¿Cómo evitar la humedad en casas cerradas por vacaciones?
Las viviendas construidas en zonas de playa o montaña están expuestas a la humedad que puede llegar a ser destructiva si se la deja acampar a sus anchas
Antes de irte, si vas a tardar en volver, revisa que las ventanas y las puertas queden cerradas herméticamente
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La humedad convierte en insoportable cualquier hogar por mucho que esté decorado con esmero y cuente con las máximas comodidades. Afecta a viviendas localizadas cerca de la playa, ríos caudalosos, pantanos y lagos o áreas de montaña con vegetación excesiva. En el día a día se sobrelleva ventilando y con deshumidificadores eléctricos. ¿Pero qué sucede cuando toca cerrar la casa y volver a la rutina? En Uppers tenemos los mejores trucos sobre cómo evitar la humedad en casas cerradas tras las vacaciones. La realidad es que la vuelta puede ser un desastre por culpa del moho y el olor.
En principio habría que distinguir qué tipo de humedad es la que afecta a la vivienda porque tal vez tenga una solución definitiva. Las más comunes son las filtraciones que generan manchas en el techo y en las paredes y hasta desconchones. A veces se rompen unas tejas en el tejado que dejan que vaya filtrándose el agua de la lluvia. También sucede que los materiales de las paredes exteriores envejecen e igualmente empieza a entrar agua o se abre una pequeña fisura en una tubería que poco a poco va calando.
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La humedad también la causa la capilaridad cuando el agua entra a través del subsuelo y asciende empezando por la pavimentación y subiendo por las paredes. Esto es algo habitual en viviendas de campo muy antiguas o construidas con materiales permeables o porosos sobre suelos húmedos.
La humedad por condensación en casa
Sin embargo, en zonas cercanas al mar o en montaña cerrada donde transcurre agua abundante por un río o del mismo deshielo, la humedad en el interior de las viviendas la provoca el ambiente exterior en sí mismo. La consecuencia más común es la condensación. El aire caliente de las estancias de la vivienda absorbe y retiene más humedad, pero al entrar en contacto con superficies frías como las paredes, los marcos de las ventanas o los cristales, el vapor de agua del aire se condensa y se convierte en agua.
Es bastante frecuente por la noche cuando la temperatura exterior baja y las ventanas y las paredes se enfrían. Se percibe enseguida ya que estas superficies se llenan de gotas de agua o están húmedas al tacto. Además, en estas casas, el hecho de ducharse, cocinar, tender la ropa o tener plantas incrementa los niveles de humedad ya de por sí elevados.
Junto a la aparición de moho en las esquinas y en los tejidos o manchas y desconchones en paredes y techos se añade el exceso de humedad en la ropa y en sábanas, edredones, mantas… Al final, el conjunto de consecuencias eleva el coste energético porque es necesario invertir más en calentar la casa, provoca olores muy desagradables y los objetos metálicos se estropean debido a la corrosión y oxidación, incluyendo cubiertos, casquillos de bombillas, apliques de luz, accesorios de baño…
A la incomodidad que genera la humedad y a los desperfectos se añaden las consecuencias sobre la salud que ocasiona el moho, los ácaros o los hongos que empiezan a proliferar. A los habitantes de ese hogar les termina afectando, más aún si son niños pequeños, personas mayores o el estado general de los convivientes ya es delicado, sufren enfermedades respiratorias o padecen asma. Es más, terminan desarrollando alergias que antes no tenían.
La condensación se puede minimizar invirtiendo en un buen aislamiento en paredes, ventanas y puertas exteriores, con una ventilación diaria y usando el aire acondicionado en verano y la calefacción en invierno.
Ahora bien, cuando se cierra la casa por un tiempo largo se eliminan dos de los recursos que frenan la aparición de humedad por condensación: la ventilación y la climatización. Nadie quiere dejar su vivienda con unas ventanas abiertas para proporcionar la circulación de aire porque es muy arriesgado frente a los robos, intrusión de bichos y animales o inundaciones por lluvias. Tampoco es recomendable programar los aparatos de aire acondicionado o los radiadores para que sigan funcionando si no se va a volver en un tiempo. Se dispara el gasto y las consecuencias de una fuga de agua o de una rotura probablemente sean peores.
Trucos que evitan el exceso de humedad
Hay varios trucos que ayudan a disminuir la humedad interior de las viviendas cerradas:
- Aislar adecuadamente todas las ventanas y las puertas exteriores además de asegurarse de que en el suelo o en las paredes no hay grietas. El objetivo es impedir que entre el aire húmedo del exterior dentro de la casa. En el mercado hay diferentes soluciones y tan solo hay que consultar cada caso y necesidad en una tienda especializada o a un profesional.
- Limpiar la vivienda y después de fregar el suelo y las superficies esperar a que sequen antes de cerrar la puerta.
- No dejar ninguna prenda mojada en el interior. La costumbre de poner la lavadora y tender la ropa en una estancia antes de marcharse es un error.
- Introducir en los armarios y en los cajones bolsitas absorbentes de humedad que se venden en cualquier establecimiento.
- Colocar en cada habitación varios deshumidificadores. Son pequeñas cajas de plástico con una rejilla en el medio de su interior. Encima de ella se coloca una bolsa con un granulado que absorbe la humedad de modo que debajo se va recogiendo el agua sobrante.
- Cerrar la llave de paso del agua para evitar fugas o filtraciones.
- Realizar un mantenimiento para sellar posibles juntas y grietas por donde podría entra el agua en caso de llover.
- Instalar sistemas de ventilación forzada por parte de profesionales. Resulta caro, pero se eliminan los gastos continuados que genera la humedad, de modo que puede compensar.