Hacer lo justo y necesario para cumplir con las tareas asignadas en el trabajo en favor de priorizar la vida personal fuera de la oficina. Esa es la nueva tendencia que, con el llamado síndrome del 'burnout' o agotamiento laboral de fondo, ha empezado a popularizarse en las empresas bajo el nombre de 'quiet quitting', o 'dimisión silenciosa'. En contraposición a la vieja actitud de esforzarse, luchar por ascender y echar horas extra como si se fuera 'a heredar la compañía', el trabajador opta por no entregarse al máximo, pero sin renunciar directamente a su trabajo.
¿Qué significa en la práctica esto fenómeno al alza? Pues negarse a realizar labores que no forman parte de la descripción del trabajo, cumplir escrupulosamente con el horario establecido o negarse a contestar a correos electrónicos fuera del horario laboral. En definitiva, se trata de cumplir para que nadie les puede echar nada en cara, salvo su falta de motivación e implicación.
"Si llegas a un punto en tu carrera en el que sientes que pones el trabajo por encima de todo lo demás, a expensas de otras partes importantes de tu vida, puede ser increíblemente desmoralizador", indica Charlotte Davies, experta en carreras profesionales de LinkedIn, en una entrevista al diario británico Metro, para explicar por qué se está imponiendo esta tendencia.
En realidad, el rechazo a la actitud de vivir para trabajar no es nada nuevo en el mercado laboral. Solo que ahora ha sido etiquetado con un nuevo término que circula por las redes sociales y que practican personas que tienen TikTok para expresarse. No hay limitaciones de edad para sumarse a la 'dimisión silenciosa', pero es cierto que es más frecuente entre los jóvenes que se encuentran con una precariedad laboral que no ofrece muchas oportunidades de abrirse camino.
Datos recientes de Gallup demuestran que el compromiso de los empleados de Estados Unidos ha caído en 2022, especialmente entre los miembros de la generación Z y los 'millennials' más jóvenes, nacidos de 1989 en adelante. Más de la mitad de los trabajadores encuestados por Gallup que nacieron después de 1989 (54%) entran en la categoría de 'no comprometidos', es decir, aquellos que se presentan al trabajo y hacen el mínimo requerido, pero poco más.
Una de las claves para medir esa falta de compromiso consiste en saber si el trabajador siente que su labor tiene un propósito. Los datos de Gallup demuestran que para los empleados más jóvenes no es así. Quizás como respuesta a esa decepción ante los contratos precarios, la incertidumbre laboral o los precios desorbitados para acceder a una vivienda, los jóvenes buscan más flexibilidad en su trabajo para alcanzar mayor equilibrio y satisfacción en sus vidas, según un estudio reciente de Deloitte.
Más allá del desencanto generacional, Charlotte Davies apunta que reducir el esfuerzo al mínimo necesario para completar las tareas probablemente sea "un síntoma de agotamiento" y señal de que se ha perdido la pasión por un trabajo. Si el equilibrio entre la vida laboral y la personal no es el adecuado, si el salario no es satisfactorio o si no hay forma de ascender, lo conveniente es realizar acciones para intentar cambiar la realidad de una situación, como buscar otro empleo o plantearse alternativas.
Tampoco conviene confundir vaguear con renunciar a trabajar hasta el punto de agotarse. Josh Bittinger, un director de estudios de mercado de 32 años de una empresa de consultoría de gestión citado por The Wall Street Journal, destaca que tras años de decir "sí" a todo con la esperanza de destacar ahora ha aprendido a decir que no más a menudo y reservar tiempo para sí mismo. "Consigo terminar mi trabajo y mis proyectos. Me desenvuelvo bien y recibo buenos comentarios", cuenta.
Otro punto es si la 'renuncia silenciosa' es realmente un concepto válido. Josh Butler, periodista político de 'The Guardian', destaca en Twitter que es "absolutamente descabellado que los horarios de trabajo no razonables y la mentalidad de trabajo constante se haya normalizado hasta el punto de que hacer las tareas por las que te pagan y volver a casa a tiempo se haya convertido en una renuncia silenciosa". En una línea similar se pronuncia la periodista canadiense Karen K.Ho: "La renuncia silenciosa viene por la cantidad de industrias que esperan que los trabajadores superen regularmente las expectativas a cambio de muy poco reconocimiento o recompensa, y cómo las personas se han dado cuenta de que eso no es sostenible ni vale la pena".