Parafraseando a uno de nuestros clásicos "Érase una mujer a una polémica pegada". La mujer es Madonna y la última polémica, la vinculada a su nueva cara, producto de unas cuantas intervenciones de cirugía estética, que algunos comparan con la de un icono patrio, la mismísima Sara Montiel.
Madonna fue una de las protagonistas en la noche de los Grammy, aunque por motivos ajenos a lo musical. La cantante dio un discurso sobre la importancia de transgredir las normas en el pop antes de presentar la actuación de 'Unholy', de Sam Smith y Kim Petras. Pero el centro de interés lo captó (una vez más) su aspecto físico. La cara de la cantante llamó la atención de muchos y titulares como "La nueva cara de Madonna" o "¿Qué se ha hecho Madonna en la cara?" empezaron a aparecer en los medios y en sus redes sociales.
La cantante ha decidido contestar centrando sus argumentos en el edadismo, como ha venido en los últimos años, cuando se le ha criticado por este mismo motivo (el abuso de operaciones y tratamientos estéticos). "En lugar de centrarse en lo que dije en mi discurso, donde daba las gracias a artistas como Sam y Kim por su valentía, mucha gente prefirió hablar exclusivamente sobre las fotos en primer plano que salieron de mí y que estaban hechas con un objetivo de lente largo, que distorsionaría la cara de cualquiera", ha explicado en su cuenta de Instagram.
La artista no duda en hacer de este discurso otro ataque al edadismo rampante que, según ella, la acosa una y otra vez. "De nuevo, me veo atrapada en la mirada del edadismo y la misoginia, que tanto domina el mundo en el que vivimos. Un mundo que se niega a celebrar a las mujeres que pasan de los 45 años y que siente la necesidad de castigar a una mujer que sigue siendo fuerte, trabajadora y aventurera. Nunca me he disculpado por ninguna de las decisiones creativas que he tomado ni por mi aspecto o manera de vestir, y no voy a empezar ahora".
Madonna culpa a los medios de hacerle protagonista de diferentes polémicas. "Los medios me han denigrado desde el comienzo de mi carrera", asegura, "pero entiendo que todo esto es una prueba y me alegra ser la persona que allane el camino para que todas las mujeres que vienen detrás de mí lo tengan más fácil en los años venideros. En palabras de Beyoncé: 'No romperás mi alma'. Con ganas afronto más años de subversión, de empujar los límites, enfrentándome al patriarcado y, sobre todo, disfrutando mi vida", concluye.
La cantante también habla de su compromiso con el empoderamiento femenino. Según afirma, quería entregar el premio a Álbum del año, pero pensó que sería más importante "presentar a la primera artista trans que actúa en los premios. Un momento histórico", afirmó refiriéndose a Petras.
En declaraciones aún más recientes, habla de que el mundo "se siente amenazado" por su poder, asevera mientras mira a la cámara con un claro gesto de reto que bien podría adoptar cualquiera de las famosas 'Supernenas'.
Pero lo que Madonna nunca termina de explicar es por qué sintiéndose tan libre y poderosa tiene la necesidad de aparentar el físico más que normativo -casi una caricatura- de lo que se supone que es una mujer joven. ¿No podría sentirse igual de poderosa con arrugas? ¿Por qué una artista tan poco convencional necesita siempre mostrar la juventud que no tiene?