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La pensión de viudedad es una prestación contributiva de la Seguridad Social a la que se tiene derecho tras el deceso de la pareja. Esta pensión tiene el objetivo de evitar la desprotección en la unidad familiar y compensar las rentas que se dejan de percibir tras el fallecimiento del cónyuge. Su cuantía, con carácter general, será del 52% de la base reguladora del fallecido, aunque puede aumentar hasta un 70% si se dan los siguientes supuestos de forma simultánea:
Asimismo, desde el año 2019 los beneficiarios de más de 65 años también podrán acceder a un 60% de la base reguladora si cumplen tres condiciones, tal y como recoge la propia Seguridad Social:
La pensión de viudedad podrán cobrarla los cónyuges supervivientes que tengan hijos en común con el fallecido o que se hayan casado con un año de antelación al fallecimiento y la pareja de hecho del fallecido legalmente inscrita. Además, también podrán acceder a ella los separados judicialmente o divorciados, aunque en este caso deben cumplir con una serie de requisitos.
Tal y como señala la Seguridad Social, las personas que se hayan divorciado o separado judicialmente del fallecido podrán acceder a una pensión de viudedad siempre y cuando no hubieran contraído nuevo matrimonio o constituido una pareja de hecho.
Asimismo, se exige que hayan sido acreedores de la pensión compensatoria, aunque este requisito se excluye en el caso de las mujeres que acrediten que eran víctimas de violencia de género en el momento de la separación judicial o el divorcio y en todos aquellos divorcios que se hayan producido antes de 2008.
En este último supuesto, deberán cumplirse tres requisitos:
Además, desde el año 2013, también se recoge que las personas divorciadas antes de 2008 que no recibiesen pensión compensatoria podrían acceder a la pensión de viudedad si tienen más de 65 años, no tienen derecho a otra pensión y hayan estado casados con el fallecido durante al menos quince años.