La invasión rusa de Ucrania ha puesto del revés todas las previsiones económicas internacionales, acercando un poco más a Europa, y por extensión a España, a un fenómeno que apenas se había mencionado en las últimas décadas: la estanflación. Se trata de un escenario en el que se combinan dos fenómenos normalmente poco compatibles, el estancamiento económico y la alta inflación. Una situación de recesión muy peligrosa que conlleva mayor desempleo, menor consumo y precios más altos y que desde el Banco Central Europeo (BCE) ya han admitido que es una posibilidad real.
El origen del término habría que buscarlo en la crisis del petróleo de la década de los 70, cuando la OPEP (Organización de Países Árabes Exportadores de Petróleo) disminuyó artificialmente la producción con el objetivo de que subieran los precios. Esto afectó a la oferta, que se hundió arrastrando con ella el crecimiento económico. Sin embargo, la inflación se mantuvo al alza, provocando que los salarios aumentaran sin que subiera la productividad. Así se produjo la estanflación.
La situación actual es similar a la de entonces. El conflicto bélico va a mantener la tasa media del IPC al alza, en contra de las previsiones que marcaban un descenso a medio plazo. Los precios de las materias primas, desde el petróleo hasta el trigo, están alcanzando máximos de varios años. El precio de los productos volvió a dispararse en enero en el área de la OCDE, un 7,2% interanual. En este contexto, la inflación en la eurozona podría cerrar 2022 en una tasa promedio récord del 6,5%. Esta subida se traslada ya al consumo, y cada vez son más los bienes y servicios de nuestra cesta de la compra afectados.
Las masivas sanciones aprobadas por la UE contra Rusia también podrían suponer un recorte de más del 1% del PIB cuando aún no se ha terminado de consolidar la recuperación económica en Occidente tras la pandemia del covid. La cadena de suministros puede sufrir más interrupciones. Habrá escasez de materiales y transportes, y los puerto tendrán dificultades de capacidad para recibir las mercancías. El hundimiento de la oferta es palpable y lo peor es que el crecimiento no acompaña. Y sin crecimiento la bolsa no sube. Así, se abre un escenario que no tiene que ver con la demanda, que afecta a la oferta y que puede tener consecuencia imprevisibles para la economía.
Rusia no está muy integrada en la economía mundial, pero la UE se lleva la mitad de sus exportaciones, aunque con diferencias importantes entre las exposiciones comerciales de sus países. Los de Europa del Este dependen más del gas y el petróleo rusos. Por su parte, Rusia depende en algunos sectores de las importaciones de Occidente. La participación de la UE en el envío de productos farmacéuticos y de alta tecnología es de aproximadamente el 45%. Además, cerca del 70% de las importaciones rusas de productos químicos y el 60% de las importaciones de instrumentos y aparatos llegaron de la UE en 2019.
Olli Rehn, presidente del Banco Central de Finlandia y miembro del Consejo de Gobernadores del Banco Central Europeo (BCE), ha reconocido en una entrevista en 'Bloomberg' que la estanflación "es posible debido a la guerra en Ucrania", aunque también advierte de que "aún es demasiado pronto para evaluar el impacto en la economía europea".
"Es posible que la situación actual no conduzca necesariamente a una espiral prolongada de estanflación. La economía europea ahora es más fuerte, el banco central tiene otras herramientas para controlar la inflación y los bancos también se han fortalecido desde la crisis", indica Rehn, quien subraya que la labor fundamental por parte del BCE será garantizar el crecimiento, buscar la mayor estabilidad posible de los precios y que fluya la liquidez en los mercados.
Si el empeoramiento de los datos económicos continúa, tanto el BCE como la Reserva Federal se verían obligadas a aparcar para 2023 la subida de tipos que parecía factible que abordaran en un futuro próximo y a moderar las compras de activos. El BCE está preparando un aumento de los colchones de capital del sector bancario para mitigar el impacto del conflicto en la economía. Gran parte de lo que ocurra dependerá de si se produce una escalada del conflicto en Ucrania y de lo que se prolongue en el tiempo.