El futuro de las pensiones es uno de los temas que más preocupa a los españoles. En las últimas décadas, el aumento de la esperanza de vida, la disminución de la natalidad y la inestabilidad económica y laboral que acecha a nuestro país han puesto en entredicho la sostenibilidad de nuestro sistema público de pensiones, y todo apunta a que en los próximos años disfrutaremos de menos ayudas que en el pasado.
Ante esta situación de incertidumbre, cada vez son más los trabajadores que deciden contratar un plan de pensiones que complemente a su futura pensión pública para asegurarse de que contarán con un nivel de ingresos digno y estable en el momento en el que abandonen el mercado laboral.
Este tipo de productos financieros pueden aportarnos varias ventajas. Además de permitirnos ahorrar a largo plazo, también sirven para desgravar en el IRPF, por lo que podremos pagar menos impuestos a la hora de hacer la declaración de la renta.
Hasta diciembre de 2020, las aportaciones que hacíamos a lo largo del año a nuestros planes de pensiones podían disminuir la base imponible de nuestra renta hasta un máximo de 8.000 euros anuales o, en su defecto, hasta el 30% de los rendimientos netos del trabajo y otras actividades económicas.
De estas dos cifras, se elegía siempre la menor. Sin embargo, con la entrada en vigor el pasado 1 de enero de los nuevos Presupuestos Generales del Estado, este máximo legal se ha reducido en 6.000 euros, pasando de 8.000 a 2.000, aunque, por el contrario, el límite de las aportaciones deducibles de los planes de pensiones de empleo ha pasado de 8.000 a 10.000.
Estos nuevos límites disminuyen el impacto que los planes de pensiones pueden tener en nuestra declaración de la renta. Para calcularlo, debemos tener en cuenta que estas reducciones se establecen de acuerdo a los tramos del IRPF, es decir, que en función de nuestros ingresos se nos aplicará un porcentaje distinto que, a su vez, nos permitirá ahorrar más o menos.
Los límites actuales del IRPF son los siguientes: de 0 a 12.450 euros, 19%; de 12.450 a 20.200 euros, 24%; de 20.200 a 35.200 euros, 30%; de 35.200 a 60.000 euros, 37%; de 60.000 a 300.000 euros, 45%; y de 300.000 euros en adelante, 47%.
De este modo, si una persona cobra 34.000 euros, pero realiza aportaciones por valor de 2.000 euros a su plan de pensiones, podrá ahorrar hasta 600 euros en su declaración de la renta.
Hasta el 31 de diciembre de cada año, podemos hacer tantas aportaciones a nuestro plan de pensiones como queramos, sin límites. Sin embargo, es importante que tengas en cuenta que no puedes aportar más de 2.000 euros por año.
En caso de que esto ocurriera, el exceso deberá retirarse antes del 30 de junio del año siguiente al de su aportación para no sufrir ningún tipo de sanción. De lo contrario, incurriremos en una infracción administrativa que podría costarnos una considerable sanción equivalente a la mitad del importe excedido.
No obstante, pueden darse situaciones en las que superemos el límite deducible sin excedernos en nuestras aportaciones, ya que, a la hora de deducir el IRPF, siempre se elige la cifra más baja entre el máximo de aportaciones al plan de pensiones (2.000 euros, en este caso) y el 30% de los rendimientos netos del trabajo y otras actividades económicas.
En estos casos, no se nos impondría una sanción, sino que podremos desgravarnos de este exceso en los siguientes cinco ejercicios fiscales. Aun así, a la hora de hacer aportaciones al plan de pensiones, es recomendable que intentemos ajustarnos a lo que finalmente podremos desgravarnos.