La invasión rusa de Ucrania ha empujado a Occidente a recurrir al denominado 'arma nuclear financiera' contra Vladimir Putin, la exclusión parcial de Moscú del sistema de pagos SWIFT. "Esto asegurará que determinados bancos rusos estén desconectados del sistema financiero internacional y dañará su capacidad de operar globalmente”, ha aseverado Estados Unidos en un comunicado respaldado también por la Comisión Europea, Francia, Alemania, Italia, el Reino Unido, Canadá. Pero ¿qué es este sistema y por qué la exclusión de Rusia del mismo supondría un duro golpe a su economía?
El sistema SWIFT (Society for Worldwide Interbank Financial Telecommunication) es la principal red de pagos internacionales del mundo. Fue fundado en 1973 por 239 bancos de 15 países y hoy interconecta más de 11.000 entidades financieras a nivel mundial que lo utilizan para enviar mensajes y órdenes de pago seguro, permitiendo el flujo del comercio internacional. Opera los 7 días de la semana y las 24 horas del día, ejecutando la comunicación de pagos internacionales por valor de 100.000 millones diarios, una tercera parte del total de los abonos realizados.
Se trata de una cooperativa financiera internacional que tiene su sede en Bélgica y que dirige desde el 1 de julio de 2019 el español Javier Pérez-Tasso. El sistema se declara neutral y sujeto a la normativa belga, que a su vez está sujeta a la Unión Europea. Por tanto, es la UE la que decide que los bancos rusos se queden fuera del sistema.
Que las entidades financieras de Rusia queden fuera de SWIFT significa que la operativa de su banca se verá seriamente perjudicada con aumento de costes y retrasos, porque no podrán hacer ni cobros ni pagos internacionales con el resto de entidades que utilizan este sistema. Alexei Kudrin, exministro de Finanzas ruso, calculó que la medida podría conducir a una caída del 5% en el PIB de Rusia. "El corte detendría todas las transacciones internacionales, desencadenaría la volatilidad de la moneda y provocaría salidas masivas de capital", auguraba.
Se produciría un bloqueo de las transferencias bancarias con el país, lo que tendría a su vez efectos colaterales ya que cualquier empresa extranjera que necesite hacer pagos en Rusia no tendría opciones de hacerlo por esta vía. "Si desconectan a Rusia del SWIFT, no recibiremos divisas, pero los compradores, los países europeos en primer lugar, no recibirán nuestras mercancías", advirtió la semana pasada Nikolai Zhuravlev, vicepresidente de la Cámara Alta del Parlamento de Rusia. Además, complicaría a los acreedores europeos a la hora de recuperar el dinero que tienen en negocios del país.
Por ello, como las consecuencias de excluir a Rusia de SWIFT podrían terminar perjudicando a Occidente -Moscú es el principal proveedor de la UE de petróleo crudo, gas natural y combustibles fósiles sólidos-, se ha determinado que la desconexión sea solo parcial, de modo que se siga permitiendo el pago de los hidrocarburos (gas y petróleo). Alemania ha sido uno de los países a los que más ha costado dar este paso, a sabiendas de su enorme dependencia del gas ruso y de que las consecuencias para su economía podrían ser devastadoras.
Algunos analistas se han apresurado a apuntar que la exclusión parcial solo a algunos bancos no será efectiva y resulta una medida tibia, ya que el 66% de las exportaciones rusas seguirán funcionando. Por otra parte, las empresas rusas también tienen la posibilidad de acudir a otros canales para los pagos (móviles, aplicaciones de mensajería, correo electrónico) o al suyo propio, el todavía poco asentado Sistema de Transferencia de Mensajes Financieros (SPFS). En 2018 ya eran 400 instituciones, aunque solo opera en Rusia.
También podría dirigir los pagos a través de países como China, que no ha impuesto sanciones y cuenta con su propio alternativa: el Sistema de Pagos Internacional de China (Cips), que empezó a funcionar en 2015 con 19 bancos chinos y extranjeros y cuenta con 176 participantes indirectos para cubrir 47 países y regiones. De hecho, Estados Unidos teme que el sistema chino termine viendo incrementado su uso, e incluso que el dólar estadounidense se vea perjudicado como moneda de reserva mundial (el Cips liquida en yuanes), ya que podría dar lugar al crecimiento de criptomonedas como el bitcoin.
Por último, las consecuencias de la exclusión rusa de SWIFT también afectaría a España, que se ha mostrado a favor de privar a Moscú de su acceso. Nuestro país exportó a Rusia y Ucrania casi 3.000 millones de euros en 2021, y unas 15.000 empresas españolas mantienen relaciones comerciales con alguno de los dos países, incluidas Inditex y Meliá.