María Leal se lo juega todo a una carta. Su dinero, su patrimonio, su futuro… todo. A sus 56 años ha dejado de trabajar para otros para crear una empresa. Reconoce los riesgos que afronta y asume que, de fracasar, tendría que buscarse un nuevo trabajo y, seguramente, con peores condiciones que el que ha dejado. Como ella, muchas españolas y españoles decide, en un momento de su vida, dar un salto de fe y apostar fuerte por un proyecto propio.
Pablo Claver emprendió su primer negocio a los 9 años, vendiendo cromos en El Rastro madrileño. Desde entonces ha creado varias empresas, ha ganado alguna vez y ha perdido en otras cuantas, pero sigue pensando que es emocionante el camino. Ahora, a los 58 años ha abierto en Madrid el Museo de la Felicidad.
Emprender un negocio es siempre una aventura, pero hacerlo con más de 50 años entraña más riesgos, hay menos tiempo para resarcirse, si vienen mal dadas, y te juegas lo que has conseguido con años de esfuerzo. Sin embargo, para algunos la tentación puede a los miedos.
“Era arriesgarse hoy o arrepentirme mañana”. Así explica María Leal el por qué decidió lanzar un órdago a la vida teniendo trabajo y viviendo sin estrecheces. En 2023 puso en marcha Plennio, que ofrece a las empresas servicios para cuidar a los mayores de sus empleados. Una forma de trabajar el mundo de los cuidados, a través del compromiso de las empresas con sus trabajadores. “Yo he visto a muchas personas de mi entorno, amigos, familiares, compañeros… que necesitan ayuda con sus padres, que no llegan a todo, y este es un tema que afecta a cualquiera que tenga a sus padres mayores. Nuestra propuesta es que las empresas puedan ofrecer a sus empleados soluciones a estos problemas y para que sientan la tranquilidad de que sus padres están bien atendidos. Sentía que era un buen momento para crear algo, cubrir una necesidad y ayudar a los demás”.
La apuesta de María es elevada, se juega mucho en este envite. “Tiene su parte de riesgo, yo me juego mis ahorros y mi patrimonio, pero cuando creas algo y funciona te da una satisfacción enorme, la adrenalina que te genera es alucinante”.
No obstante, es consciente de lo que puede perder: “Ahora el riesgo es mayor. De joven, si montas algo y no funciona, pues buscas trabajo de nuevo. Ahora, con 56 años buscar trabajo no es lo mismo que con 28, no tiene nada que ver. No tendría posibilidad de volver a emprender porque he gastado todos mis recursos, y tendría que buscar un trabajo en el que probablemente ganaría un salario muy por debajo de la última vez que trabajé por cuenta ajena”.
María es senior y defiende el talento senior: “Contrato a mayores de 50 años porque son personas que funcionan inmediatamente. Soy una Pyme, y no me puedo permitir el lujo de contratar a alguien para enseñarle, tengo que coger a alguien que venga enseñado de casa y que lo único que tenga que hacer es adaptarse, y para eso el talento senior es clave. Para mí funcionan más rápido”, asegura.
Y tiene vocación de permanencia: “No soy “startupera” en el sentido de crear algo y cuando empiece a funcionar venderlo. Yo quiero solucionar un problema y que la empresa siga existiendo mucho tiempo”, explica. Y la empresa ha empezado con buen pie, “abrimos en mayo de 2023 y el balance es superpositivo. Ya damos servicio a 20.000 familias y tenemos empresas importantes que han contratado nuestros servicios”, y destila pasión y ambición cuando asegura que “estamos cambiando algo: que las empresas cambien el foco y no solo ofrezcan ayudas a sus empleados para cuidar a los menores, sino también para cuidar a sus mayores”.
Pablo Claver empezó su vocación emprendedora a los 9 años, cambiando cromos en El Rastro madrileño. Ha creado más de 20 empresas en España y en el extranjero, con sus éxitos y sus fracasos. “Nuestro mayor éxito fue Global Estrategia, una consultora de formación a empresas llegamos a tener más de 300 colaboradores y la vendimos a una multinacional francesa. Como fracasos, Funerweb, un portal funerario que intentamos integrar en grandes aseguradoras, pero fue un fracaso total. O una tienda especializada en artículos relacionados con Don Quijote que pusimos en Toledo y tuvimos que cerrar a los pocos meses. Cuando ves que no funciona la cosa, intenta que el fracaso sea lo menos costoso posible y se haga de manera rápida”, recomienda Pablo.
El destino ha hecho que 50 años después, Claver vuelva al barrio donde cambiaba cromos para abrir el primer Museo de la Felicidad de España. Para Pablo, la felicidad es algo serio. “Durante años me he estado formando como experto en felicidad. Cree una consultora de felicidad para empresas, y durante la pandemia conocí en Museo de la Felicidad de Copenhague, fui a visitarlo, y pensé que combinado el rigor científico con experiencias divertidas y de aprendizaje podíamos hacer un museo divertido y educativo”.
El Museo ofrece más de 20 experiencias, desde tirarte a una colchoneta gigante, a disfrutar de un risódromo donde dar rienda suelta a las carcajadas, en una visita acompañada por expertos que enseñan qué nos hace felices, y porqué. Una combinación de ciencia, aprendizaje y diversión que proporciona al visitante herramientas para encontrar momentos felices en nuestro día a día.
Pablo se juega mucho en esta original propuesta, pero sostiene que “siempre visualizas el futuro en positivo, pero pienso que en caso de que salgan mal las cosas, voy a disfrutar del camino. Somos tres hermanos y cuatro amigos, nos lo hemos currado mucho, hemos trabajado mucho y en el poco tiempo que llevamos funcionando más de 50.000 personas han visitado el museo y el 95% sale contento. Mi idea es llevar la idea a otras ciudades como Barcelona, Lisboa, París…”
Para el emprendedor novato Pablo recomienda “hacer varios escenarios, pesimista, realista y optimista, y tener previstas actuaciones para cada caso. Y también hacer test de demanda. Nosotros en noviembre hicimos una página web anticipando la apertura del museo y en dos días teníamos más de 700 personas en lista de espera. Eso por un lado te motiva, y también te da una idea de tus posibilidades”.
También recomienda que “no asumamos muchas deudas. A nuestra edad, meterse en un emprendimiento en el que tengas que hipotecar o endeudar demasiado, es asumir mucho riesgo. Hay que buscar alternativas para que el tema financiero no te quite el sueño”.