Según Aristóteles, la felicidad es el fin o bien último que persigue el hombre. Y, desde su perspectiva, eso no consiste simplemente en obtener riquezas o un placer momentáneo, sino en una vida bien vivida en la que se desarrolla todo el potencial humano. Dado que, según algunos estudios, nos pasamos trabajando el equivalente a 12 años de vida, más vale que ese tiempo lo aprovechemos para realizarnos si queremos que nuestro cómputo de felicidad vital sea alto.
Aunque pueda parecer una quimera, o directamente un sarcasmo, todos deberíamos aspirar a ser felices en el trabajo. Es decir, que cuando suena la alarma por la mañana nos levantemos con ganas de ir a hacer lo que mejor sabemos, aquello que disfrutamos y nos hace sentir orgullosos. Lo que en Escandinavia llaman 'arbejdsglaede'. En ese sentido, Meik Wiking, director del Instituto para la Búsqueda de la Felicidad de Copenhague, ofrece en su libro 'Hygge Work'. Cómo encontrar la felicidad en el trabajo y en la vida cotidiana' (Libros Cúpula) las claves para hallar alegría en esta esfera de nuestra vida.
Si los daneses ostentan uno de los niveles de felicidad laboral más altos del mundo, será por alguna razón. Dos de cada tres ciudadanos dicen estar muy satisfechos en el trabajo, y el 58% no dejaría de trabajar aunque en un momento dado no necesitara el dinero, según datos de Eurostat. ¿Cómo puede ser esto? Según Wiking, todo empieza por la regla de los tres metros, un concepto tan simple como efectivo.
Consiste en que cada trabajador se haga responsable de todo lo que pasa en un radio de tres metros a la redonda. Eso significa que si algún compañero dentro de esa distancia precisa tu ayuda, tú debes proporcionársela. Si suena un teléfono que nadie coge, aunque no sea el tuyo, tú te encargas de responder. Si aparece alguien con cara de despistado tú te encargarás de orientarle, sea o no tu responsabilidad. No se trata de estar pendiente de todo y de todos, sino de hacerte responsable de esa pequeña parcela que a ti te concierne.
Uno de los grandes males de los entornos laborales es que cada uno va a lo suyo y se limita a hacer lo que le toca, sin preocuparse por los demás. Y a veces ni siquiera termina de cubrir su cuota. Es decir, que otro tendrá que ocuparse de hacerlo. Pero una enorme parte de la felicidad laboral reside en la autonomía de saber que, al menos en su pequeño mundo de tres metros, se pueden tomar decisiones, ejercer cierto control y marcar la diferencia.
Según Wiking, lo bueno de esta regla es que "transmite empoderamiento, responsabilidad e independencia". “Tu felicidad en el trabajo es tu responsabilidad. Si quieres 'arbjegdsglaede' no puedes esperar a que tus compañeros o tu jefe hagan algo. Tienes que empezar contigo mismo”, explica el experto. Si quieres ser feliz en tu trabajo, lo que te toca es buscar de forma activa esa felicidad.