¿Por qué los humanos vivimos más que nuestros perros?

  • Mientras que una persona vive en promedio 80 años, una mosca vive un día, un perro podría llegar a los 20 años, y una tiburón a los 500

  • Estudios recientes analizan en el ADN las razones de esta diferencia, aunque los factores 'ambientales' tienen también mucho que ver

  • El tamaño de los mamíferos también influye en su longevidad, pero en el caso de los perros de una paradoja

Podría ser una pregunta moral o filosófica. Y seguramente no tendríamos respuesta. Pero tratándose de longevidad, la ciencia nos provee de ciertos datos que aclaran (relativamente) las razones por las que algunas especies vivimos más o menos que otras. ¿Cuál es la razón para el famoso 'un año en la vida de un perro equivale a siete años en la vida de una persona'?

Habría que empezar por tener en cuenta que hay muchos factores 'ambientales' que intervienen en la esperanza de vida las especies: desde la cantidad e depredadores que las amenazan, hasta los factores climáticos que crean entornos hostiles o las enfermedades que las rodean. El ser humano, por ejemplo, ha sido capaz de aumentar su esperanza de vida en casi cuarenta años en unos cuantos siglos, gracias a la implementación de medidas higiénicas y al desarrollo de la medicina. Y ciertamente ha hecho los mismo con ciertos caninos y felinos al domesticarlos.

It's evolution baby

¿Por qué vivimos más que una mosca? No es que vivamos más sino que la mosca vive más rápido. Una hipótesis es la del factor evolutivo. En resumen: si una especie tiene menos posibilidades de sobrevivir en el medio ambiente, simplemente se adapta a vivir menos y acelera sus fases de vida. Se reproduce más y más rápido, crece y muere más rápido. Procesos que se ralentizan mientras mayor sea nuestra capacidad de supervivencia como especie. Así, entre los humanos, es sabido que nuestra esperanza de vida ha aumentado mientras que la tasa de natalidad ha descendido.

Pero hay más, una reciente investigación publicada en la revista 'Science' usa una técnica desarrollada hace una década llamada 'metilación' del ADN para analizar el envejecimiento de distintas especies. Como señala el periodista Daniel Mediavilla en El País, "Para tomar perspectiva y averiguar qué parte del envejecimiento es particular de cada especie y qué parte es compartida por muchas, los investigadores aplicaron estos relojes de metilación de ADN a 15.000 muestras de tejido de 348 especies de mamíferos y compararon los cambios epigenéticos en regiones del genoma, conservadas durante millones de años de evolución, que compartimos con los ratones o los perros".

Los resultados, apunta el artículo, muestran diferencias entre los animales más longevos, que suelen ser los de mayor tamaño, y los que viven menos y más rápido. "Los largos periodos de gestación y desarrollo de los humanos o los elefantes dan lugar a un paisaje 'con picos y valles prominentes', frente a otros más planos y menos definidos en animales como los ratones".

Paradoja perruna

Está claro, pues, que el tamaño los mamíferos es un factor que se relaciona con su longevidad, por lo que resulta curioso que, según señala el artículo, esto no ocurra entre los perros. Al parecer, como recoge Mediavilla, en estudios anteriores se han observado "algunos efectos paradójicos en la relación entre esperanza de vida y tamaño de los perros. A diferencia de la mayor parte de animales, los perros pequeños viven más que los grandes. Esto se puede deber a que en esta especie las marcas químicas relacionadas con la esperanza de vida influyen también en los mayores niveles de grasa en sangre de los perros grandes, para los que supone un perjuicio".