Es algo a lo que no solemos prestarle demasiada atención. Nos empleamos en hidratar la piel del rostro y la del cuello (no siempre) y nos olvidamos del escote, uno de los grandes ausentes de la rutina de belleza.
El escote, junto al cuello, muestra más que otras partes del cuerpo los signos de la edad, ya que la dermis de esa zona es más delicada y sensible. En nuestro país, con tantas horas de sol y los veranos de playa, el escote delata la falta de cuidados en forma de arrugas, manchas y falta de tono. Es lo que ya se conoce como 'escote español'. De una u otra forma, esta parte del cuerpo demanda rutinas y productos específicos, y algo que suele pasar desapercibido: un especial cuidado en la postura que mantengamos y en la respiración. Has leído bien: la postura corporal y la respiración pueden influir en la apariencia de la piel. Pero vayamos por partes.
Al ir enveciendo, la producción de colágeno y elastina disminuyen. Aparecen así las arrugas y líneas de expresión. En la piel del escote, el envejecimiento cutáneo es todavía más rápido que en otras zonas porque se trata de una piel mucho más delgada y frágil. El escote, además, está muy expuesto a los rayos UV y tiene más tendencia a quemarse que otras partes del cuerpo por esa fragilidad. Por esta razón, nunca hay que olvidarse de aplicarse un fotoprotector de amplio espectro a diario y, si es posible, evitar el sol en verano a las horas centrales del día.
Quizá la pregunta más importante es por qué está más desprotegida que otras partes del cuerpo. La razón estriba en que es pobre en glándulas sebáceas, encargadas de proteger la epidermis de las agresiones externas para mantener una buena hidratación.
De un tiempo a esta parte, el mundo de la estética se ha fijado en la relación entre la postura y la aparición de arrugas y la pérdida de firmeza. Ya se sabía que, por ejemplo, dormir de lado favorece la aparición de pliegues en la zona del escote. Además de eso, una mala higiene postural incrementa el riesgo de aparición de arrugas. Yvette Pons, una de las mejores facialistas de nuestro país, incide en este aspecto: "Cuando no tenemos una buena postura corporal, con los hombros hacia delante, lo que estamos haciendo es bloquear los ganglios del cuello, los subclaviculares, donde están los conductos de salida de la linfa. Si adelantamos los hombros o los subimos, el eje cervical se proyecta hacia delante y esto provoca que tejidos grasas y líquidos se retengan en el doble mentón. El músculo platisma, que está en el cuello, pasa por encima de las mandíbulas y se inserta en las clavículas, se acorta y vuelve a haber un bloqueo de drenaje de la zona. Si esto sucede a lo largo de los años, ganaremos volumen en la zona mandibular y submentoniana".
Según señala la experta, la postura de trapecios, hombros y cervicales afecta tanto al mentón y la posible aparición de la papada como a la apariencia del escote. Cuando lo sometemos a la presión de los músculos por una mala postura y no permitimos que los canales linfáticos se vacíen, aparecerán arrugas y falta de tono.
Con una mala respiración, ocurre algo parecido. "El diafragma de las personas muy nerviosas o inseguras que respiran mal también tira de las fascias abdominales y pectorales. Y esto, automáticamente, tira de los hombros hacia delante, así como del platisma y del cuello. La alteración de la zona mandibular puede empezar no solo por detrás, por el eje cervical, sino por delante, por una mala respiración diafragmática", asegura Yvette Pons. Por tanto, una respiración corta y de mala calidad también incide en la calidad y apariencia de la piel.
Los expertos insisten en que si queremos mejorar la apariencia del escote, tenemos que ofrecer cuidados y rutinas holísticas que vayan más allá de la cosmética. Entre las principales: