Que nadie se engañe: el futuro de nuestras pensiones está en entredicho. No hay previsiones demasiado halagüeñas en ese sentido. Ya hay cálculos estimativos de cuántos trabajadores hacen falta para sostener la pensión de un jubilado, panorama que tenderá a empeorar si la sostenibilidad del sistema público de pensiones sigue tambaleándose y el gobierno recurre a la deuda pública para seguir abriéndole las tripas al cerdo-hucha. Es aquí donde entran los planes de pensiones, una decisión que deberíamos mucho tiempo antes de la jubilación para llegar a ella con una cierta tranquilidad.
Más allá del kit de opciones inmediato para sostener nuestro nivel de vida a futuro y no dejar que la inflación le sorba el tuétano a nuestros ahorros de futuro (plan de pensiones privado, ahorro personal, fondos de inversión, operativa en bolsa), existe otra opción a considerar: los planes de pensiones de empleo (PPE). La posibilidad de contribuir a nuestra pensión a través de nuestra empresa.
Un PPE es un fondo de pensiones que las empresas y las administraciones públicas promueven internamente para sus propios trabajadores, con una fiscalidad específica y unas comisiones generalmente más bajas que el método tradicional de plan de pensiones privado.
Puede decirse que complementan la pensión del trabajador a futuro junto a sus cotizaciones acumuladas en la Seguridad Social y, a veces, ofrecen también ventajas aseguradoras en las contingencias laborales posibles: fallecimiento del trabajador, invalidez o dependencia severa. Entra aquí un concepto como el ahorro complementario o el Ahorro Previsional Voluntario, un ahorro opcional extra que el trabajador realiza para complementar la pensión y su propio PPE, y aumentar la cantidad a percibir después de la jubilación. Se le suele descontar del sueldo. El APV puede tener también beneficios tributarios en tu declaración. El plan de empleo se sostiene en aportaciones obligatorias de ambas partes (empresa y trabajador) y las voluntarias, para reforzar todavía más la futura pensión.
En lo técnico, no hay grandes diferencias entre un plan de pensiones privado y un plan de empleo a través de nuestra empresa. De hecho, la aportación máxima anual fijada es la misma: 8000 euros, o un 30% de los rendimientos del trabajo del ejercicio.
Es cierto que los PPE gozan de muy poco predicamento en nuestro país. Aún no hay muchas empresas que hayan implementado estos planes para cubrir las pensiones a futuro de sus trabajadores.
Puesto que elegir entre el plan de pensiones privado y el plan de empleo no es fácil, conviene ir al detalle para saber qué modalidad nos conviene más y cuáles son las ventajas del segundo frente al primero. El modo de cobro de un plan de empleo se hace de tres formas: por capital acumulado, por renta (vitalicia, periódica o temporal) o un modelo mixto a medio camino entre ambas opciones.
Una de las ventajas más citadas es el control de dicho PPE, que supervisa una Comisión de Control dividida entre representantes de la empresa y de los trabajadores. Un 50/50. Así hay garantía de que se busque el interés mutuo y no haya opacidades en la negociación.
La duda que suele tener el trabajador antes de acogerse al PPE es si el hecho de que nuestra empresa contribuya a nuestra hucha de la pensión afectará dramáticamente al IRPF de la declaración. La respuesta es que no. No hay impacto fiscal alguno, ya que estas aportaciones se categorizan como rendimientos del trabajo y se detraen de nuestra base imponible de la nómina.
Otra de las ventajas es que las comisiones que se nos cobrarán si mantenemos un plan PPE, a través de nuestra empresa, serán más baratas, ya que es la propia empresa la que gestiona estas posibles ventajas con el proveedor financiero del plan (un banco) para el colectivo de trabajadores. Todos ganan.
La comisión máxima suele ser del del 1,6%, aunque por lo general ronda el 1%. La supuesta rentabilidad menor de un PPE frente a un plan de pensiones privado tradicional, o uno que realices a través de un banco, seguramente se vea compensada por el ahorro en estas comisiones. A diez años, la rentabilidad para tus ahorros si escoges un PPE puede ser de un 5% a veinte años y de un 3,4% a diez, según varias fuentes consultadas. En un plan de pensiones individual, estas comisiones de gestión rondan el 1,5% (0,3% al depositarlo)
Si estás pensando en acogerte al PPE que ofrece tu empresa, deberás mirar con lupa todos estos aspectos: qué contingencias cubre, si además de las clásicas hay otras excepcionales que te puedan convenir (desempleo de larga duración), comisiones máximas, temporalidad, aportaciones periódicas y un largo etcétera. Consulta a tu asesor fiscal. Él sabrá asesorarte e informarte sobre todos los supuestos, las ventajas y los inconvenientes, antes de tomar la decisión.