El teletrabajo es el futuro. En un entorno en el que tendremos que vivir con la COVID-19 se antoja indispensable que las empresas adapten las plantillas a esta nueva realidad, con el trabajo en casa como pieza angular. Un informe del Banco de España titulado 'El teletrabajo en España' ha concluido que el 30,6% del trabajo se podría hacer en remoto en nuestro país y que, además, los mayores de 40 tienen ventajas en esta situación.
El Banco de España explica en su informe que, entre los asalariados, "la prevalencia es algo mayor para los trabajadores con contrato indefinido", un dato que es positivo para los uppers por la propia estructura del mercado laboral.
En España, en 2019, había 12.113.993 de asalariados con contrato indefinido, según el Banco de España. De todos ellos, aproximadamente ocho millones son mayores de 40 años, por lo que un aumento del teletrabajo les afectaría directamente.
Actualmente, según los datos recogidos por el BDE, tan solo el 4,6% del total de asalariados indefinidos teletrabajan en condiciones normales, sin coronavirus, pero, según sus cálculos, este porcentaje podría llegar hasta el 30,7% si realmente hubiera una cultura empresarial enfocada al teletrabajo.
Los datos del teletrabajo en España aún son malos en relación con otros países de la Unión Europea y, de hecho, estamos en el puesto 19 de 28 en implantación del trabajo en remoto. Sin embargo, podemos extraer algunos datos positivos.
Por ejemplo, el 3,5% de los trabajadores (688.671 personas) que pudieron teletrabajar 'ocasionalmente' en 2019, el 48,6% tenía entre 45 y 65 años; mientras que de los 951.783 que lo hicieron 'más de la mitad de los días trabajados', el porcentaje en esa misma franja de edad aumenta hasta el 51,5%.
Es decir, a pesar de que aún se teletrabaja muy poco en España, los 'afortunados' están entre los 45 y los 65 años.
Otro de los puntos en los que incide este informe sobre el teletrabajo en España es que, una vez cumplidos los 65 años, los trabajadores que aún siguen en activo tienen un gran margen de mejora para poder teletrabajar.
De los 215.230 trabajadores activos con más de 65 años en 2019, tan solo el 14% tenían la posibilidad de trabajar en remoto más de la mitad de los días u ocasionalmente.
Sin embargo, el potencial en esta franja de edad es tremendo. El informe aclara que "prácticamente la mitad de este colectivo, el 43,5%, podría pasar a trabajar de forma no presencial", lo que redundaría en una mejor calidad de vida para ellos y en ahorro de costes para las empresas.
Además de que los mayores de 40 años tengan más posibilidades de teletrabajar, también influye mucho los años de experiencia dentro de la propia compañía.
El informe del BDE arroja que, actualmente, tan solo 385.250 trabajadores con más de 7 años de experiencia en la empresa pueden teletrabajar, lo que supone un 5,1%.
Sin embargo, de implantarse el teletrabajo, el BDE calcula que esta cifra podría ser de 2.348.492 de personas, el 31,3% del total, siendo así los más experimentados de los que más se beneficiarían del teletrabajo.
En 2019, tan solo el 8,4% de los ocupados del país practicaban alguna modalidad de teletrabajo, y España se situaba en el puesto 19 de los 28 países de la Unión Europea. La cultura del presencialismo así como la reticencia para implantar el teletrabajo en profesiones que pueden llevarlo a cabo ha hecho que, hasta que no ha llegado la pandemia por coronavirus, este porcentaje no haya despuntado.
El informe del Banco de España estima que "el 30% de los ocupados podría teletrabajar, al menos ocasionalmente, por lo que aún existe un amplio margen de mejora en el uso de esta modalidad de trabajo". De hecho, "según algunas encuestas, incluso este porcentaje se habría superado hasta alcanzarse un 34 % de personas teletrabajando durante las semanas de confinamiento por la crisis del COVID-19", apuntan desde otro informe del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas.
Asimismo, en el documento del Banco de España también aclara que, en general, "los resultados de diferentes encuestas muestran que quienes trabajan a distancia suelen valorar especialmente la flexibilidad para distribuir su jornada laboral y realizar sus tareas en diferentes lugares, y el hecho de no tener que perder tiempo en desplazamientos hasta el centro de trabajo". Como aspectos negativos, destacan "cierta falta de comunicación con colaboradores, la sensación de trabajar en solitario y la mayor dificultad para desconectar del trabajo".