Vivir en soledad cuando se tiene más de 60 años puede ocasionar no solo graves problemas psicológicos sino también económicos, más aún en un contexto de inflación disparada como el actual que pone muy cuesta arriba llegar a final de mes. En ese sentido, una alternativa muy interesante a esta situación es la que propone Hogares compartidos, una asociación que desarrolla su labor en Valencia y ayuda a los mayores con pensiones bajas a encontrar un piso compartido para vivir, facilitando así que los más vulnerables se hagan compañía.
En la actualidad, el programa, en el que colabora la Fundación La Caixa, atiende a más de 40 personas de entre 60 y 88 años que comparten vida en grupos de cuatro personas, aunque también hay algunas viviendas de dos, tres e incluso cinco personas. En total, el proyecto cuenta con 13 viviendas en Valencia, en zonas accesibles y con recursos de proximidad para facilitarles el día a día.
Cada vez son más las personas que demandan este recurso, aunque la mayoría de sus ocupantes son hombres con pensiones de entre 365 y 500 euros. El 35% de la pensión de cada uno, independientemente del importe, pasa a manos de la organización para pagar el alquiler. Los convivientes deben firmar un acuerdo de comportamiento de normas básicas y ellos mismos se gestionan la limpieza. Todos los pisos que elige la asociación tienen cuatro habitaciones y ascensor, y valen de 350 a 370 euros máximo.
Sin embargo, la escasez de viviendas de alquiler de particulares a precios asequibles impide que la asociación pueda atender el alto número de solicitudes que recibe, que en el año 2021 fueron 300. "Nuestros mayores son personas con pensiones no retributivas, así que no pueden permitirse pagar alquileres demasiado elevados", explicó a Levante uno de las dos fundadoras del proyecto, Amparo Azcutia.
El trabajo de 'Hogares compartidos' va más allá de buscar un hogar a los mayores. Además, realizan un acompañamiento muy individualizado, porque "cada uno de los integrantes del programa tiene unas necesidades", indica Azcutia. Así, los participantes reciben apoyo en temas bancarios, en la tramitación de bonos sociales, solicitud de ayudas que desconocían o en asuntos médicos psicológicos y jurídicos.
Además, el personal de la ONG se preocupa por que los miembros del programa tengan una vinculación con la entidad y se involucren en actividades de ocio o formación, e incluso que se conviertan también en voluntarios. "El objetivo es que se sientan útiles", concluye Azcutia.