La playa es un detector de estilo infalible. La sal marina puede dejar unas ondas surferas ideales, pero también es una trituradora de elegancia. Quien sepa salir con éxito del trance de ir con bolsas, toallas, sillas o similares y las inevitables bolsas de plástico con la botella de agua, la revista o lo que acabemos de comprar antes de llegar a la orilla es que es un crack. El fenómeno por el que nos convertimos en una especie de náufragos o de 'walking dead' playeros es conocido, pero eso no significa que nos resignemos. Es más, vamos a intentar superarnos manteniendo el toque salvaje que tanto favorece en su justa medida. Empecemos por algo tan básico como el cuidado personal.
La humedad deja el pelo hecho unos zorros; por tanto, no invertimos tanto tiempo en peinarlo. Pero si no lo peinamos, el resultado es aún peor en la playa. ¿Qué fue antes, el huevo del no-peinado o la gallina del pelo-paja? La realidad es que en la playa los cuidados se agradecen. No importa tanto el estilo de peinado como la calidad y la textura del pelo. Esto quiere decir que, aunque hombres y mujeres nos olvidemos del secador, cuanto más hidratado y acondicionado esté el pelo, mejor responderá ante la humedad.
Cuando te bañes, ya sea en el mar o en la piscina, no olvides aclarar el pelo con el agua dulce de la ducha, desenrédalo con suavidad, por partes, y con peines de púas anchas o incluso con los dedos. Recuerda que cuando el pelo está mojado es cuando está más vulnerable. Si va a estar muy expuesto al sol, valora cubrirlo con un pañuelo de algodón. Todo esto no solo servirá para cuidarlo, sino para que ofrezca un aspecto más pulido.
El fotoprotector se pone en casa, idealmente 30 minutos antes de llegar a la playa. Esto hace que empiece a protegernos desde el minuto uno. Una vez allí, recuerda reaplicarlo al menos cada dos horas y no exponerte demasiado al sol directo. Aunque creas que no, la reverberación de la arena también dispara la producción de melatonina.
La piel del rostro es más delicada. Nada nos hace parecer más castigados que una cara expuesta al viento y al sol, especialmente en el caso de los hombres, con más arrugas de expresión. Recurre a sprays de agua termal y tu crema hidratante favorita, mejor con factor de protección. Con estos cuidados en piel y pelo, ya hemos dado el primer paso para recuperar el estilo perdido. Vayamos ahora con la ropa.
"Tendemos a dejar ropa que no nos gusta mucho, o que no está en perfectas condiciones, en el rincón de 'para ir a la playa", afirma Roberto Sánchez, asesor de imagen y autor de 'Tu mejor versión'.
Para este experto, el primer atentado contra el estilo empieza ahí: en llevar a la playa lo que hemos desechado en casa. "A lo largo del año, nos ilusionamos con el momento de ir al mar o a la piscina... Pongámonos estupendos con la ropa y los accesorios pensados para esos ambientes", afirma rotundo. En todo caso, ¿qué debemos evitar? ¿Qué nos hace parecer descuidados? El estilista lo tiene claro:
La primera recomendación estilística es que menos es más. Pocos accesorios, pero de calidad. Y útiles: si se descompone la figura por ir cargados con mil cosas, difícilmente podremos mantener cierta elegancia. En cuanto a qué ponernos o qué evitar, el experto aconseja comodidad, algo que no está reñido ni con el diseño ni -nuevamente- con la calidad: