A Rocío Padura, su nueva etapa de empresaria la acerca a sus ideales de juventud. Pablo González del Tánago fabricó él mismo la necesidad que quería satisfacer. Para Eva Serrano su editorial nació como metáfora de la vida y Blanca Entrecanales encontró en la naturaleza su milagro particular. “Emprender a los 50 es pura serendipia, un hallazgo afortunado, valioso e inesperado”, resume con buen salero Ramón Barrera.
Son nuestros cinco emprendedores uppers. Los citamos un viernes de buena mañana para saciar una gran curiosidad: ¿Qué hay que saber para ser un buen emprendedor? Si tuvieras 30, te dirían que debes refrenar tus emociones, tener olfato canino, aguzar tu instinto de supervivencia, ser incombustible, salir bien en las fotos y hasta cocinar huevos de cuatro maneras diferentes. Olvídate. Has rebasado los 50 y tu trayecto vale un potosí. Todo lo que necesitas ahora es el aplomo con el que Ramón Barrera ilustra con unos versos de Guillaume Apolinaire: “Acérquense al borde, les dijo. No podemos, tenemos miedo, contestaron. Acérquense al borde, repitió. Y se acercaron. Él los empujó. Y levantaron vuelo”.
Todos transmiten una libertad que queremos para nosotros. Sí, en alguna ocasión se han doblado, pero sin que hayan llegado a quebrarse. Igual que el junco. A medida que va abriendo el día y con un imponente sol de otoño batiendo los cristales, descubrimos que la determinación de emprender surge a modo de epifanía en un momento vital de profunda transformación.
Ramón, gaditano disfrutón y carismático, fue profesor y ahora trabaja como coach para importantes empresas. Tomó su decisión en una etapa en la que necesitaba muchos ¡Oh!: “Quería sorprenderme y demostrar que aprender es comprender, sorprender y prender, agarrar a la gente”.
Como no podía ser de otra manera, encontró en la formación una forma elemental de mejorar la sociedad. Uno de sus últimos ingenios es Sorprendizaje, un método de enseñanza que prioriza la capacidad de sorpresa, la curiosidad y la creatividad. Acude a nuestro encuentro dandi en el vestir y seductor con las palabras, puro reflejo de esas cualidades que imparte. “Aprender es cambiar, crear espacios educativos en los que se permita conectar y experimentar, y donde no exista el aburrimiento. Aprender es, para mí, como respirar: no se puede dejar de respirar como no se puede dejar de aprender”, insiste.
Para Eva, el nacimiento de su editorial Círculo de Tiza, en 2014, significó la ejecución de un sueño postergado. “El primer cambio -cuenta- lo hice unos años antes, coincidiendo con el nacimiento de mi tercera hija y unos horarios de trabajo en departamentos de comunicación incompatibles con mi nueva y deseada maternidad”. Entonces entró en el sector editorial, donde trabajó como lectora de manuscritos durante ocho años.
Nieta de escritora, editora y librera en el exilio argentino, una pequeña herencia le dio a Eva esas alas que necesitaba para lanzarse y montar una editorial que toma su nombre de 'El círculo de tiza caucasiano’, una obra de teatro épico de Bertolt Brecht, a su vez inspirada en un cuento chino. En una rebelión que tuvo lugar en una vieja ciudad caucasiana, el gobernador pierde la vida y su esposa Natella huye de palacio dejando al hijo de ambos, Michael, a cargo de una cocinera. “Como nadie te quiere, tengo que quererte yo”, escribe Brecht.
En el mundo de las letras hay también ejemplares singulares, sensibles, bien escritos, que llegan al corazón, pero no entran en el circuito de las grandes editoriales. Se desestiman porque no interesan a la mayoría. Son los libros de Círculo de Tiza. “Emprendí con mucha ilusión, pero al mismo tiempo con ignorancia. Había leído montañas de libros, pero como empresaria no tenía ni idea. Ni siquiera tenía muy claro lo que estaba bien o mal, pero sí lo que quería: libros seleccionados con mucho criterio que fuesen un punto intermedio entre el periodismo y la ficción, entre la realidad y la poesía”. Va ya por los 55. Entre ellos, ‘Radical libre’, de Manuel Vicent, y ‘El arte de perder. Una vida en cartas, de Francis Scott Fitzgerald’. Como dijo Séneca, “no es preciso tener muchos libros, sino tenerlos buenos”.
Toma la palabra Blanca y nos habla exultante de El Milagro, la dehesa que fundó después de un accidente de tráfico que, afortunadamente, quedó en rotura de clavícula y contusión de cervicales. “El Milagro -relata- nace de un modo instintivo, no verdaderamente meditado a fondo. Se trata más bien de una intuición, un deseo interno ni siquiera reconocido por mí que sale a la luz en un momento de cambio profundo en mi vida. El deseo de emprender, el amor al campo, el compromiso con el medio ambiente, todo eso lo llevaba dentro, aunque de una forma quizás velada. Los valores de la empresa familiar Acciona sin duda influyeron en mi compromiso con el planeta, también el haber vivido en Francia, un país en el que lo ecológico ha tenido mayor implantación y, desde luego, ese sentido, para mí innato, que tenemos casi todos de volver a la tierra. Fueron los detonantes para iniciar este proyecto”.
De los cinco, el más pragmático es Pablo. Trabajó como directivo en varios medios de comunicación y tuvo una importante agencia de publicidad, pero la crisis le llevó a replantearse su vida. “Salí de mi hábitat natural para volcarme de lleno en la gastronomía, una pasión que me inocularon mis padres desde muy chico como un valor más”. Cuando abrió su primer Petit Appetit en la calle madrileña de Monte Esquinza, un local con magia parisina, supo que merecía la pena dejar atrás tantas cosas buenas que le había dado su anterior profesión.
Todas no. “Llegué con algunas lecciones bien aprendidas en cuanto a presentación del producto, trato con la gente, tendencias, la exigencia de la calidad o nuevos desafíos”. Hoy Petit Appetit ha crecido y está presente ya en cinco puntos de la capital, tres de ensaladas y dos restaurantes (Le Petit y Merci), todos con una decoración singular y muy cuidada. Su oferta responde a la demanda de comida saludable con platos de toda la vida y las delicatessen más actuales. No es extraño encontrarse en uno de ellos con caras conocidas, como el Rey Emérito y la infanta Elena, los Hannover, Carolina Herrera o Alejandra de Osma.
Tampoco para Rocío esto de emprender fue una rareza. Exdirectiva de una revista de estilo y decoración, tuvo que reinventarse por exigencias del guion después de una reducción de plantilla de la empresa. Si le das un espacio vacío, ella lo llena de exquisitez, una virtud que ha trasladado a Pop Up Chic, la empresa multifuncional especializada en organización de eventos, ventas y showroom que creó en 2012 junto a dos socias. Trabaja con muchas firmas y con productos muy variados. Selecciona un espacio, escoge los expositores adecuados y lo difunde para que acuda el mayor número de clientes posibles. “Cada día es un reto. Hay que jugar con la sorpresa, la innovación, la armonía, el estilo y la diversión para que toda persona que visite el espacio lo sienta confortable”.
Crear y dar vida son sus mayores satisfacciones. Igual que en el resto de nuestros protagonistas, la edad ha creado en ella valor. “Los años te dan capacidad de reflexión y de empatía con las personas que nos rodean y que forman el equipo”, señala Blanca. Todos ellos coinciden en que, a partir de los 50, vas cerrando capítulos que te limitan y te consumen mucha energía, como la maternidad (en el caso de la mujer), la competencia en medio de la selva o la necesidad de mostrarte permanentemente perfecto. “Una vez que te has liberado, te sorprendes con una mente mucho más lúcida y serena. No digo que me guste la vejez o el deterioro físico, pero sí aparecen otras virtudes. Sin duda, es la mejor etapa de mi vida”, indica Eva.
No podíamos despedirnos sin saber qué es el éxito para un emprendedor upper. “El orgullo de haber llegado hasta aquí y de tener por delante diferentes retos para cada día”, responde Rocío. Para Blanca, devolver dignidad a la tierra y observar lo que va ocurriendo en la finca. “Este, y que mis nietos me asocien a ella, es el auténtico milagro. Nunca me lo habría imaginado. Sacar adelante mi empresa es un desafío personal casi tan importante como la familia y todo los demás”.
Pablo considera que la idea de triunfo o fracaso es ahora muy relativa e irrelevante. “La confianza en lo que haces es la mayor garantía de éxito. La edad te dota de resistencia a la frustración y de una mayor ilusión en todo aquello que emprendes”. Llegar hasta aquí no siempre ha sido fácil. “Al lanzarte, unas veces aparece un tiburón y te da un bocado. Yo tengo una jartá de bocados. Otras, aparece una sirena y te dice ¡qué arte!”, añade Ramón efusivo. Todos saben que lo mejor está aún por llegar y que aún pueden sorprenderse a sí mismos.
Del último Informe Mundial GEM (Global Entrepreneurship Monitor) se desprenden dos datos interesantes para España. Por un lado, que continúa estrechándose la brecha de género en emprendimiento y que, en cuanto a condiciones del entorno para emprender, España ocupa un puesto 16, por delante de Alemania, Japón o Reino Unido. El emprendimiento es estratégico para un país, tanto desde un punto de vista económico como social. Hacerlo con más de 50 requiere cualidades únicas. Recapitulando los consejos de nuestros uppers emprendedores, podríamos elaborar el siguiente manual:
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