El calor aprieta y las ganas de desconectar crecen a medida que avanza el mes de julio. Sueñas con hacer la maleta e irte a la playa, a la montaña o al pueblo. Sin embargo, según la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA), esta es una realidad muy lejana para uno de cada tres mayores de 45 años que no podrán disfrutar ni de un día de descanso en los meses estivales.
Lola tiene 63 años y regenta una tienda desde hace 30. “Este verano no voy a cerrar en ningún momento, lo que sí que hago es una especie de jornada reducida. Las tardes me las cojo libres porque estoy en una zona residencial y realmente no hay jaleo”, cuenta. “Me he sacado un abono en una piscina pública y ya tengo la sensación de estar de vacaciones”, continúa. Como Lola, son muchos los que tienen gastos fijos que no les permiten parar la actividad. “Tengo que pagar las facturas igualmente, la luz, el agua, las cuotas… así que aprovecho las mañanas que suelo vender”.
La situación de José Enrique es similar. Con 53 años, es dueño de una charcutería localizada en un mercado municipal de Madrid. Él tampoco echa el cierre en ningún momento del verano. “Estoy solo, no tengo personal contratado porque si no, no me salen las cuentas. Además, surto a varios restaurantes y como ellos no descansan yo tampoco puedo hacerlo”, explica José Enrique. Él se queja de la falta de protección por parte de la Administración Pública, “no tenemos ningún tipo de ayuda, ni de recurso que nos facilite el poder descansar”.
En el caso de autónomos mayores de 55 años, son los que más optan por cogerse unos días fuera de temporada. Lola forma parte del 15% que emplea otras fechas para su descanso. En su caso, aprovecha el mes de noviembre o las navidades. “Me suelo ir 10 días fuera, al extranjero, pero claro, tengo que contratar a alguien a jornada completa para que me sustituya en la tienda. Cerrar no suele ser una opción viable”, añade.
José Enrique no se permite ni eso. Lleva años sin descansar. “Después del verano tampoco cojo días, quizá algún fin de semana, como mucho. Algún año, si hay un puente que pille bien, puedo permitirme 3 días seguidos, tampoco es lo normal”, confiesa. “El problema, es que mi trabajo no es solo comercial sino que lleva detrás mucha parte administrativa. Este mes, por ejemplo, tengo que pedir ayuda con el papeleo, porque no doy abasto”, concluye.
Los datos demuestran que uno de cada cinco autónomos que no se va de vacaciones lleva más de cinco años sin irse. Y en muchos casos, en concreto en el 35,8%, esta falta de descanso va asociada al miedo de perder a parte de su clientela.
Pese a que las vacaciones son un bien escaso y muy preciado para los autónomos, solo uno de cada diez son capaces de desconectar. “Cuando el negocio es tuyo es muy difícil separar. Más aún con los móviles y los ordenadores, que al final nos acompañan a todos lados y en cualquier momento puedes recibir un mensaje o una llamada. Además quién no consulta el correo en días”, comenta José Enrique.
La mayoría lo intentan, pero reconocen que al final siempre le dedican algo de tiempo a su negocio. Lola reconoce que cuando se va “siempre termino mandando un Whastapp peguntando a la persona que se queda de dependienta. Le pregunto cómo va la tienda, si ha vendido, si no… Vamos que estoy en cierto modo pendiente”.