A los 62 años, es normal tener canas y llevar gafas, ya sea de cerca o de lejos. A partir de los 50 tener una visión perfecta no es lo habitual. Pero Alberto Núñez Feijóo, precisamente a esta edad, ha decidido no seguir exactamente este guion.
En la última sesión de control del Congreso, el secretario general del Partido Popular apareció sin gafas. En agosto trascendió que había sufrido un desprendimiento de retina que requirió una intervención quirúrgica. Normalmente este tipo de intervenciones se hacen con láser y requieren reposo, no exponerse a la luz y no coger peso ni recibir impactos en la zona ocular. Por esa razón, las fotos que aparecieron del líder político en esas fechas le mostraban con gafas de sol o de cristales tintados.
En su última aparición en el congreso, aparecía sin gafas, aunque no se sabe si simplemente ha optado por usar lentillas o si ha aprovechado el verano para operarse de la miopía.
Hoy por hoy, el político luce sus canas sin disimulo. ¿Se trata de un cambio natural, una estrategia política o estrés? Lo cierto es que si tiramos de hemeroteca, la aparición del pelo canoso aparece en un periodo breve, tan breve como cuando dejamos de aplicarnos tinte. Según se explica en OK Diario, el cambio de look contaría con la bendición de Eva Cárdenas, su pareja y madre de su hijo, y habría contado con la peluquera gallega Zoida Lamuz, estilista habitual de Cárdenas.
Como explica esta peluquera, a Feijóo las canas le sientan bien por su tono de piel y de ojos. Lamuz señala que las canas están matizadas; es decir, llevan una coloración que se retira parcialmente, y que le quedan mucho mejor que el tinte vegetal.
Las canas es un atributo físico muy usado en política. En el caso de Feijóo, según la estilista Loida Zamuz, le aportan una imagen más segura y rotunda.
Lo cierto es que en política, canas y poder van de la mano, pero solo en el caso de los hombres. La leyenda urbana cuenta que fue Pilar Miró quien decidió 'pintarle' unas canas a Felipe González. Sus patillas de entonces, en los años 80, pobladas y oscuras, le restaban credibilidad y distinción. El Felipe González canoso de los años 80 estuvo en la presidencia del gobierno durante más de 13 años.
José María Aznar no mostró sus canas. Quizá no las tenía, quizá no quiso cambiar su imagen o quizá consideró que su poblado bigote y su gesto adusto bastaban para la seriedad que se le pide a un presidente del gobierno. Mariano Rajoy, en cambio, sí mostró una imagen más cambiante. Aunque siempre negó teñirse el pelo, el contraste entre su barba blanca y su pelo oscuro daba qué pensar.
En José Luis Rodríguez Zapatero imperó la naturalidad. Su corte de pelo mostraba el veteado típico de las canas naturales. El entonces presidente parece que no se retocó ni los mechones blancos ni las cejas, la parte de su rostro más reconocible. En cuanto a Pedro Sánchez, hay un cambio evidente en la imagen de presidente desde que llegó a La Moncloa. En su caso, las canas aparecen en forma de mechones y no parece que haya retoque alguno. Sánchez no se siente incómodo con las canas ni estas le añaden años.
En términos de imagen, el pelo blanco o el pelo estratégicamente blanco en algunas zonas transmite una imagen de serenidad, seguridad, credibilidad y solvencia. Por esa razón, no es extraño que asesores de comunicación e imagen aconsejen 'tirar' de canas cuando el objetivo es, por ejemplo, llegar a la presidencia del gobierno.
La naturalidad es otro factor importante. A nadie le gusta la imagen artificial de alguien con un rostro maduro y un color de pelo incoherente con el resto de la fisonomía. Por otra parte, el pelo de color claro suaviza las facciones, cada vez más pronunciadas con los años.
Sin embargo, los mismos parámetros no funcionan con las mujeres. En un lado y otro del espectro político, las representantes de los partidos no han querido liberar sus canas. Ni María Jesús Montero ni Cuca Gamarra ni antes Carmen Calvo o Dolores de Cospedal mostraron su pelo plateado. En otras profesiones de alcance público -por ejemplo, los periodistas de televisión-, se produce la misma distinción. Las canas (y la edad) de un presentador de informativos suele contrastar con las de su pareja, normalmente una periodista de menos años y sin una sola cana. La pregunta que surge sin tener respuesta: ¿por qué lo que a algunos otorga credibilidad en otras personas provoca rechazo?