No hay que ser de tendencia catastrofista para asumir que, por ahora, la vida en la oficina no será cómo la conocíamos. Lo dicen los datos: el teletrabajo lo practican ahora con regularidad semanal un 30,2% de los trabajadores de nuestro país, según Eurofund. Y también nuestro sentido común. Ni la pausa para el café, ni las charlas de ascensor o los encuentros fortuitos en baños y pasillos, ahora sujetos a protocolos de seguridad, dan pie a esos encuentros espontáneos sobre los que hemos construido relaciones. Buena parte de las plantillas sigue en casa a tiempo completo, con interlocutores virtuales y tratando de averiguar si ese e-mail tan escuetito lo ha escrito verdaderamente un compañero o es obra de la función automática de su predictor de texto.
Solos frente a la pantalla y emocionalmente. Si los freelance fueron nuestro faro al principio de este experimento colectivo, brindándonos consejos fundamentales como por qué no es buena idea trabajar en pijama, volvamos a poner el ojo en su experiencia. Como recogían un estudio sobre autónomos de Health and Safety Executive en Reino Unido, el sentimiento de soledad y aislamiento es una de las grandes dificultades y potencial causa de estrés de este sector. Una tensión que ahora experimentan también los trabajadores en remoto y se suma al clima general de incertidumbre. ¿Podemos llenar ese vacío y encontrar apoyo con mensajes en Slack? ¿Por qué es importante hacer videollamadas? Estas son las recomendaciones de dos expertas para conseguir que las relaciones laborales (y nuestro bienestar) no mermen en tiempos de teletrabajo.
"Se cita mucho la investigación de Mehrabian, que dice que el 93% de la comunicación se produce de manera no verbal, pero cuando enviamos un mensaje por escrito, el 100% lo es", reflexiona Elisa Sánchez, psicóloga especializada en salud en el trabajo. Ese mensaje que llega por chat instantáneo o por e-mail no siempre se escribe concienzudamente y la forma en la que lo recibimos también está abierta a la subjetividad. "Tenemos una necesidad de cierre cognitiva y cuando nos falta información sobre el tono o intención de un mensaje, tendemos a rellenar esos huecos con el estado emocional en el que nos encontramos en ese momento", explica. "Hay que tener mucho cuidado al ser emisor o receptor de un mensaje, cuidar lo que escribimos y hacerlo mostrando empatía, no ir tanto al grano…”. Y si vamos a mandar un mail, Sánchez recomienda hacerlo acompañándolo de frases o fórmulas “con variaciones para personalizarlos y no sonar repetitivo".
Una idea similar a la que propone la periodista Madeleine Aggeler desde The Cut. "Pocas cosas me dan más pavor que recibir un mensaje de un compañero de trabajo que diga 'hola'. El saludo, breve y directo, me hace imaginar que la otra persona está dando un suspiro profundo antes de darme una noticia terrible”. En su texto Más exclamaciones, ¡¡¡por favor!!!, Aggeler hace un llamamiento a dar carpetazo a ideas anticuadas que asocian el uso de exclamaciones, repetición de vocales, los "jaja" o los "kk" (ok doble e informal) a un perfil infantil o menos profesional -una idea que desprestigia en mayor medida a las mujeres, según un estudio de J. Computer-Mediated Communication-. Y apuesta por humanizar los mensajes con los que nos comunicamos de manera instantánea. Estas fórmulas, dice Madeleine, "son el equivalente escrito de los protectores de parachoques a prueba de niños: signos de puntuación suaves y acolchados que protegen nuestras fontanelas emocionales de los bordes afilados de las conversaciones".
"El trabajo tiene una función principal que es la de aportarnos un salario, pero además puede aportar satisfacción profesional, si nos motiva la tarea, y personal, porque nos proporciona sentido de pertenencia e identidad al estar junto a un grupo de personas en un equipo", apunta la psicóloga Elisa Sánchez. Y ese último aspecto de apoyo social, "importante amortiguador del estrés laboral", es el que en estos tiempos en los que impera la comunicación pantalla mediante se ve modificado. “En una conversación verbal vas teniendo feedback", señala la experta en salud laboral. Por eso, su recomendación pasa por aplicar ocasionalmente y en función del tema que se quiera tratar otras vías de comunicación. "Enviar un audio o usar el vídeo pueden hacer que consigamos una comunicación más afectiva, podemos reconocer el agradecimiento, la intención. Va a crear más conexión".
"Esta nueva realidad, en la que nos vemos desde casa a través de la pantalla, en nuestro entorno personal y no solo como nos mostramos en la oficina, también puede acercarnos mucho”, reflexiona Cristina González, coach profesional de equipos y experta en gestión de Recursos Humanos. "Aquí el niño llora, llega el mensajero… Se humaniza al otro mucho más".
Si la tortilla o la bandeja de croissants para celebrar el cumpleaños de turno no son viables, tocará buscar esos espacios para la distensión y la espontaneidad. Cristina González, especializada en gestión de equipos, aconseja "agendar encuentros que sean un poco estructurados, con contenido laboral, pero también puedan ser divertidos". Aprovechando para repasar puntos de trabajo pero sin olvidarse de dar espacio a preguntar cómo estás o qué tal han ido las vacaciones. "Pueden hacerse para empezar y acabar la semana, por ejemplo. U organizar desayunos. Una planificación que se comunica, en la que todo el mundo se sienta integrado. Se puede hacer una rueda en la que cada trabajador tiene unos minutos para contar cómo está, evitando que sean siempre las mismas personas las que ocupen la conversación. Es tan importante la motivación del grupo como la individual, que todo el mundo tenga cabida y se sienta bien". Son varios los estudios que dan la razón a esta afirmación de la experta señalando la importancia que el papel de las relaciones interpersonales juegan en el ámbito del bienestar laboral.
La hora del café tenía su función más allá de espabilarnos. "El aspecto positivo que aportaba era, sobre todo, la emocionalidad y el espacio para crear vínculos personales, relaciones…", dice Cristina González. Momentos para comentar la actualidad, ese meme con el que no puedes parar de reírte o enseñar las fotos del último neonato de la familia. Con la intención de recuperarlos, ya hay quien ha lanzado apps que recrean el espacio, como Donut. "Tenemos la opción de usar nuestra creatividad e iniciativa para subsanarlo. Una posibilidad puede ser crear grupos de chats voluntarios en los que aquellos trabajadores a los que les apetezca entren para socializar y comentar asuntos como lo harían en la cafetería", propone Elisa Sánchez.
Con los múltiples dispositivos encendidos y con la certeza de que el otro está en casa, el tiempo de confinamiento dio pie a que la barrera entre lo laboral y personal -ya antes difusa- se emborronara aún más. Según una encuesta elaborada por Eurofund, el 21,2% de los teletrabajadores españoles afirmó haber dedicado a diario parte de su tiempo libre a hacer cosas de trabajo. Con la vista puesta en esta forma de trabajo, asegurar el bienestar de todos los miembros de la organización también pasa por construir relaciones sanas en las que los tiempos de descanso y los espacios digitales personales se respeten garantizando el derecho de desconexión digital. Relaciones construidas a base de confianza entre los diferentes miembros del equipo. Estar disponibles constantemente, explicaba Elisa Sánchez a Uppers a propósito de la regulación del teletrabjo, "supone una carga y mucha exigencia. Tengo que estar preparada y decente para salir por pantalla o tengo que contestar inmediatamente a los mensajes para que no piensen que no estoy trabajando mientras cuido de mi hijo y preparo cosas en casa".