno de los inversores de la red social del pajarito azul, cuestionó que Dorsey pudiese dirigir ambas compañías eficazmente a la vez, y le animó a que abandonase uno de los dos puestos.
Haya tenido que ver o no la presión, al final Dorsey sí ha abandonado Twitter, pero no Square. La compañía tiene actualmente una capitalización de mercado de aproximadamente 98.000 millones de dólares, unos 30.000 millones más que Twitter. ¿Casualidad?