Pedro Sánchez sabe que las pensiones son la espada de Damocles de todo Gobierno desde hace décadas. De hecho, ha estrenado su primer Consejo de Ministros con una subida del 0,9% en los 9,8 millones de prestaciones de la Seguridad Social. ¿Cómo se traduce eso a la realidad? ¿Qué supone para tu bolsillo si estás jubilado/a? ¿Es suficiente esta medida? ¿Cómo afecta a las arcas generales? Resolvemos algunas dudas con la ayuda del experto Mariano Jiménez Lasheras, presidente de la Organización de Consultores de Pensiones (OCOPEN).
Con la subida es un 0,9%, la pensión media del sistema se elevará 8,9 euros al mes (1.004 euros). Los jubilados ganarán 10,2 euros más (1.153 euros la pensión media). Los beneficiarios de la pensión de viudedad, 6,4 euros más (721 euros) y los beneficiarios de pensiones por incapacidad permanente tendrán 8,8 euros más, con lo que sus ingresos se situarán en los 987 euros. No hace falta demasiada imaginación para ver cuánto y de qué modo estirará cada uno ese billete extra. El porcentaje para calcular la subida es igual para todas las pensiones, independientemente de su cuantía. Es decir, el 0,9%, aunque ha quedado pospuesta para más adelante la mejora de las mínimas.
En la próxima nómina, que es la de febrero.
Sí. Lo tiene desde el 1 de enero, por tanto, esa revalorización de la pensión se le aplicará en la primera nómina.
No habrá distinciones puesto que la Seguridad Social es una caja única. Las pensiones subirán ese 0,9% en todas las comunidades.
La cuantía no es para lanzar cohetes, pero al menos el Gobierno ha respondido a su demanda, que es la revalorización de la pensión de acuerdo con la subida del IPC. Cumple así su compromiso, dejando al margen la reforma aprobada en 2013 según la cual las prestaciones ya no se actualizarían conforme a la inflación, sino con un nuevo índice de revalorización a partir de los ingresos y gastos del sistema, el aumento de pensionistas y la prestación media. La ley fijaba un límite de subida del 0,25% para los años malos, de manera que los pensionistas perderían poder adquisitivo si la inflación superaba ese porcentaje.
El futuro de las pensiones y su peso en la economía de nuestro país es una preocupación creciente y más cuanto más longeva es la sociedad. Esta subida no resuelve la incertidumbre ciudadana ni política. Es un debate que va a estar abierto durante mucho tiempo y necesita muchos interlocutores.
El futuro de las pensiones, su estabilidad y su sostenibilidad, es uno de los grandes retos que debe afrontar la sociedad española con la máxima urgencia.
En primer lugar, hay que plantear la plena incorporación a la jubilación de los baby boomers. Con la situación actual del sistema, es insostenible. El sistema público viene registrando déficits recurrentes anuales en torno al 1,5% del PIB. Aunque los ingresos por cotizaciones sociales han crecido, el crecimiento del gasto en pensiones ha sido muy superior y todo indica que seguirá acelerándose, sobre todo por el aumento de la esperanza de vida y la mayor cuantía de las pensiones iniciales.
En segundo lugar, buscar sistemas complementarios. El debate reciente sobre las pensiones se ha limitado a discutir cuál debe ser la revalorización de este año o de los siguientes y ha estado impregnado de una excesiva carga ideológica, paralizante para la toma de decisiones, sobre los sistemas públicos y privados, sin querer entender que no se trata de sistemas alternativos sino complementarios. El único planteamiento posible es una composición mixta de los ingresos por jubilación futuros”.
En tercer lugar, involucrar a las empresas para promocionar, incentivar e impulsar pensiones complementarias que permitan jubilarse con una tasa de sustitución aceptable con respecto al último salario de la vida laboral. Actualmente estamos en torno al 75% y 80%, pero eso es insostenible si el único ingreso es como pensión pública.
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