Los profetas de andar por casa llevan años anunciando el declive de la barba como tendencia en hombres y el retorno a las caras frescas y apolíneas, con mandíbulas rasuradas. Como siempre se equivocan. Las barbas siguen teniendo categoría de dogma en la moda masculina. Prevalecen.
No por nada, una buena barba puede hacer milagros en nuestra apariencia y, como se suele decir, forjar nuestro carácter (o al menos fingir que tenemos uno que sabe cosas importantes sobre la vida). Las barberías se han extendido como un incendio por España, y el grooming, así como los productos y líneas específicas para el cuidado de nuestra amiga frondosa siguen teniendo una fuerza inapelable.
Si ya eres barbudo o estás pensando en dejarte crecer a tu otro yo, ya te imaginarás que las modas también oscilan como las acciones en bolsa. Aquí te contamos algunas de las que se llevarán en 2020.
La barba cortina-de-ducha, marinero en tierra, campesino conocedor de su remolque, ha marcado el paso durante varios años. Ir a cualquier bar a veces se parecía a asistir a una convención de leñadores. Las últimas tendencias marcan un claro viraje en este viaje hacia el pelo definitivo: menos es más.
Se rumorea que en 2020 ya estamos volviendo a las barbas más cortas, incluso las de tres días, como si nuestra vida no gozara de horarios. Si atendemos a la comodidad, sabemos que dejarse la barba menos poblada ahorra preocupaciones. Una larga y filosofal necesita muchos más cuidados que una corta y, en realidad, solo hay ciertas caras en las esta bestia peluda queda bien. Dentro de este campo, aparece una novedad: la barba bicolor, como la que llevó Joaquin Phoenix a los Globos de oro. Aceptar nuestra madurez, en resumen, para dar paso a un mix entre el color natural del pelo y el esplendor perdido, la magia desvaída de unas buenas canas.
Este año, sin embargo, es el bigote el que gana prestigio y voz en este contubernio, con un resultado clarísimo: el despoblamiento de los laterales de la cara y la barba de tres días va a combinar excepcionalmente bien con dejarse un bigote discreto, fino, gentleman.
Otro asunto más arriesgado en la tendencia será acabar con todo el pelo anterior y abrazar al bigotudo que tenemos dentro. Veremos mucho el ‘pencil moustache’, conocido también como el bigote fino, de clara inspiración años veinte. Es ese actor de reparto que de pronto se vuelve importante y, por supuesto, tendrá su papel en todo esto. Un bigote esculpido a fuerza de paciencia con la navaja y que lleva un poco más de trabajo.
La otra tendencia que reina por venir es el bigote chevron, mucho más conservador. Es grueso, poblado y cubre por completo la parte de arriba del labio superior. Piensa en Henry Cavil calándose un sombrero de vaquero y asistiendo al parto de un ternero o en un magnate del petróleo, melancólico, frente a un ventanal.
Luego elige bien, elige con sabiduría, barbudo padawan: la barba es una decisión segura para mejorar una cara sin presencia, pero el bigote sigue siendo una decisión arriesgada en la estética de cualquier hombre. Pencil o chevron, sigue a tu corazón, pero si escoges este último recuerda que puedes moldear las puntas con cera, otra tendencia que no se agota. También ahí la línea es fina: entre parecer un empresario con estilo a un pintor francés con las puntas retorcidas y un principio de tuberculosis.
Si de despoblar se trata, de nuevo las tendencias van equilibrándose entre los que llevan la zona de las patillas degradadas en una veladura, de menos barba a más, a los que han decidido abandonar esa línea un tanto artificial y dejársela crecer al buen tuntún, logrando un look mucho más casual. En todo esto juega un papel fundamental la forma de nuestra cara y la capacidad y maestría de nuestro barbero para convertir la redondez, los molestos mofletes, en algo que parezca mandibular, rocoso y atractivo.
Por supuesto, de referentes vive el barbudo, y hay una buena batería de famosos en los que nos podemos fijar para modelar nuestro propio estilo: el bigote poblado y la barba modesta de Beckam, el poder leñador de Cristian Bale, la perilla maquiavélica de Kanye West o el bigote a lo Cantinflas de Keith Harington, quien claramente no tiene un pepito grillo que le aconseje (con violencia física o sin ella).