Los tratamientos de belleza no dejan de sorprender y, aunque muchos de ellos llevan tiempo disponibles, no es hasta que caras conocidas o los centros estéticos le dan visibilidad cuando de verdad comienzan a ser conocidos por la población. Entre esos tratamientos se encuentra la crioterapia, un “conjunto de técnicas que utilizan el descenso de la temperatura corporal como método terapéutico” según la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME). En cuanto a lo terapéutico, especialmente en el mundo del deporte profesional, se utiliza para los músculos y así relajarlos o reducir la sensación de dolor mientras se trata una posible inflamación o activar la circulación en la zona. Pero si nos vamos a su lado estético, tiene grandes beneficios para la piel. ¿Te atreves a conocerlos?
La crioterapia es una técnica en la que se usa el frío, una temperatura muy baja que en ocasiones puede llegar a alcanzar casi los 200 grados bajo cero con la que se puede tratar la celulitis, el envejecimiento de la piel o la eliminación de verrugas. Este tratamiento funciona, según la SEME, de tal manera que el frío tiene un efecto tensor sobre la piel y, de esta forma, estimula “la contracción de sus fibras elásticas y sobre el metabolismo de la grasa”. Así se produce una eliminación de toxinas y también una tonificación de los tejidos.
Una de las formas principales de aplicación de la crioterapia es a través de la cabina con grandes efectos en el cuerpo, entre ellos la posibilidad de adelgazar. El frío que se produce hace que se active el metabolismo, por lo que el cuerpo reacciona de tal manera que intenta mantener el calor corporal, por lo que se ve obligado a quemar grasa para calentarse y, de esta forma, se consigue adelgazar poco a poco. Como es obvio, es necesario afrontar varias sesiones para poder notar los cambios y si te preocupa pasar frío, lo cierto es que la sensación no es tan desagradable como puede parecer en un principio y el tiempo en la cabina dura unos tres minutos.
Además de ayudar a adelgazar, ese frío permite rejuvenecer la piel del cuerpo y puede ser muy beneficioso para personas con problemas articulares, ya que mejora las funciones de esta zona y otorga una mayor sensación de bienestar corporal.
Como ves, la crioterapia se puede aplicar en el cuerpo pero, ¿también en la cara? Lo cierto es que sí, pues además de la crioterapia corporal también existe la facial, que se utiliza principalmente para la eliminación de manchas o de verrugas de la misma forma que se hace en las cabinas pero de manera más localizada. Entre sus beneficios, y por lo que se ha vuelto una técnica tan famosa, es porque permite retrasar la aparición de las arrugas e incluso disminuir las que ya han aparecido en el rostro, por lo que previene los síntomas más visibles del paso de la edad.
Hay que diferenciar entre la crioterapia para verrugas, que se aplica de una forma muy localizada para congelarla, y la crioterapia para manchas o como tratamiento estético. Este tratamiento está especialmente destinado para eliminar esas manchitas que aparecen por la edad o el sol y que se aprovecha porque alisa la piel y la deja mucho más firme.
Y aunque todo parezca un camino de rosas también hay alguna que otra espina, por eso mismo es necesario que para este tipo de tratamientos siempre te pongas en manos de especialistas, ya que está contraindicado en algunos casos, por ejemplo para cualquier persona con patologías cardiovasculares o en mujeres embarazadas. En cuanto a efectos secundarios, son leves y muy poco frecuentes siempre que se haga con personal especializado en estas técnicas.
Te ayuda a adelgazar, mejora la circulación, alivia el dolor muscular, elimina verrugas y rejuvenece la piel de la cara y del cuerpo. Quien nos iba a decir que el frío nos iba a traer tales beneficios, de una forma distinta a la que conocemos, claro. La crioterapia se ha convertido en un tratamiento estético clave y cada vez más utilizado. Es totalmente indoloro y no requiere de mucho tiempo, aunque eso sí, siempre debe ser aplicado por personal capacitado para evitar cualquier efecto secundario.