Si hay un tema que cada vez preocupa más a los españoles, ese es el futuro de las pensiones. En las últimas décadas, el aumento de la esperanza de vida, la disminución de la natalidad y la inestabilidad económica y laboral que acecha a nuestro país han puesto en entredicho la sostenibilidad de nuestro sistema público de pensiones, y todo apunta a que en los próximos años se complicará aún más la situación.
Las perspectivas, al menos, no son especialmente halagüeñas. Según las estimaciones de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF), en 2050 el gasto de las pensiones aumentará 3,3 puntos porcentuales hasta suponer el 14,2% del PIB de nuestro país.
Este incremento vendrá motivado por el incremento de la tasa de dependencia (es decir, la población de más de 66 años dividida entre la de 16 y 66), que pasará del 26% actual al 53% como consecuencia del envejecimiento de la población, e implica que en 30 años serán necesarios dos trabajadores para poder pagar la pensión de un único jubilado.
Recientemente, el Gobierno, los sindicatos y la patronal han alcanzado un acuerdo para reformar las pensiones y hacerlas más sostenibles, pero los expertos sostienen que las medidas, que incluyen, entre otros, una subida conforme al IPC y penalizaciones para la jubilación anticipada, no serán suficientes.
Ante esta situación de incertidumbre, cada vez son más los españoles que deciden contratar productos financieros que complementen su futura pensión y les aseguren un nivel de ingresos estable en el momento en el que abandonen el mercado laboral.
Una de las opciones más populares son los famosos planes de pensiones, un producto de ahorro a largo plazo en el que los clientes aportan periódicamente una parte de sus ingresos para que un gestor los invierta siguiendo unos criterios de rentabilidad y riesgo previamente establecidos en el contrato.
Este tipo de productos pueden ser de varios tipos, siendo los de renta fija y renta variable los dos más populares. En función de las necesidades y objetivos, los clientes pueden contratar el que más se ajuste a lo que busca, aunque todos ellos tienen sus puntos negativos. Un plan de renta fija, por ejemplo, puede aportarnos una mayor estabilidad, pero su rentabilidad será más baja que la de los planes de renta variable, y viceversa.
Aun así, los expertos recomiendan que los clientes que tengan más de 50 años de edad se decanten por opciones de renta fija y que los jóvenes contraten opciones de renta variable, ya que es mejor asumir menos riesgos cuando estamos cerca de la edad de jubilación.
A la hora de contratar un plan de pensiones, una de las dudas que puede surgirnos es cuánto debemos invertir para que, a la larga, podamos disfrutar de unos ingresos considerables que nos garanticen una jubilación cómoda y tranquila, sin preocupaciones.
En este sentido, es importante tener en cuenta que, más que un importe concreto, lo más recomendable es ir haciendo aportaciones periódicas, ya sea mensuales, trimestrales o semestrales, para poder disfrutar de un fondo considerable cuando llegue el momento, ya que invertir de manera puntual podría no darnos los resultados que buscamos.
Además, hay que tener en cuenta que las aportaciones máximas que se pueden realizar anualmente a un plan de pensiones no pueden superar los 2.000 euros, según la nueva normativa aprobada a principios de año, así que, a la hora de fijar una cantidad, debemos asegurarnos de que no superamos los límites.
De igual manera, otro aspecto interesante que puede ayudarnos a definir cuánto dinero destinamos a nuestro plan de pensiones es cuánto podemos desgravarnos en nuestra renta. Actualmente, de la base imponible de nuestra renta podemos reducir hasta un máximo de 2.000 euros o, en su defecto, un 30% de los rendimientos netos del trabajo y otras actividades económicas.
De estas dos cifras, siempre se escogerá la menor de las dos, así que si el 30% de nuestros ingresos es menor que 2.000 euros, lo recomendable sería que ingresasemos solo esa cantidad para poder beneficiarnos de la ventaja fiscal.